Estallido Oral (Serie CAPRICE) n3
Siena—Es su primera vez en Caprice, creo que le iría muy bien tener una guía experimentada como tú para conocer bien el club —continúa explicando Lucas y cada vez me interesa más ese novato sexy—. Además, viene recomendado por una pareja de suma confianza. Me han asegurado que es buena gente, sano y respetuoso. Se llama Marcel, he hablado con él y me ha dicho que para esta noche solo quiere dejarse llevar, no ha venido con ningún objetivo ni fantasía en concreto.
—¡Me lo pido! —grito demasiado entusiasmada—. Tiene todo lo que necesito para esta noche: novedad, respeto y que fluya con lo que quiero yo. ¡Parece justo lo que estaba buscando!
—¡Genial! Ven, que te lo presento —ofrece Lucas muy dispuesto.
—No, no, ¡espera! —lo freno tirando de su americana—. Déjame a mí; si es nuevo en el sector, prefiero que esto sea algo… espontáneo.
—Como tú desees —acepta Lucas con una sonrisa cortés—. Cualquier cosa, me buscas. ¡Feliz noche de fantasía! —añade antes de darme un beso fugaz sobre los labios.
—Gracias —sonrío de lado y le guiño un ojo.
En cuanto se aleja de mí para atender a otra persona, yo me dirijo con paso seguro hacia la barra y ocupo el taburete libre que hay al lado del chico nuevo. Noto su mirada clavada en mí de forma instantánea. ¡Bien! De reojo capto cómo me repasa sin disimulo; eso provoca que se me altere toda la sangre del cuerpo. Adoro dejarme cazar, sobre todo porque —en realidad—, la cazadora soy yo.
Hablo un poco con el camarero, sonriendo más de la cuenta y mostrando mis encantos todo cuanto puedo. Pido un combinado especial y espero con mucha sed a que esté listo.
—Joder, ¡qué buena pinta tiene eso! —comenta Marcel cuando el camarero vuelca la mezcla sobre una copa de balón y la decora con un topping de azúcar glasé rojo—. ¿Me pones uno igual? ¡De pronto mi cerveza me parece lo más aburrido del mundo! —comenta entre risas.
He captado su atención. ¡Vamos bien!
—Ahora te lo preparo. ¿Está a tu gusto? —me pregunta el camarero volviendo la mirada a mí, expectante y devolviéndome la pulsera magnética en la que se anotan las consumiciones.
Degusto mi copa, gimo bajito y me relamo los labios con muchísima maldad antes de darle una respuesta al camarero. Lo hago más que nada porque Marcel tiene su mirada fija en mí y tengo que aprovechar para ponerle más cebo en la trampa.
—¡Buah! Está riquísimo —aseguro sorprendida—. Lo has clavado: es fuerte, dulce y tiene algo picante que no identifico.
El camarero sonríe satisfecho y se tapa la boca por el costado para confesarme el ingrediente secreto:
—Tabasco.
—¡Buenísimo! ¿Existía ya este combinado? Así el próximo te lo pido por su nombre.
—No, pero piensa un nombre y lo bautizamos hoy mismo —propone con una gran sonrisa.
Termina de preparar la misma copa para Marcel y, cuando este la tiene en su mano —antes de probarla—, la acerca para chocarla con la mía.
—¡Por tu buen gusto! —propone con una sonrisa muy traviesa.
Lo observo mientras bebemos, ahora que le veo la cara al completo y de cerca, ¡todavía me gusta más! ¡Es guapísimo!
—¡Joder, qué bueno! —exclama visceral y observa su copa sorprendido—. Hay que bautizarlo, yo también querré volver a pedirlo.
Me mira esperando algo. Giro mi taburete hacia él y observo cómo reacciona su cuerpo: también se gira levemente enfocándose en mí. ¡Buen feedback!
—Soy muy poco creativa para estas cosas —reconozco con timidez y me encojo de hombros.
De pronto su mirada cae fugaz sobre mi escote; luego, reprime una sonrisa al volver la vista a mi rostro y ver que lo he pillado mirándome las tetas.
Mi vestido le ha gustado y, saberlo, me ha gustado a mí.
—Yo soy bastante ingenioso —comenta justo antes de acariciarse la barba cortita que lleva y sumirse en sus pensamientos.
Aprovecho para repasar sus facciones sin tener que disimular ahora que está concentrado. Tiene el pelo castaño, muy corto por los lados pero algo más largo y rizado por arriba. Sus ojos diría que son verdes pero hay poca luz como para confirmarlo. Y esos labios… carnosos y llamativos… ¡Ñam, ñam!
—¡Ya lo tengo! —exclama de pronto—. «Sorpresa Explosiva», ¿qué te parece?
¡Suerte que era ingenioso!
Me aguanto la risa por no humillarlo.
—Podemos encontrar un nombre mejor, algo a la altura. ¿Qué te parece… «Estallido Oral»?
El camarero justo pasa por delante de nosotros y me señala en un gesto enérgico con su dedo índice.
—¡Me encanta! «Estallido Oral», ¡lo incluiré en la carta!
—¡Esto se merece una segunda ronda gratis! —le pide Marcel, muy avispado.
—Venga, chicos, ¡claro que sí! Buscadme cuando la queráis y os la preparo —acepta con muchísimo buen rollo.
Sigo bebiendo y saboreando esta delicia explosiva. Suena una canción que me encanta, es «Dile» de Jhay Cortez y me están entrando muchas ganas de ponerme a bailar.