MI CASA, MI PLAYA, MIS VECINOS
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MIS VECINOS
Entro a mi casa con la idea de desayunar, pero sin quitarme de la cabeza a ese dios-yogui que parecía que le había puesto el ayuntamiento ahí para mí, porque yo lo valgo, ea. “Juraría que lo conozco”, pensé. Y al mismo tiempo me decía que era imposible que yo le conociera. Im-po-si-ble no acordarme de él si formara parte de mi vida.
Conecto la cafetera, pongo la cápsula. Y saliendo el café, me voy al bolso. Lo cojo, me tumbo en el sofá, abro las piernas y…
rurururururururuururururuurururuururuururururuururuurururuururururuurururuurururuurururuurururuuuuuuurrurururuuuuuuuuuuuuuuuurururururuurururuurururuurururuur ayayayyayayya ummmmmm uffffffffff ahhhhhhh… 15 segundos, qué máquina, el satis y yo y yo y el satis. Ainsss, ahora sí que está rico el café. Esos trabajitos de primera hora que dan la vida, ummm.
Busco mi bikini nuevo. Porque una es naturista, que no nudista, y porque en zona naturista puedo ir como quiera y nadie me tiene que decir nada. Y porque no todos los días se estrena casa nueva y me he ido de compras antes de venir.
¡Qué bikini más mono me he comprado! Y con su pareo a juego y todo. Negro con lunares blancos, que el negro estiliza y yo soy muy lunera, además. Y qué bonito es y que bien sienta. Parte de arriba estilo balconet, que es lo más distinguido y elegante, y que simula la estructura de un balcón, de ahí su nombre, creando soporte y elevación de mis senos, pero desde abajo. Un escote para mirarlo. Un escote de vértigo. La parte de abajo es una braguita, pero escueta. Digamos que se mete un poco en los cachetes (un poco de más, creo, pero tampoco es para tanto). El resultado es fantástico, qué bien me veo. Por último, me ato el pareo a la cadera, me pongo las chanclas a juego, las gafas de sol (fundamentales, que yo soy muy voyeur), cojo la bolsa con la toalla, el libro, el móvil, los cascos, la botella de agua y una sombrilla. Menos mal que voy cerca, justo debajo de mi terraza, ahí voy a estar.
Estoy cerrando la puerta de mi casa y oigo a mi espalda…
— Mooooorning-- así, con soniquete.
Me doy la vuelta y veo a un señor más mayor que mi abuelo, más desnudo que mi abuelo y con una bicicleta. Y yo solo puedo pensar en que soy minero y templé mi corazón con pico y barrena, y que soy minero y con caña, vino y ron me quito las penas. Y necesito eso, un vino y ron y, si me apuras, tres o cuatro mojitos, para digerir esta visión. Intento que mis ojos se queden fijos en sus ojos, aunque ya le he recorrido, y acierto a susurrar…
— Good morning- Desnudo y en bicicleta, ¿dónde va esta criatura? ¿cómo se sienta desnudo en la bicicleta?, me pregunto yo a mí misma porque a él no le voy a preguntar, claro.
— Hello darling. Mi name is George, from Ireland. I am your neighbour, pleased to meet you. I am going to buy choclet y churos, ¿tú querer churos?-- y me sonríe y no tiene dientes, joder, no tiene dientes. Me da la risa, claro, a veces me sale la vena maligna, y me pienso que esto no está pasando. Que no he dormido y que esto no puede estar pasando. Qué huevos tiene –esto no es literal, claro-, porque yo solo le miro a los ojos, pero tengo mirada periférica y veo que va bien armado como para subirse en una bicicleta, desnudo y sin dientes a las 8 de la mañana para desayunar choclet con churos. Pero contesto, porque, de natural, soy muy educada.
— No, many thanks George.- Y sonrío para que vea que yo sí tengo dientes y que puedo comer choclet con churos cuando quiera (educada pero maligna, así soy).
— Ok, next time then. See you later on the beach?- me dice. Que si me va a ver luego en la playa. Piensa sobrevivir al paseo y poder andar luego, claro.
— Yes, of course. See you later!-- (No confío yo en volver a verle, pero le animo así).
Baja con su bicicleta por el primer tramo de escaleras y yo detrás, viéndole el culo, claro. Y si hubiera podido evitarlo, lo hubiera evitado, porque quien me manda a mi ir detrás viéndole el culo a George…
Un piso más abajo, no sé de dónde sale la voz, pero oigo que me dicen…
— Guten morgen- (la madre que me parió. Me giro y los veo. Van desnudos. ¿Es que aquí nadie va vestido? Y una, que es maligna pero educada, saluda)
— Guten morgen.
— Frus jarf binden blofen jandred?- (esto es lo que yo entiendo, pero no sé qué dice, que me he tirado el pisto pero no hablo alemán).
— Dice mi mujer que bienvenida. Y que si no eres nudista, ya que vives aquí...
(La primera en la frente)
— Bueno, yo es que soy naturista…- (a ver si cuela, sin más explicaciones)
— Ah bueno, ya se lo decía yo. Que seguro que sí lo eres porque si no lo fueras estarías en otra playa… Somos Margaret y Klaus, por cierto.- (A mi me parecen la Merkel y Boris Johnson, así de peinados los dos… así de impresionantes desnudos los dos, ejem…)
— Yo soy Serendipia, pero me llaman Seren.
— Pues luego nos vemos en la playa, Seren. Auf wiedersehen!
— Hasta luego- contesto, pero ella me mira mal, muy mal. Creo que es por mi escote, que es impresionante…
Espero llegar sana y salva a la planta baja, cuando me dicen:
— Hola, qué tal, ¿cómo la va?
— Padrísimo- le contesto. (¿Por qué coño he dicho eso?)
— Ah, ¿eres mexicana?
— No no, soy de Madrid.
— Ah muy bien. ¿Y no sabes que esta zona es nudista?
(Tú lo que quieres es que me coma el tigre, que me coma el tigre, mis carnes morenas…)
— Bueno, realmente es naturista. Así lo pone por todas partes.
— Pues como no te desnudes lo vas a pasar mal, que aquí no se andan con contemplaciones…
Es el jardinero, que va vestido (menos mal). Le agradezco su consejo y me voy a la playa, coño ya de una vez. Que a este paso no llego.
Abro la cancela y salgo a la arena. Mi dios-yogui ya se ha ido, para mi desgracia. Hubiera sido un plus verle de cerca, ains… Pero en su lugar hay un grupo de gente mayor, muy mayor a la orilla del mar. Y han puesto una señal, como de tráfico, acotando su espacio que pone A.V.V.M.G.V.V. ¿Qué-es-eso? ¿Qué pondrá ahí?
Les cuento: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez x 100 = 1.000 años les calculo, así por lo bajo… están desnudos, de pie, con las manos juntas como rezando. Mira que hay gente rara por aquí. El que parece el profe lleva un kimono, qué listo, así no se pringa con la arena. Creo que van a hacer taichi.
Esto no me lo pierdo. Los movimientos suaves y la atención plena dicen que ayudan a calmar la mente y aliviar la tensión física. Yo, de tensión física, ya vengo aliviada de casa, pero igual puedo aligerar la mente. Aunque me da un poco de vergüenza mirarlos, eso también. Me doy cuenta de una cosa, y es que yo no he visto gente mayor desnuda nunca, hasta ahora, porque llevo una mañana que me estoy desquitando. Y la verdad es que impresiona.
Porque esta gente se siente libre, como el sol cuando amanece yo soy libre como el mar, libre, como el ave que escapó de su prisión y puede al fin volar… la misma ave que puede cagarle encima a la boba que saca el móvil para hacer la foto, ains…
Pero pongo mi sombrilla en la arena, extiendo la toalla, me quito mi pareo precioso, y me siento debajo (con mi bikini puesto, que ya lo habíamos dicho que yo soy naturista, no nudista), y me pongo a contemplarles haciendo sus ejercicios. Si es que son las 8,15 de la mañana, dónde iba yo tan pronto y con tanta ansia…
Todo me llama la atención, absolutamente todo. Es un grupo de gente muy mayor en perfecta conexión con sus cuerpos, la naturaleza y el resto de sus compañeros. Con costurones en sus cuerpos, libres de juicios y de prejuicios y morenos hasta decir basta (aunque esto no me extraña si van desnudos a todas partes).
Y allí están con sus ejercicios, cada uno como puede. Me inspiran ternura, la verdad. Y les miro. Y miro todo lo que hacen. Y cómo lo hacen. Respetándose mutuamente y tolerando al de al lado. Porque por ahí hay alguno que ya se ha tirado un pedo en el ejercicio de agacharse, que lo he oído yo. Y si lo he oído yo, que estoy a 10 metros de ellos, es que ha sido fuerte la cosa. Pero hay que ser tolerante, eso es así. Y van dos. Y nadie se ríe, oye. Y yo estoy al borde de la carcajada… ufff
Pasa media hora y allí siguen. Y yo mirando. Qué buen rollo se traen. Qué ambiente tan jovial. Yo cuando sea mayor quiero ser como ellos, pero yo vestida, eso sí. Y evitaré los ejercicios de agacharse, eso seguro, por si acaso. El profesor les acaba de decir que se tumben, para la relajación final. Y allí que se tumban, directamente en la arena, “para sentir la conexión con la tierra”, les dice el profesor.
Aprovecho para acercarme a él y felicitarle por la labor que hace, mientras ellos y ellas se conexionan cual croquetas con la playa. Y, ya que estoy, preguntarle por las siglas de la señal de tráfico, que aún estoy dándole vueltas. A.V.V.M.G.V.V.
Y el profe me saca de dudas.
“Significa Asociación de Viejos y Viejas de Mojácar, Garrucha, Vera y Villaricos. Ellos y ellas viven en una comuna, con un modo de vida esbinguer, de amor libre, ya tú sabes. Y cuando uno de ellos se muere, pues ponen un anuncio en el periódico y siempre encuentran a alguien que se vaya a vivir con ellos.”
(Y lo cierto es que no, yo no sé nada, se me acaba de cortocircuitar el cerebro, es que no sé ni que eso exista. ¿Es como lo de antes que me coma el tigre, pero libre y que me lo coma cualquiera que tenga hambre pero ya mismo? Por favor…)
Y claro, no soy capaz de decir nada. Y me dirijo otra vez a mi toalla a pensar lo que me acaba de decir, cuando el profe me coge del brazo y me dice que espere, que me quede al final de la clase que es la parte más espiritual del proceso. Y allí me quedo, a su lado, frente a ellos.
“Y ahora venga, subimos las piernas y nos las cogemos por las rodillas y dejamos que el sol nos ilumine y nos llene por dentro y nos rejuvenezca”.
Y allá van todos a obedecer. Y me encuentro frente a uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez culos abiertos -que hay quien se abre los cachetes para rejuvenecer mejor y aquello parece la entrada a Mordor- ofrecidos a Ra. Que si de esto se entera el gobierno de la provincia, montan un parque de ojetes solares, no me jodas…
Y ahí ya se liberan los gases que da gusto, gases rejuvenecidos seguramente, hasta el punto de que acaban de joder la capa de ozono de quince metros cuadrados, como poco. Vamos vamos vamos, y yo me lo quería perder… me cago en mi vida, qué día llevo y acaba de empezar…
Me voy retirando poco a poco, conteniendo la respiración, eso es así… Y cantando... A mí me gustan mayores, de esos que llaman señores, de los que te abren la puerta y te mandan flores (Pero ¿qué cantas, loca? Qué mayores ni qué mayores…)
Pero antes de sentarme cojo el rotulador de mi bolsa y les pinto en la señal: P.O.S. (Parque de Ojetes Solares). Porque a mi me gusta avisar al prójimo...
(A veces, de la vida al cadáver sólo hay una relación de por medio...)