Sin Prisa
Alessia llamó mi atención desde esa reunión de amigos donde coincidimos por primera vez.La plática giraba en torno al cine y de pronto ambos conocíamos un referente cinematográfico poco usual. Eso me hizo voltear a verla con más detenimiento. Era guapa, pero su interés intelectual hizo resaltar -para mí- aún más ese atractivo.
Tardamos bastantes minutos en acercarnos, reír de lo ñoño que era que sólo ella y yo hubiéramos visto esa película, muy de cineclub, y entonces trabamos plática que nos duró mas de 40 minutos en los que, pese a estar inmersos en la fiesta, durante ese período me dedicó toda su atención y yo fui enteramente de ella. Intercambiamos teléfonos y si bien de cuando en cuando nos vimos de reojo, nadie tuvo prisa por invitar a seguir la noche. De hecho ni siquiera nos preguntamos sobre el status de soltería de cada quien. Fue pura atracción sapiosexual.
Durante una semana nadie estableció contacto, hasta que de pronto, ella apareció entre mis nuevos contactos de instagram: había descubierto mi página de fotografía. Mi experimentación con el retrato, y sobre todo con modelos vestidas sólo con luces -lightpainting- llamaron su atención: ella era artista visual y tenía una página también interesante de trabajos similares.
Flechazo total. Tenía que acabar trabajando al menos una sesión con ella.
Le llamé, le hice patente lo cautivado que estaba por su trabajo como diseñadora y como artista. Me confió que al día siguiente de la fiesta descubrió mi página de fotos, la escudriñó con paciencia y morbo. Descubrió con qué modelos habíamos trabajado en común, y -eso lo desconozco aún- quizá hasta pidió referencias. Hizo bien su tarea. Y además, conocía el valor de la paciencia.
La llamada terminó en invitación a cenar en mi departamento al siguiente viernes.
No puedo negar que una pequeña dosis de nervios me asaltó en ocasiones durante esa semana. Pero por fin llegó el viernes por la noche. Mi departamento bien limpio, iluminación controlada. Mi sistema de sonido hacía que la música sonara en cualquier habitación, pero a un volumen controlado, esa ha sido una de mis armas infalibles: playlists que pueden acompañar sensualmente la hora de la cena, y cuya tensión musical va en aumento por el siguiente par de horas, con altavoces que inundan la recámara y se mezclan a la perfección con los gemidos de la visita en turno. A veces tres copas de tinto, la música correcta y un beso largo en el momento correcto, logran más que cualquier droga, para detonar dos bombas de estrógenos y testosterona contenidas en dos cuerpos.
Dos horas de cena. Platicamos sobre escultura, pintura, música, cine... y nuestras páginas como fotógrafo y como artista visual. Me mostró dos trabajos recientes suyos de bodypaint.
-¿Qué? ¿Trabajas pintando cuerpos desnudos para ser retratados?
La imaginé en su taller y mi pantalón empezó a denotar mi excitación. Imaginé sus pinceles tocando una piel, mientras ella plasmaba el torrente creativo que siempre demostraba, pero sobre un lienzo vivo.
-Quiero eso contigo, le dije.Me encantaría no sólo hacer un estudio fotográfico cuando hayas acabado de pintar a tu modelo, sino documentar todo el proceso, fotografiar cómo vas construyendo la idea, ver tus manos, la piel de tu modelo, tus ojos brillando por las ideas, y tus dedos retocando sobre diez centímetros cuadrados de la epidermis de tu lienzo, que sin duda respira, siente y conecta mientras tú -metafóricamente- le haces el amor con los pinceles.
-A veces no es tan metafórico, me contestó. La confianza que me otorgan y el contacto con la piel, a veces hace irremediable acabar en la cama.
-Justo ESO quiero ahora contigo. Le contesté al momento de cerrar sus labios con un beso que se prolongó interminables minutos. Parecía que nos iríamos directo a la cama.
Me miró coqueta y me dijo: Quiero dos postres. El segundo serás tú. Pero primero quiero ese helado que traje y guardé en el congelador.
¡Lo que hubiera dado por en ese momento arrodillarme y meterme por debajo de su falda para buscar lamer su coño!
Pero le seguí el juego y fui a la cocina, para servir el helado...
(Continuará)