Tu nuca. Parte 2
Caminamos por el pasillo hacia su habitación uno junto al otro sin mediar palabra. Su mano debajo de mi vestido acaricia mi culo al caminar. El roce de su mano me eriza la piel, es como navegar en aguas tranquilas y sentir como se mece el barco en un cálido balanceo. Camino y suspiro, suspiro y me dejo sentir como sus dedos traviesos se cuelan por mi entrepierna desde atrás. Bamboleando su culo acoge mi mano, que dulce contoneo. Mis dedos ávidos recorren cada rincón, su redondez, su suavidad, su humedad entre las piernas, su calor. Nos vamos acercando, mi respiración se agita. Siento mi polla dura debajo del pantalón, palpita, humedece mi slip. Llegamos a la puerta, paro, me mira, la miro, nos fundimos en un beso. Fundir es la palabra porque es como si hubiera una sola boca, una misma sintonía, nuestras lenguas bailan al compás. Aparto la cara, ella suspira, abro la puerta sin despegarme y entramos juntos a la habitación.
Nuestros cuerpos sin despegarse, siento su calor, su aliento en mi cuello. Despacio me lleva y me apoya mirando a la pared, me sube los brazos por encima de mi cabeza y entrelaza sus manos a las mías. Le siento desde atrás en la penumbra, su cuerpo cubre al mío, noto su polla en mi culo, mis caderas se mecen acunando su polla que lejos de dormirse despierta y la siento latir en mi culo. Sus manos se deslizan por mis brazos en una caricia bajando la cremallera de mi vestido. Por instinto mis brazos descienden también mientras el desliza los tirantes por mis hombros. El vestido cae como un telón, la tela en el suelo no anuncia un final sino un principio.
Su espalda desnuda, solamente la cubre un tanga negro. La observo, nada más su silueta en la oscuridad. Su cuerpo un paisaje en la noche de luna llena, sus hombros colinas por las que escalar, su culo regazo donde descansar, su entrepierna oasis donde calmar mi sed. Ella permanece quieta, beso su nuca, me entretengo en su cuello, es como una caída libre por el Gran Cañón. Mi cuerpo desciende surcando su espalda, yo de rodillas agarrando sus caderas me adentro en ella, en sus lugares más escondidos.
Aparta mi tanga a un lado, la caricia de la tela al moverse me produce cosquilleo, siento su aliento que se acerca mas y mas a mí. Su lengua se adentra desde atrás, la siento en mi culo, luego en mi coño. Mis piernas flaquean, se abren permitiéndole adentrarse más. Sentir su lengua es una suave delicia. Cierro mis ojos y me dejo llevar de nuevo en ese dulce balanceo. Es como surfear las olas. Esperas, la ves venir a lo lejos, cuando la sientes detrás, casi encima, empiezas a remar como en una carrera, tú, la ola y el mar, en perfecta sintonía. Al coger bien la ola te notas subir y volar, entonces es solo navegar sobre la tabla. Allí me encontraba yo, navegando en el mar de su boca, dejándome llevar encima de la ola, en lo alto.
Ella está completamente entregada, gime, arquea su espalda, mueve sus caderas. Yo lamiéndola como el niño que rebaña el plato de tarta con la lengua. Siento su calor, es como tener mi lengua en chocolate caliente. Su sabor en mi boca abre mi apetito más y más. Ella en un susurro me pide: - fóllame.
Yo sigo chupando. Alza la voz: - fóllame, quiero que me folles.
Obediente me alzo, desabrocho el pantalón y saco mi polla, ella arqueada saca su culo a mi encuentro, me acerco, tomo mi polla con mis manos y la hago pasear por su coño de arriba abajo. Ahora me siento como un niño juguetón, un niño inquieto rebañando el chocolate de una taza, es como si untase mi polla de su esencia, me impregno de su humedad, siento su suavidad. Ella gime suplicante, es entonces cuando me adentro.
Siento su polla dentro, siento su cuerpo pegado al mío, apoyada en la pared recibo sus envestidas, despacio. Agarra mis pechos y aumenta el ritmo. Los dos perdidos en un intenso movimiento. Los dos encontrándonos en una sola canción. Los dos bailando en una rítmica sintonía. Los dos al son. A ese son que nos lleva, a ese son que nos trae, a ese son que acaricia, a ese son que enloquece. Nos dejamos llevar por la música de nuestros gemidos, entregando nuestros cuerpos en ese vaivén, somos dos bailarines entregados a ese son y su apoteósico final.