¿Nos vamos? (Capítulo IV) 1a parte
IVAdrián siente su excitación enganchado al cuerpo de Nerea mientras la abraza. Sus manos se pasean por la cintura, por su vientre.
Ella gira la cara para besarlo. Adrián le toca los pechos, los aprieta, los disfruta. Nerea también se siente muy excitada, suda y transpira una aroma dulce. Hace mucho calor y los dos brillan con infinitas minúsculas gotas de agua en la piel. La boca de Adrián se desliza por el cuello de Nerea.
Ella sigue atenta y descarada la imagen del espejo mientras, alzando los brazos, le acaricia los cortos cabellos.
Con suavidad y también firmeza, Adrián da la vuelta a Nerea agarrándola por la cintura, la sitúa cara a cara. La mira directamente a los ojos desvelando como la desea. Las manos le recorren los hombros, los dedos juegan con sus pezones, se entretienen en el piercing del ombligo.
Adrián se agacha a la altura de su entrepierna y huele su sexo lujurioso, besa su pubis rasurado y suave. Con los dedos le da un masaje muy estimulante que hace que Nerea gima de placer e intensidad y se ría de gozo. La humedad del sexo de Nerea hace que la erección de Adrián sea más potente. Mete la llengua entre sus labios escondidos y deleita su sabor con pasión.
Nerea toma el mando, coge a Adrián por los hombros y lo sienta y estira en la cama por sorpresa de él. Se acomoda encima de rodillas mientras le agarra las dos manos sobre la cabeza con una de las suyas. Le muerde los pezones salados del ambiente del mar y del sudor.
Él no para de decir su nombre entre suspiros: _Nerea! Nerea!
Le acaricia, le besa, recorre su piel con la lengua, le roza el torso con sus pechos con un sensual roce. Sus labios se pasean por los muslos, las ingles, los testículos, con besos sonoros que vuelven loco de deseo a Adrián. Le lame la polla dura de abajo a arriba, su lengua da vueltas al glande, mientras le mira a los ojos y le sonríe traviesa, se la mete en la boca caliente y la chupa.
Adrián ríe con ganas y le dice con devoción: _Fóllame, quiero más!
Ella, sobre él, mete la polla dentro de su mojado sexo, gimen sin querer ni poder evitarlo. De sus bocas se escapan las desbordadas sensaciones del placer más intenso.
Bailan y dan vueltas por la cama con alegría y complicidad.
Exhaustos después de su desatada pasión, siguen abrazados un buen rato. Al cabo de un largo silencio, se miran, sonríen, no necesitan palabras.
Nerea se levanta, sale fuera y vuelve a tirarse de cabeza al agua.
Adrián va detrás suyo, sin prisa.
Continuará...