MEJOR ZARRO QUE MARTINI
No era la primera vez que le pasaba. Ni mucho menos.Esa emoción repentina , lágrimas que queman y un ardor que
trepa por los muslos.
Pero en un sitio así…en serio??
Mira a su alrededor, aceiteras en cada mesa gris, anodinas, con
sillas de algo parecido a Sky ¿? también gris. Paredes naranjas,
automáticos naranjas, un partido de tenis sin volumen en una
pantalla que nadie mira, plantas de mentira, una pared de
tablones de madera …
Y ella, allí sentada, temblando, con una mano de uñas muy rojas
que presiona la portada de un libro que acaba de conseguir:
MUJERES QUE FOLLAN
Mira a la barra y a pesar de unas lámparas de Ikea, que
claramente pierden la batalla de la modernidad, podría ver a un
Torrente de barrio acodado, pidiendo un cafelito.
Alucina, reconoce que le encantan esos bares de viejos, aunque
la miren como a un bicho raro, incluso ahora que han salido
todos a fumar.
Y el ardor sigue subiendo despacio y picante buscando la cara
interna de los muslos, mientras sus entrañas siguen revueltas por
lo que acaba de leer. Un ligero apretón de sus muslos y el clítoris
se enciende. Aprieta aún mas la mano tensa sobre el libro y
cabecea negando la excitación.
Vuelve la mirada hacía la barra buscando salvación y por
supuesto, alcohol…Dyc, Ponche Caballero, Anís del Mono,
Beefeeter… ¡mira! tienen Zarro, mejor….tienen un buen vermut y
no Martini de mierda , aaahh si, el Martini de mierda está
detrás…
Al hilo de este pensamiento aparece el camarero, de esos que no
conocen ni las gracias , ni los buenos días, con la camiseta blanca
llena de lamparones y siente que el ardor se convierte en garra.
Coge el móvil en un acto reflejo y abre Telegram:
”Mi cuerpo dice una cosa, el espejo me devuelve un reflejo pero mi mente
me dice otra. Mi glotonería me empuja.’
Y ella, que no cree en las señales ni en los destinos ni en mierdas
de esas, lo ve claro, se lo tiene que tirar. Agarra el bolso ,
dispuesta a todo y con un aspaviento se lanza tras él… medio
enganchado entre mano y bolso el libro cae con gran estrépito al
suelo.
El camarero se gira justo para ver cómo se agacha a recogerlo,
ella piensa , menos mal que no voy sexy , habría enseñado hasta
el colodrillo… el de la camiseta decorada farfulla.- leayudddo ¿? Y
extiende la mano.
Ahora todo su cuerpo pide guerra, esa mano extendida es todos
los cuerpos, todas las manos, todos los sexos, gimiendo,
pidiendo paso para agarrarle , meterlo en la cocina, pequeña,
grasienta , llena de cacerolas que se caerán al suelo mientras
ellos aúllan de placer, dando ostias a las paredes de azulejo igual
de blanco que esa camiseta abultada, a juego con la mano
extendida.
Recoge el libro abierto con la mano derecha mientras con la
izquierda se apoya en esa mano grande y nota como el ardor
trepa y crece por el brazo del camarero camino de su
entrepierna. Sin poderlo evitar lee una frase antes de guardar el
libro en bolso, junto a su juguete salvador.
Sonrie y el ardor se convierte en decisión.
Con su mejor vocecita, colocándose la camiseta, dice: El baño,
por favor?? Retira la mano, la corriente desparece y escucha
decir a su espalda: ondoaladerech….mientras vuela a encerrarse,
aprieta con fuerza su juguetito dentro del bolso, y piensa:
“Mejor Zarro que Martini!