Ama de llaves 3

Cuando bajó, aquello ya parecía un avispero con la gente haciendo su trabajo.
Fue a la habitación de la señora, la había hecho llamar.
• Anteayer llegó Martín- el corazón de Aurora se desboca recordando a aquel niño que siempre tiraba de sus trenzas, y al adolescente que, cuando se fue a estudiar fuera, le robó su primer beso y prometió volver y pasar la vida junto a ella.
• Ayer se pasó el día durmiendo, descansando del viaje. Pero hoy ya está listo para la presentación como nuevo señor "en funciones " de la casa.
La puerta de la habitación se abrió, era un hombre alto, ancho de espaldas y con una cuidada barba pelirroja.
El corazón de Aurora se detuvo, era el hombre de su sueño ¿Qué hacía allí?
• Madre disculpe, no sabía que estaba reunida.
• ¿Martín?- preguntó Aurora mirando sus ojos.
• ¡Aurora, eres tú!
Se dieron un largo abrazo hasta que la señora carraspeó.
• Sé que de niños érais muy amigos. Pero Aurora es ahora nuestra ama de llaves, y será la encargada de que todo esté a tu gusto. Puedes retirarte- dijo mirándola a ella.
Aurora salió de la habitación rememorando la noche anterior y decidió ir a su habitación a ordenar sus ideas.
Unos golpes tranquilos la sobresaltaron. Abrió la puerta y Martín entró y cerró la puerta tras él mientras la abrazaba de nuevo.
Ella pudo notar su erección en ese abrazo y su cuerpo empezó a temblar, era un día caluroso pero ella aún sintió más calor del habitual.
Martín se separó lo justo para besarla. Y ella invadió su boca con la lengua, con sus labios.
Él no tardó nada en empujarla hacia el camastro, donde empezó a desabrochar sus ropas hasta quedar desnuda delante de él.
Él hizo lo mismo y esta vez no se anduvo con juegos ni caricias más que en su cara, bajando los dedos por su cuerpo hasta llegar a su sexo y después de masturbarla con la lengua, sintió ese deseo de sentir su erección dentro de ella y él no se hizo esperar, pero esta vez dejaron la mente vacía, no había ruido, más que el de sus gritos ahogados que parecían no dejarla ni respirar.
Nada más verlo y reconocerlo, su cuerpo reaccionó llenándolo de ganas de tenerlo entre sus brazos y piernas.
Ella se detuvo para hacer que se pusiera debajo de ella y llevar el ritmo de sus embestidas mientras él decía entre jadeos
• No aguanto más.
Ella se acercó a sus labios para besarlo y hacerle entender que eso era lo que quería.
Apoyó las manos sobre su pecho sin dejar de mover las caderas arriba y abajo y empezó a temblar cuando sintió como se llenaba de él. Alargó el movimiento tanto como pudo, hasta caer exhausta y jadeando sobre su pecho. Acariciando su barba y admirando su sonrisa.
• Mejor aún que en mi sueño- dijo él.
• ¿Soñaste con esto anoche?- preguntó ella.
• No- respondió él- lo viví.
Ella lo miró tapándose con la sábana.
• ¿Qué quieres decir?
• ¿No lo recuerdas?- ella negó sin más explicaciones.
• Te vi salir al jardín y te seguí, te hice el amor como tantas veces soñé estando fuera. Te quedaste dormida en mis brazos y te subí hasta tu habitación, me abría quedado contigo, pero no pude "Wolf", mi lobo me advirtió de lo que pasaría entre nosotros y se está cumpliendo la profecía.
• ¿Qué profecía?
• Estar juntos en esto.
• ¿En qué?
• En nosotros y nuestro futuro. Tú estarás a mi lado en esto, y con los lobos.
Se quedó dormida desnuda en sus brazos y cuando despertó él ya no estaba ahí, pero sí su olor en la almohada y el olor a sexo de los 2.
Necesitaba unir piezas. Lobos de ojos rojos, sabor a deseo, lujuria y placer.
Solo sabía que quería seguir, que despertar junto a él y volver a bajar para volver a disimular , la ponía muy cachonda