¿Menopáusica yo?.- PRIMERA PARTE (textos de 15 años)
Los pantys siempre se fastidian en el último momento. Una cascada de sucesos me lleva a sacarme la carrera más larga de mi vida y no es precisamente profesional, ni siquiera de puta, que por lo menos mi cuerpo lo disfruta ¡La madre del cordero! Si me advirtieron que ya estaba seca como un dique, como dicen en estos casos. Recuerdo el día que la menopausia vino vestida de parca, me dio una palmadita en el hombro y me dijo, que ya no era una linda nena sino una viejita hermosa a la que le había abandonado su mayor tesoro. La muy cursi, con las ganas que tenía yo de que me abandonara el instinto de fecundación… Y resulta que hoy, la retrasada mental del anuncio de las compresas de la Coixet, esa que va como una azafata de colorado, viene y me dice que es mi menstruación. Y claro, le dije que un poco tarde, que posiblemente sea la número 8000. La cuestión es que voy al armario de las compresas y no hay, claro si vino mi prima la menopausia ya regalé todas mis compresas y al dar un portazo me rompo una uña. Me pongo las pantys y ¡arrea! La carrera. Para un día que me pongo minifalda y ya no tengo tiempo para cambiar de ropa. El maridito me dice que esta noche vendrá tarde que tiene una reunión… Me suena a tópico. Es la socia la que le pide la versión hard del kamasutra, la muy… Me dice que le compre dos pares de calcetines, para eso sirve la esposa, para comprarle calcetines… Dos velas negras te voy a comprar sodesgraciado. No pa que te mueras, no… Solo para que te quedes impotente perdido porque tienes que seguir pagando el colegio de los niños, la hipoteca, el coche, las vacaciones…Llego tarde al trabajo, solo soy una mujer trabajadora y madre, una entrada en edad y carnes. Algo resentida de la vida sí y algo viejita también, pero bien conservada. Mi marido no se fija en mí, pero él está pitopausico y es sabido que precisa de otros estímulos sensitivos: un coño megarasurado de 21 años, se llama la cosa. Diría yo que es cuasi incesto, pero dejémoslo, que me encrespo y no doy una. Mi jefe tiene una reunión, pero no con coños rasurados, aunque estimo que alguna vez lo hace, sobre todo cuando le reservo suite en el Alcalá Palace. Esta vez me manda a por puros, puros habanos, no puros malos rollos que son lo que yo tengo en mi vida. Además quiere esos buenos de La Habana para un empresario catalán, otro mafioso como él. Un putero y pedófilo, pero mejor me callo y bajo en un momento con mi carrera de por medio en los pantys. Ley de Murphy, un ascensor de cristales, pa que se me vea bien hasta donde llega la carrera en el tercer, segundo y primer piso. Para que las demás, esta vez jóvenes y dispuestas al hard kamasutra se rían de mí. Por cierto, iré a la droguería que tengo que tapar las canas, esta vez el tinte me lo daré también en la almeja, de color rosa y así mi marido se fijará y se pondrá celoso; ni lo uno ni lo otro, no te engañes querida. Pasaré por la farmacia para comprar parches de hormonas, eso es lo que me queda y un abanico en la tienda de los chinos que parece ya empiezo con los sofocos. Hace tiempo que no piso un estanco, con la obsesión de no fumar en todas partes. Pero lo que hay detrás del mostrador no es un muchacho, ni un hombre, es una escultura. Pensé que los deseos se acallaban con la menopausia pero yo acabo de tener otro sofoco por abajo, y voy a necesitar hielo si vuelvo a mirarle a los ojos. Además que mientras atiende a otros clientes, me mira, ahora me ruborizo como una adolescente; pero no… Son los sofocos porque eres una maldita vieja revieja menopáusica por si no te acordabas.
Es mi turno y me pregunta y le digo lo de los puros, con voz sensual a lo sarita montiel, pero no, son los puros para el jefe y el mafioso y ya está. Los compras y te dejas de tonterías, pero esta noche tal vez podría jugar a un solitario, como no tengo que esperar a mi marido. Mejor me pongo los parches. Sovieja, si ya ni sabes usar los dedos. Me mira una y otra vez, me sonríe y le salen esos hoyuelos en las comisuras que tanto me excitan ¡Como sube la temperatura! Seré yo. Menos mal que llevo ventilación por la carrera del panty. La cuestión es que me guiña el ojo, ese ojo verde como el lago de Ercina, como los prados del Valle del Pas, verde que te quiero verde, así soy yo, una vieja verde, se puede leer en mi frente. Menos mal que desvié el pensamiento para bajarme el calentón. Me vende los puros tras intercambio de sonrisas y sutiles ademanes entre glamourosos y persuasivos. Y justo, antes de marcharme me susurra en el oído algo así como « tengo un remedio para que no prosiga la carrera de la media, te la lamo toda de cabo a rabo». Y entonces la catarsis se apoderó de mi cuerpo. Yo, menopáusica, cornuda y chocha y viene un nene que podría ser mi hijo a decirme que me lame ¡Será soloco! ¡Pero Dios mío! Que pase muchas veces; amo los piropos, los piropos sean bienvenidos, me dan vida, me ponen caliente y a la mierda con los parches de hormonas. Mañana vengo al estanco sin medias a por puros, pero no habanos.