Estallido Oral (Serie CAPRICE) n1
Marcel«Merezco un poco de diversión».
Me lo voy repitiendo internamente a modo de mantra para autoconvencerme de que he tomado una buena decisión al venir. ¡Aunque casi que estoy por terminarme la cerveza y pirarme a casa!
Por cierto, ¿en qué estaba pensando? El camarero se ha aguantado la risa cuando le he pedido una birra. ¡Raro es que tuvieran alguna en la nevera! ¡Que esto es un club liberal! Aquí la gente viene a por copazos.
Bueno, ¡y a por folleteo!
O así me lo aseguró mi colega Mat cuando hablamos del tema. No se podía creer que no me fuera tan fácil ligar; y me sería más fácil si lo hiciera por Tinder o por esa otra app tan famosa, PoliLove. Pero es que no tengo tiempo para citas, ni para conocer a alguien, ¡ni interés! Solo quiero… sexo. ¡Y descargar tensiones!, que ser economista en esta época es muy duro, estoy muy estresado.
Tampoco es que busque solo follar por follar, en realidad lo que me encantaría es vivir una experiencia sexual que fuera impactante, excitante y muy morbosa. ¡Supongo que pido mucho! Pero por soñar…
Mat me dijo que aquí todas las fantasías se hacen realidad. Tendré que verlo para creerlo. Por ahora, veo muchas parejitas y muy pocas chicas solas.
—Hola, guapo, ¿cómo va la noche?
Una voz bonita, dulce y femenina me saca de mis pensamientos. Cuando me giro hacia ella y veo a la mujer que se ha sentado a mi lado y habla con el camarero, siento algo parecido a un impacto seco en el pecho.
¡Hostia! ¡Qué bellezón de chica!
—Muy bien, ¡hoy hay ambientazo! —le responde el camarero muy alegre.
¡No me extraña nada que se alegre tanto de verla! ¡Me he alegrado hasta yo que ni la conozco! Y es evidente que se conocen. ¿Quizá ella sea una clienta habitual? Parece que va sola, aunque con mi suerte, en menos de cinco minutos aparece su marido. ¡Mejor no hacerme ilusiones!
La observo disimuladamente mientras comenta con el camarero la fiesta que hay esta noche. Lleva un vestido negro, corto y ajustado que remarca cada curva de su cuerpo. Se le intuye un pecho pequeño pero magnífico. ¿Y ese culo? Sin querer me imagino mis manos sobando ese trasero respingón que intuyo y…
¡Joder, se me ha puesto dura!
Mirar al frente, beber cerveza, respirar y relajar.
—¿Qué te pongo de beber, guapísima? —pregunta el camarero extrasonriente.
—Quiero algo fuerte, dulce y picante —responde ella muy decidida mostrando una sonrisa que deslumbra a quien la mire.
¿Algo fuerte, dulce y picante? ¡Pero si me quiere a mí!
Vaya, creo que acabo de sentir un flechazo sexual, ¡si es que eso existe!