FIN DE SEMANA EN VERA - 6. MISS DAISY
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6. MISS DAISY
Me acaban de invitar a una boda, esta misma tarde. Ya estoy pensando en el evento. Porque una boda en zona de playa tiene que ser algo inolvidable. No como cuando vas una boda en Toledo, con 40 grados a la sombra en el mes de agosto (Carmena, nunca te lo perdonaré… ah no, espera, que esa era la amiga de una a la que se le metieron unas cremas en el bolso).
No no, una boda en la playa estilo ibicenco tiene que ser lo más, aunque no he preguntado quien se casa, pero ya tengo el modelito elegido. Porque yo cuando viajo, viajo y voy preparada. ¿Qué me invitan a una boda? Pues yo voy. Que en mi maleta tengo de todo.
Una ceremonia en alguna terraza con vistas al mar, incluso en un acantilado, como en la película esa de Meryl Streep que llevan a la novia en burro y suben por un caminito mientras ella le canta a Pierce Brosnan, ainsss… qué bonito (ninguno de mis nuevos amigos se parece a Pierce, jo). Pues eso, un altar decorado con elementos naturales, como flores silvestres y telas blancas que fluyen (fluir es importante, aunque parezca que no, que ya lo dicen en la tele: be water my friend, aunque mis nuevos amigos más que water, son gaseosos), cojines de terciopelo en el suelo, o sillas rústicas pintadas a mano, decoradas con flores. Y luego un cóctel con champán, claro… ainsss.
Mis nuevos amigos se levantan y dicen que se van a pasear por la playa, que si voy con ellos. Les digo que no, que mejor me quedo (ellos todos desnudos, negros como cucarachas, rejuvenecidos por Ra y yo con mi bikini, mi moreno aspirina y sin rejuvenecer parezco la chica punto de encuentro.) Miss Daisy y Luisito prefieren quedarse. Pues bien.
Y eso, que un cóctel con champán muy frío bajo una pérgola decorada con guirnaldas y luz tenue. Y los camareros van trayendo los aperitivos a las mesas altas, dispuestas de forma aleatoria, con manteles blancos… ainsss.
Luisito, que estaba sentado en la toalla, se acaba de caer para atrás y duerme. Criaturita… si es que madrugar tanto para estar a las 8 de la mañana haciendo taichi, pues está cansado. Normal, si es que ya tiene una edad. Y Miss Daisy lo mira muy tierna. Y se levanta y coge el bronceador.
— Es que no quiero que se queme, ¿sabes, Seren?
— Claro, Miss Daisy.
Miss Daisy tiene una voz muy dulce, quizá igual es por eso que le llaman Miss Daisy. Lleva un collarcito de perlas y un sombrerito monísimo, los labios pintados de rojo y sus gafitas de sol. Es la más bajita de todos, quizá mida 1,55 con un poco de suerte.
— ¿Y por qué te llaman Miss Daisy, Miss Daisy?- (¿Por qué me repito? Ni idea).
— Porque son unos cabrones, Seren. Me pusieron el apodo el primer día, cuando nos conocimos. Y mira que les tengo amenazados, pero ni por esas. Según ellos, solo me falta Morgan Freeman para que sea la perfecta Miss Daisy. Dicen que soy una antipática y muy autoritaria. Gilipollas, todos, eso es lo que son.
— Ahhhhh…
(A tomar por culo el tono dulce de Miss Daisy y salió una camionera, que si tuviera bolsa escrotal sería del mismo tamaño que la del señor de antes).
Y empieza a darle el bronceador a Luisito, que sigue dormido.
Y yo pienso que la comida que se servirá en la boda será fresca, cocina mediterránea de un chef de la zona, mostrando las bondades de la cocina local. Y la música será una parte fundamental de la celebración… ainssss.
Luisito se incorpora de repente, (¡coño, qué susto!), y le pregunta a Miss Daisy que qué hace. “Pues darte crema, que no quiero que te quemes”. Había empezado por los pies, pero como ya está incorporado, sigue por la espalda.
Y la observo. Esta mujer ha dado crema antes, se le nota. Es que la da muy bien, ni un centímetro se deja sin cubrir. Y se lo digo (porque yo, de natural, soy muy educada):
— Oye, Miss Daisy, das la crema muy bien.
— Es que en el fondo estás dando un masaje. Y es una experiencia muy sensual y relajante. Normalmente, se realiza en un entorno privado y cómodo y hay que enfocarse en estimular la conexión emocional y física entre dos personas. A menudo, este tipo de masaje se realiza entre parejas con una relación cercana y de confianza.
(¡Qué filosófica se ha puesto! Aunque eso de conexión entre dos personas, siendo un matrimonio holgado, no lo tengo muy claro).
— Durante un masaje íntimo, se utilizan movimientos suaves y delicados para acariciar y masajear áreas del cuerpo que suelen considerarse más sensibles y erógenas, como el cuello, los hombros, la espalda baja, los muslos y el abdomen. El ambiente se crea cuidadosamente para ser relajante, con iluminación tenue, música suave y aromas agradables que ayudan a establecer una atmósfera íntima y romántica.
(Ya te digo, que hasta yo me estoy poniendo en situación. Y Luisito también está relajado, que se ha vuelto a caer. Y no digo tumbarse, no, digo que se cae, que menudos dos golpes se ha dado esta criatura en la cabeza. Creo que los dientes se le han movido y todo).
— La clave de un masaje íntimo es la comunicación y el respeto mutuo. Antes de comenzar, las personas involucradas deben hablar sobre sus límites, preferencias y comodidades para asegurarse de que ambos estén en la misma página. Durante el masaje, es importante estar atento a las reacciones de la otra persona para ajustar la presión y el ritmo según sus necesidades.
(Y sigue con el “ambos”, las “dos personas”… pero sigue, sigue Miss Daisy. Me interesa la parte que aborda ahora, que se acaba de sentar entre las piernas de Luisito…).
— Un masaje íntimo, Seren, no necesariamente tiene que conducir a la intimidad sexual, aunque puede ser una forma de aumentar la conexión y la excitación entre las parejas. Lo fundamental es la intimidad emocional y física que se fomenta a través del toque cariñoso y la atención plena.
Y suavemente, sube por la entrepierna, acaricia los testículos con una mano, mientras con la otra sube y baja el pene muy lentamente. Y lo hace de nuevo, cambiando las manos.
(Luisito, ni fú ni fá. Duerme. ¿O se lo hace para que siga?)
— ¿Sabes donde está el punto P, Seren, el que más placer le causa a los hombres?
— Ehhhh… no, no lo sé Miss Daisy. (Ni puta idea, Miss Daisy, pero esto me interesa).
— Te lo cuento si te quitas el bikini. Si no nos ve nadie, mujer…
(Cuando el tonto coge la linde, se acaba la linde y sigue el tonto… sólo nos ven las 200 personas que nos rodean. Pero accedo, total estoy sentada y no me va a ver nadie. Y este tema me interesa mucho).
Me lo quito, vale. Pero no me pongo de pie. Me quito la parte arriba y la meto en la bolsa y la parte de abajo me la quito sentada, escurriéndome como una lagartija, coño, qué vergüenza… En cuanto me lo cuente, y antes de que vengan todos, me la vuelvo a poner corriendo).
— Pues mira, Seren, el denominado "punto P" tiene su localización en la glándula prostática, una estructura de dimensiones comparables a una nuez, situada en proximidad inferior a la vejiga, envolviendo la porción superior de la uretra, el conducto por el cual la orina es expulsada desde el pene.
(Lo que sabe esta mujer, no es cosa solo de MarujaperomellamanMaru… y qué dulzura al hablar).
— La función primordial de la próstata radica en la generación de una porción considerable del líquido seminal, esencial para la formación del semen durante el acto de la eyaculación. Durante momentos de excitación masculina, la próstata se expande, y en ese preciso instante, la aplicación de presión en esta área conlleva una sensación de intenso placer, potenciando la experiencia de los orgasmos de manera significativa.
Y ella sigue masajeando a lo suyo mientras me habla. (Luisito no se quema el pene ni de coña). Y va bajando por el perineo y Luisito parece que quiere despertar, porque se estremece, pero no se levanta. Y ella sigue, subiendo y bajando por toda la zona, acaricia con ambas manos, libera el prepucio para darle crema también… y me está poniendo de un cachondo Miss Daisy que no es ni medio normal…
Y entonces coge otro bote de la bolsa. Lubricante efecto frío, pone el bote. Se echa en las manos y sigue con su fricción. Y Luisito parece que abre más las piernas. Y ella que baja al ano, (peludo, eso está todo peludo) y zasss… le mete a Luisito el dedo en el culo. Aquel ano, relajado, y Miss Daisy moviendo el dedo dentro, se relaja más… y yo pensando que el que busca, halla.
— Aquí está, ¿lo ves Seren?
A ver, yo ver, lo que se dice ver, no veo nada. Porque además he cerrado los ojos (bueno, solo uno, que tengo que ser honesta) y estoy esperando que ese ano peludo se libere, y no de la misma forma que en el taichi, en estado gaseoso, sino más bien en estado sólido.
— Relaja cariño, relaja…-susurra Miss Daisy.
(Más relajado no puede estar Luisito, que está dormido, o fingiendo que está dormido, quien sabe. Pero además ¡cómo se va a relajar si le tienes cogida la polla, en estado morcilloso, y le has metido un dedo en el culo? O quizá el “relaja cariño” es para mí).
— Mira Seren…
Y le mete otro dedo.
(¡Hostia hostia! A Luisito le caben dos dedos… sin comentarios).
Y oye, que qué fluido va aquello. Que parece que los llevara puestos todo el día, los dedos. Espero que no se decida a meter uno más…
Y Miss Daisy sigue masajeando la zona. Y verle las manos a esa mujer es hipnótico…
— Oye, Miss Daisy, ¿esto lo haces cada día? A Luisito, digo.
— A Luisito y a todos. Aunque luego los cabrones se quedan tan relajados que se quedan dormidos y no me dan mi ración de polla…
(Se fue Miss Daisy y vino la camionera, ainsss…)
En ese momento Luisito se incorpora, no parece haberle ni gustado ni molestado. Miss Daisy saca los dedos, y ¿a que no sabéis lo que hace? Eso mismo. Se limpia en mi toalla. A tomar por culo mi toalla nueva llena de restos del culo de Luisito. Porque hay restos, que yo los veo. Se me acaba de ir la excitación. En eso estoy, pensando dónde se fue mi excitación, cuando Luisito se vuelve a caer para atrás. La madre que le parió, a mí no, a Luisito.
— Oye Miss Daisy, Luisito tiene el sueño muy inquieto, ¿no?
— Es que tiene necrofilia.
— ¿Qué tiene atracción por la muerte? (No quiero pensar que Luisito se hace pajas cada vez que se muere alguien).
— No mujer. Es el trastorno ese que se quedan dormidos de repente, y pueden ser episodios breves y súbitos, o sueño profundo.
— Narcolepsia, se llama- le digo.
— Eso, Seren. Necrofilia.
(No-me-jodas. Que Luisito es el experto en BDSM. Que es el que ata y azota y escupe -¿se le habrán escapado alguna vez los dientes al escupir?- y si se queda dormido, ¿cómo te desatas?).
En esto que vuelven del paseo. Y que si apetece un cigarro, pues venga. Y todos fuman. Llevan en la bolsa medio cartón de tabaco, porque cada ronda son 10 cigarros, 11 con el mío. Y que si apetecen unas cervezas, porque tienen nevera playera, pues venga. Y yo con un café en el cuerpo bebiendo y fumando en la playa a las 11 de la mañana.
Pau le dice a MarujaperomellamanMaru que si le da crema en la espalda. Debe saber que Miss Daisy te mete el dedo en el culo y por eso no se lo pide a ella. Y MarujaperomellamanMaru coge el bronceador de spray, y en cinco segundos le ha puesto crema. Parece que está desinfectando algo, matando bichos. Definitivamente MarujaperomellamanMaru no es tan dedicada con los masajes como Miss Daisy.
Pero yo estoy muy contenta porque esta tarde me voy de boda… Y porque se está tan agustito desnuda, que ahora no tengo ganas de vestirme. Textil, naturista y ahora nudista, ¿quién da más?
(Mi cuerpo me está pidiendo un par de excesos…)