Estallido Oral (Serie CAPRICE) n4
Siena—Por cierto, ¿cómo te llamas? —pregunta Marcel mostrando un interés por mí que me resulta afrodisíaco.
Jugueteo con la pajita de mi copa removiendo los hielos y le lanzo una mirada seductora.
—Llámame «Sorpresa Explosiva» —propongo con ganas de jugar. Él se ríe pero no se muestra cohibido, al contrario. ¡Quiere jugar conmigo! Me lo acaba de confirmar sin palabras.
—Encantado, Sorpresa Explosiva.
Marcel me sorprende inclinándose hacia mí y dándome dos besos muy formales pero también muy marcados y cerquita de mis labios.
Uy, uy, uy, ¡esto pinta muy bien!
—Igualmente, ¿y tu nombre?
—A mí puedes llamarme… —se lo piensa con un ojo cerrado y juntando sus labios. Un deseo irrefrenable de besarlo nace en lo más profundo de mi interior—. ¿«El chico más sexy del club» qué tal?
—¡Un poco largo! —me quejo divertida.
—¿No te gustan las cosas largas?
¡Me tengo que reír! No puedo evitarlo.
¡Me gusta su humor!
—Me gustan, me gustan —afirmo retomando el hilo con complicidad.
El chico más sexy del club se ríe y reprime algún comentario que estoy segura que me habría encantado escuchar.
Empieza a sonar una canción de ritmo latino que me anima y me enciende a la vez. Muevo los hombros al ritmo sin poder frenarme más. Mi cuerpo me está pidiendo marcha y estoy decidida a dársela toda.
—¿Te gusta bailar? —suelto decidida a cumplir con mi deseo.
—Me gusta… pero si me preguntas si se me da bien, la respuesta es… ¡fatal! —reconoce muy cómico.
Eso tendré que comprobarlo.
—¡Seguro que no es para tanto! —exclamo entre risas y aprovecho para hacer contacto físico dándole un empujón juguetón con mi mano.
¡Qué brazo tiene! Ufff…
—Seguro que tú bailas muy bien —apuesta seductor y me mira con los ojos entrecerrados, como si estuviera imaginándome en movimiento.
Apoyo mis manos en sus rodillas antes de responderle y, gracias a ese acercamiento, confirmo que sus ojos son verdes. ¡Y magnéticos!
—Eso mejor lo juzgas tú mismo en la pista.
Sus comisuras se elevan y entiendo que estamos en sintonía y deseando jugar juntos esta noche. No puedo estar más entusiasmada con lo bien que pinta todo esto.
—Suena fantástico —responde Marcel con la voz entrecortada. Quizá mis manos subiendo por sus muslos tengan algo que ver.
—¿Es tu primera vez en Caprice? —pregunto curiosa cuando estoy frente a él, a una distancia muy, muy corta.
—Sí. Me lo han recomendado mucho, vengo con expectativas muy altas —afirma sonriéndome, como si tramara algo.
¡Que trame, que trame!
—Es el mejor club liberal de la ciudad —confirmo convencida y dejo de tocarlo—. Ojalá tus expectativas se cumplan.
—Solo te digo una cosa: hasta ahora, todo lo que estoy conociendo, está sobrepasando mis expectativas con creces —añade mientras su mirada me avisa de que tiene planes muy interesantes para ejecutar juntos.
¡Esas indirectas-directas me están revolucionando enterita!
—¿Quieres que te enseñe el resto? Del club, digo.
Sí, esa cuña la he metido con toda la picardía del mundo.
—Por supuesto —acepta enseguida cogiendo su copa y dispuesto a seguirme.
Cojo yo también la mía, me cuelgo el bolso a modo bandolera y tomo su mano libre. Lo pilla por sorpresa ese contacto, pero reacciona bien sujetándose con firmeza a mi mano.
Me adentro en la pista y avanzo sorteando a la gente mientras la cruzamos. Las luces de colores se mueven sobre nosotros y nos van enfocando intermitentemente. Cuando encuentro el punto exacto en el que quiero situarme, apoyo la copa en una mesa alta que nos queda al lado; Marcel hace lo mismo y luego nos aproximamos el uno al otro con pasos rítmicos que siguen la base de la canción hasta quedar uno frente al otro.
Elimino la poca distancia que nos queda y apoyo mis manos sobre sus hombros. Observo su reacción y veo que es positiva, sus ojos transmiten entusiasmo y su sonrisa perenne lo confirma.