TU NUCA, parte I
TU NUCALa primera vez que la vi ni siquiera me había fijado en ella, yo estaba atento a la conferencia. Los primeros ponentes del congreso utilizaban todas sus energías en captar nuestra atención, pero la novedad me llevo al tedio. Distraído en los papeles mire al asiento de abajo, la inclinación del auditorio permitía tener una perspectiva de la sala y de todas las personas presentes alrededor, en especial las que se sentaban delante de mí. Difuso mire su nuca, tenía una melena castaña recogida por un moño casualmente hecho que despejaba su cuello y dejaba caer dos mechones de pelo a los lados. Su camiseta de tirantes abría camino a su espalda de piel blanca como una escultura griega.
A partir de ese momento mi mente solo divagaba entre su cuello y su espalda, imaginaba mi mano caminando por su piel, acariciando su pelo. Pensaba en mi boca besándola por detrás en su nuca, sintiendo su suavidad en mis labios. El descanso del café llegó, se giró para coger la chaqueta y me miró regalándome una sonrisa.
Cuando cogí mi chaqueta él chico de detrás me miraba intensamente, yo me ruboricé. No puede evitar fijarme en su boca perfectamente delineada, labios carnosos que me gratificaban con una sonrisa. Eran labios para ser besados. Recogí mi bolso y salí deprisa, mis compañeras bajaban las escaleras del auditorio sin esperar y yo me había perdido entre las suntuosas curvas de una boca desconocida. Baje hacía ellas con la mente en otro lugar, al llegar al bar pedí mi café que endulcé con imaginarios besos húmedos.
El día había sido largo, demasiadas conferencias, era como querer amortizar un fin de semana con una infinita sabiduría que supuestamente nos haría mejores en nuestro trabajo. Cómo ser el empleado del mes en un fin de semana. Baje al restaurante del hotel, ni siquiera me apetecía salir a cenar. Allí estaba él con sus vaqueros ajustados que intuían un perfecto culo prieto, una camiseta blanca que marcaba sus hombros y su pectoral. Él enfocaba su atención en rebañar la tarrina de helado de chocolate y lamía la cuchara con placer. No había mejor imagen que esa, mi único pensamiento ser cuchara y poder sentir su lengua sobre mi piel.
Terminaba mi helado, de reojo veía la puerta de entrada, sin alzar mucho la vista puede vislumbrar su silueta. Llevaba un vestido corto negro, era holgado de tirantes, su cuello su timón que la dirigía hacia mis más profundos pensamientos. Sus mechones de pelo sus velas que al ondear con su caminar impulsaban mi mente a navegar entre las telas de su vestido.
La seguía el paso hacia el mostrador, disfrutaba de sus piernas al caminar, finas, esbeltas, y sujetas por unos lindos pies enjaretados en unas sandalias de tiras negras. Ella disimulaba, pero era consciente de que la miraba y la seguía el paso. No pidió más que un sándwich y una coca-cola y se sentó descaradamente en mi mesa con un simple hola, con rubor en las mejillas me dijo:
• ¿Estás en el congreso también, verdad? hoy me pareció verte sentado detrás de mí.
Conversamos un largo rato mientras se tomaba su ligera cena, nos fuimos presentado, comentando las diferentes ponencias y poniéndonos un poco al día de nuestras vidas. Todo aquello me resultaba circunstancial yo solo deseaba meter la mano debajo de su falda. Terminamos y nos dirigimos al ascensor para subir a descansar en nuestras habitaciones.
En el ascensor, los dos solos mirándonos intensamente. Yo sentía su calor y él veía mi deseo reflejado en mis ojos. Mi lengua recorrió mis labios de un lado a otro humedeciendo mi boca seca por la tensión, ese movimiento pedía a gritos que se acercase y calmase mi sed. Así lo hizo en un lento movimiento aproximo su boca a la mía, nuestros labios se fundieron en un suave beso, roces de bocas que quieren conocerse, lenguas que quieren profundizar en lo desconocido, mezcla de sabores que fusionan en el mayor de los deleites. Dos lenguas entendiéndose, paseando por los humedales de dos seres que se atraen, que quieren recorrerse centímetro a centímetro.
Yo me siento vencida por sus besos, mi cuerpo desarmando se abre a la batalla del placer inmenso de sus manos bajo mi vestido, despacio en un lento asedio hacia mi coño acarician mis muslos, apartan mi braguita hacia un lado y sus diligentes dedos se mueven por mi clítoris entrando suave dentro de mí, yo los siento lentos entrar y en un rápido movimiento entran y salen varias veces. Mis piernas flaquean, un impulso sube por mi espalda llenándome de placer, quiero más, pero los traviesos dedos salen rápidamente y las puertas del ascensor se abren.
Siento su coño mojado al instante, es como patinar en una pista de hielo, mis dedos solos se deslizan y entran dentro. Siento su calor, siento sus paredes que acogen a mis dedos con ternura, disfruto de su excitación, la oigo gemir despacio, muy bajito y siento como sus piernas se doblan. Las puertas se abren y tengo que parar, pero quiero más, quiero más.