La Dama Gozadora..

*******itt7 Hombre
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La Dama Gozadora..
Se había identificada así. Como Dama Gozadora. Que sabia gozar, disfrutar…y esperaba eso, un hombre servidor, que pudiera satisfacerle…corresponder a sus deseos, sus ideas, sus preferencias….que ponga el placer de ella, de la dama, encima de todo….sobretodo sobre el suyo.

El placer de las mujeres…En la imaginación había muchas maneras de conseguirlo, la más fácil, de dejarse llevar y guiar por la voluntad y las ganas de una dama. De una Ama…? De someterse y ponerse a su disposición. De fungir como instrumento de ella, como juguete de placer…funcionando casi como un consolador….

En la realidad, podría funcionar muy bien, eso….Pero, podría ser mucho más difícil….solo el encuentro podría revelar si realmente existiera esa compatibilidad necesaria, por mi parte.

No siendo profesional, buscando el carisma, la atracción, la radiación excitante de una mujer plena, solo eso podía encender la llama que me hacia esclavo, que me empujaba en el suelo, para entregarme a la Ama, para ofrecerle todo lo que le pareciera….

Llegué a la casa de la dama gozadora a las ocho en punto. Como habíamos quedado….yo sólo tenía una idea muy vaga de ella, por una Foto, medio borrosa….ella sabía de mi, menos aún…Una parte del cuerpo, sin la cara….vestido de un arnés de cuero y de un calzoncillo estrecho brillante, de charol. No le interesaba nada más, había escrito..

Me abrió la puerta, vestida de una manera muy elegante…con un conjunto negro, de cuero…. ciertamente irradiando lo dominante que me fascinaba. Me presenté de la forma convenida, me puse de rodillas y dejé la rosa en sus pies…..

Ahí me dejó esperar unos tantos minutos, mirándome, controlándome, de arriba, si realmente no levantara mi cara. Los ojos abajo, en sus pies. Reconociendo mi lugar.

Me puso el collar que había elegido y así como lo habíamos escrito. Como confirmación de que me usaría esta noche. Me llevó a una sala y me enseñó mi lugar. A sus pies.
El sillón de estilo clásico bien podría ser trono. Los utensilios necesarios estaban listos, puestos sobre una mesa pequeña. Se sentó, de la forma más cómoda, con las piernas muy abiertas, enseñando me mi nuevo puesto de trabajo.

“Adelante “, dijo, nada más, dirigiéndome, mi cabeza con la fusta en su mano. Sentí un momento de mucho alivio, empezando con mi labor en su coño. Recibí los primeros golpecitos en mis hombros. Estábamos en lo nuestro.
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