Amigos que follan
Llegué al club como siempre, con todos mis sentidos alerta y amplificados.Era temprano y aún no había mucha gente, por lo que mi acompañante y yo entramos sin problemas.
Le enseñé todo el club repasando yo misma cuartos ya olvidados.
Comenzamos la noche en la pista con una copa en la mano y baile sensual que nos hacía buscarnos los labios una y otra vez y pegar nuestros cuerpos para acompañar el ritmo.
Después de uno de esos besos apasionados, fuimos a descubrirnos y coger de la taquilla nuestras toallas y chanclas.
Nos metimos en el primer cuarto que vimos, mordiscos, arañazos, pasión, juegos, ternura salvaje y mucha comunicación.
Disfrutando el camino, sin prisa por acabar, me encantan los hombres así.
De allí fuimos a la piscina y mientras recorríamos nuestros cuerpos en el agua un grito nos sobresaltó e hizo reír a carcajadas. Aún seguíamos con la broma mientras su polla estaba en mi boca, lamiendo, entrando y saliendo, aprendiendo sobre nuestros gustos sexuales y riendo con nuestras tonterías entre charlas intrascendentes.
Descubrimos tener pasiones en común.
Salimos de las duchas para ir a fumar y volver a la pista.
Él con la toalla sobre los hombros, desnudo, sexy, salvaje y aun así de sonrisa y broma fácil y contagiosa.
Los bailes en la pista acompañaban nuestras risas mientras jugábamos con nuestras toallas y la gente nos miraba, pero no nos importaba, mis uñas clavadas en su espalda mientras besaba mi cuerpo olvidando el resto del mundo.
Volvimos de la mano hacia la parte de spa.
¡Jacuzzi vacío! Mientras él iba al baño, volví a dejar la toalla y al salir le pedí que entrara conmigo y eso hizo.
Las burbujas, los besos, nuestras manos y labios se buscaban con desesperación. Hasta que me puso a cuatro con un buen movimiento. Quería que siguiera clavando en mí su polla, clavándose en mis entrañas..
Fuimos empapados del Jacuzzi a la primera cama que encontramos y seguimos dejando que la pasión nos poseyera, sin dejar de movernos, quería que nos corrieramos a la vez, pero mi cuerpo ya ni sabía cuántos orgasmos llevaba cuando llegó otro y él hizo lo propio. Nos tumbamos uno al lado del otro sin resuello, jadeando y besándonos.
Hablamos mucho, allí, en la terraza, en la pista. ¿Quién dice que no puedes encontrar un amigo con quien follar de vez en cuando?