Caparotalia (Capítulo VI) 2a parte de ¿Nos vamos?
VI—¡Adrián, Adri-án, Adri-áaaaaaaaaan! ¡Venga, despierta! Tienes que vestirte, nos vamos a casa que hoy te dan el alta— Exclama Eva mientras encuentra durmiendo a Adrián cuando va a buscarlo al hospital.
—¿Nerea?
—¡Adrián, soy Eva! No sé quien es Nerea y me estoy hartando de que mientras duermes digas su nombre sin parar.
Adrián continua en estado de choc. Es incapaz de entender su situación, no sabe cómo afrontar su vida, una vida donde siente que no encaja, con una persona totalmente desconocida para él. Se aferra al recuerdo de Nerea y no quiere nada más.
—Eva, por favor, vuelve a explicarme como he llegado a este hospital.
—¿Otra vez? —la paciencia se le está acabando a Eva.—Bueno, no te preocupes, las veces que haga falta—intenta disimular su disgusto.
—Un lunes fuiste al puerto a trabajar como siempre, eres comercial de una tienda de barcos. Tu jefe, Víctor, me explicó que un cliente te pidió probar un velero antes de firmar la compra y le avisaste por teléfono que salías a dar una vuelta. Amenazaba tormenta y no era nada oportuno salir del puerto, pero te insistió tanto que para no perder la
venta accediste. Las nubes se cerraron y la lluvia empezó a caer con fuerza. Tuviste mala suerte o te la buscaste, no sé, pero por el golpe tan fuerte en la cabeza que te dejó en coma, parece ser que resbalaste y te caíste. El comprador devolvió el velero al puerto y llamó a una ambulancia.
—¿Era un hombre? Has hablado de un comprador.
—He preguntado muchas veces, pero nadie me da las respuestas que necesitamos. Hablo en general, sólo tu sabes quien era el comprador o compradora y justamente no te acuerdas de nada. No sé si tengo que agradecerle haberte salvado la vida o estar cabreada por haberte puesto en peligro. De todos modos también era tu responsabilidad y no puedo entender por qué saliste a navegar en ese momento, cuando siempre eres muy prudente en el mar.
—Quiero ir al puerto ¡Lo necesito! Quizás entonces recordaré algo de lo que pasó.
—Lo siento, Adrián, esta tarde tienes hora al psicólogo para empezar una terapia y recuperar la memoria. Si quieres, podemos ir mañana.
—¡Anula la hora! Primero quiero ir allí, no hace falta que me acompañes.
Continuará...