Más lobos para Caperucita
Desde el primer mensaje no dejó de incidir en que era una “mujer XL”. A pesar de que él no ponía reparos y seguía mostrando su interés en conocerla, algo la impulsaba a continuar poniendo el dato de relieve. No se imaginaba que ella pudiera merecer la atención de un hombre y mucho menos que pudiera despertar su deseo. Él se maldecía por todo lo que tendría que haber lidiado alguien en su vida para verse obligada a reducirse una y otra vez a su índice de masa corporal. Les costaba comunicarse a través de la web, ya que apenas coincidían y sus respuestas se demoraban durante horas. No fue hasta que él sugirió pasarse a telegram que la conversación fluyó de verdad. Aunque desde el primer mensaje era por los dos sabida la finalidad de todo, fue en esos días cuando llegaron a una mayor intimidad. Ella por fin se convenció de que era un tipo de fiar y con el que poder desatar sus deseos reprimidos en un matrimonio que, en la mejor de las ocasiones, era anodino. Él se encontró con una mujer esperando que alguien pulsara la tecla adecuada para volverse en una ardiente criatura. Ella quería que alguien hiciera explotar su mente y con quien explorar su cuerpo.
Llegó el inevitable momento del intercambio de fotografías que tanto temía. Él se apresuró en mandarle un buen puñado. Su primer pensamiento fue “Dios, como me pone este hombre” pera sin solución de continuidad afloraron sus inseguridades. Estuvo esperando que devolviera su gesto y estaba preparado para verla por fin, pero su tardanza hizo que cayera en la cuenta de lo que estaba pasando al otro lado.
— No me mandes nada, no es necesario que correspondas a mis fotografías. Siento que ya te conozco y lo que falta lo quiero descubrir en persona. ¿Nos vemos este miércoles?
Tardó varios minutos en responder un simple — Sí. — al cabo de un rato añadió — me gustan mucho tus fotos.
Los dedos tamborilean la mesa esperando por fin encontrarla. Lleva más de veinte minutos de retraso y teme que no acuda a la cita por culpa de sus demonios.
“No llego… ¿A quién se le ocurre venir en coche al centro?” se maldice “Tendría que haber venido en autobús… o mejor no: Si ya estoy sudando por los nervios, en autobús estaría empapada.”
Sentado frente al café que ha mareado de tanto darle vueltas con la cucharilla, saca el móvil impaciente y busca su número de teléfono “ Si me da plantón, al menos que dé la cara”
— ¿Lobo? — Levanta la mirada de la pantalla avergonzado de escuchar su alias en voz alta y la encuentra, con su cara pizpireta cubierta con un fina capa de maquillaje y su pelo ondulado recogido en un improvisado moño. Al tratar de mirar su físico tropieza con un gran bolso que, bien pegado al pecho, a modo de coraza le impide ver más allá. — No sabía si eras tú. — Está tan nerviosa que al sentarse casi derrama la bebida sobre la mesa.
— ¿Qué quieres tomar, Caperucita?
— Un zumo de piña. Llámame Mar, y no hace falta que me digas tu nombre.
— ¿Nada más?
— Sólo eso. “Ya empiezan las puyitas a la gorda”
— Me voy a pedir unas mini ensaimadas, las hacen buenísimas. Tienes que probarlas.
Se levanta solícito sin esperar su respuesta mientras ella, de espaldas, sigue inmóvil con la vista fijada en la nada. Cuando espera que sirvan sus consumiciones trata de escudriñarla, pero su larga chaqueta de punto impide ver mucho más allá.
— Aquí tienes el zumo. Y puedes soltar el bolso, la gente de aquí es de fiar. — Por fin sonríe y con silencioso estruendo caen al suelo el gigantesco bolso, el escudo y los nervios. — Por cierto, soy Julián. “Tengo que cambiarme el nick, eso de Lobo es horrible”
Mira el plato de ensaimadas como si del mismísimo diablo se tratara. Puede escuchar las voces recriminatorias de su madre y hermana solamente por pensar en comer una.
— Adelante, son fabulosas.
— No debería. — "Más pecaminoso es quedar con otro hombre que no es mi marido"— Tienes razón, están buenísimas. "como tú" — admira la elegancia de Julian, sus anchas espaldas, su nariz torcida en la punta, el tono de su voz "hasta le perdono que sea calvo con barba, le queda bien"
— ¿Mirándome la azotea? — la descubre — me resisto a ir a Turquía "pero a ti, no creo que pueda resisitirme"
Conscientes de que hay que aprovechar el momento e impedir que un incómodo silencio vuelva al tenso escenario de las presentaciones, se les apelotonan las preguntas y las sueltan a la vez. Vuelven a reír por el encontronazo verbal y Mar toma el turno de palabra. Julián trata de mantener la mirada en sus ojos verdes pero no puede evitar llevarlos al recién revelado escote y como acto reflejo se muerde el labio inferior. Mar, que no ha dejado de mirar su boca enrojece por el gesto.
— No te engañé, soy una mujer XL.
— Me gusta, así podré acariciarte más.
— ¿De verdad? No me mientas. “Sé que lo haces, pero eres un zalamero”. Puedes irte si quieres que no me lo voy a tomar mal. “¿Por qué he dicho eso? Si te levantas, me muero”
— Lo único que me disgusta aquí es que no creas en mis palabras. Y si estas no te bastan, quizás mejor lo hagan mis actos.
No se lo espera cuando sus labios la alcanzan. “Besa muy bien el tío” Al separarse parpadeó repetidamente incrédula ante lo que había pasado. “¿Pero en serio le gusto?”
La charla prosigue animadamente saltando de un tema a otro excepto cuando habla de su hogar, así que prefiere tocar otras facetas.
— Leí en tu perfil que te gustan los libros, ¿cuál es el último que has leido?
— Bueno, más que leer, los devoro. El último es una tonteria.. “Una Apuesta Peligrosa” de Jennifer Cruise.
— ¿De que va?
— La protagonista es una chica con sobrepeso, que no cree en el amor para ella y que se topa con un Don Juan alérgico al compromiso que la invita a cenar por una apuesta. Y se desean casi desde el inicio, pero se rechazan y vuelven a atraerse sin remedio.
— Pues contado así, no me parece ninguna tontería.
Siguen hablando ahora de sus trabajos, lo que les da pie a contarse mil anécdotas “¡Por fin se va soltando!” Y se queda embelesado mirándola reír, provocando que sus prominentes mejillas pecosas casi consigan cerrar sus ojos. “Se la ve tan hermosa cuando está feliz…”
El local se vacía y nadie se atreve a dar el siguiente paso.
— ¿Vamos a otro sitio? Voy pagando la consumición y pido un taxi.
— De acuerdo, pero he venido en coche. Por eso he llegado tarde y ni siquiera me he disculpado“¿Y ahora qué le digo? No tenía pensado que llegaría tan lejos”
— Apenas me di cuenta. “Esperarte valió la pena.”Y bien, ¿Qué propones?
— Te llevo a algún sitio con música. “Adivino que también sabes moverte…” Vamos, tengo el coche cerca.
Julián la sigue caminando estratégicamente un paso por detrás. “¿Me estará mirando el culo?” Su cadencia al andar hace que sus nalgas se muevan generando un sensual oleaje. “¡¡Me está mirando el culo!!” A pesar de sentirse confundida, decide exagerar sus andares hasta llegar al coche y accionar el mando de las llaves. Julián acelera el paso y la coje por la cintura provocando que dé un respingo.
— ¿Me dejas cogerte de la cintura?
— ¿Qué cintura? yo no gasto de eso…
La abraza por detrás, con las manos a ambos lados de sus caderas y las mueve hasta acariciar con la punta de los dedos la zona pélvica. Besa su cuello desnudo y se estremece. La rodea y aprovechando que todavía tiene la boca entreabierta, la besa dulcemente sin atreverse a ir mucho más allá. Pero cuando posa su mano en el hoyuelo sobre el nacimiento de sus nalgas, el deseo no se contiene y explota en un beso impetuoso.. “Que bien besa la tía”Se estrellan contra el lateral del coche, comiéndose con urgencia la boca hasta que el ruido de las puertas cerrándose automáticamente los saca de su trance.
— Dios, nunca me habían besado así.
— Entra al coche, que justo empieza lo bueno — dice tratando de imponerse a su inseguridad mostrándose más categórico de lo que acostumbra.
Mar vence sus miedos al tiempo que se quita la larga chaqueta antes de sentarse. cada vez que se ha desprendido de una prenda, ha ido venciendo a su actitud timorata. Lleva puesto un vestido sin mangas que deja brotar lateralmente parte de sus senos que él acaricia con un dedo. Cierra los ojos y echa los brazos atrás haciendo lucir su delantera. Pero la desconcierta cuando, orgullosa de sus desbordantes pechos, él no hace el movimiento que espera al llevar una mano a sus muslos que tantea, sorprendiéndole su dureza.
— Y tú que no me creías cuando dije que me atraías…
— Eso son sólo palabras… — al tiempo que separa los muslos y sin abrir los ojos busca con su mano corresponderle hasta hallar su erección — ¿...o esto que estoy tocando podría considerarse "hechos"?
— No lo sé. Es la palanca del cambio de marchas…
— Idiota! — dice al abrir los ojos aún sabiendo que se trata de una broma. — ahora te vas a enterar — y le hace gritar al tirar firmemente de su presa
— Esta me la pagas — hundiendo las manos entre sus suaves y cálidas piernas. No tarda en sentir la humedad que transpira a través de los leggins que lleva bajo el vestido. “Me está poniendo malísima” Y arranca el coche sin saber todavía qué rumbo tomar. Deja tras de sí avenidas, calles y barrios que apenas había visitado antes y casi sin saber cómo aterriza en una zona boscosa con la ciudad a sus pies. Pone el freno de mano y se abalanza sobre él arrancándole la camisa. Sus manos arañan su torso, su fino labio superior tiembla por la atracción que la empuja una y otra vez a ser lamida y mordida por su… "¿Mi amante?, ¿O voy a ser una conquista más?”
Abre la puerta del piloto y Julián se queda confundido sin saber qué está pasando “¿Me habré pasado? Bueno, es ella quien ahora estaba tomando las riendas”.
Aunque por momentos se sienta desbordada por la situación, no está huyendo pero necesita tomar aire. Se coloca frente al coche, y ve como los faros proyectan su sombra sobre la ciudad. Mira fijamente al hombre que la espera en el interior y siente su deseo atravesar el parabrisas “Esta mujer es una joya y no se da cuenta la mayor parte del tiempo.”Capta el mensaje y hace algo insólito en ella: desnudarse completamente y exhibirse totalmente iluminada.
Por fin aparece él fuera del coche, va sin camisa y lleva el cinturón desabrochado. La toma por la cintura y se besan hasta que notan cómo les falta el aliento. Él no deja de recorrer con las manos su piel desnuda, acariciando cada rincón, haciendo que se estremezca desde la nuca hasta la espina dorsal. La agarra de sus nalgas, quiere pellizcarlas pero no lo consigue. A pesar de su volumen son auténticas piedras esculpidas en honor a la fertilidad y la pasión desatada. La voltea y desde atrás la acompaña hasta que queda recostada de frente al capó. Se vé como una diosa lujuriosa en el reflejo del parabrisas cuando siente su erección entre sus muslos. La mueve recorriendo su sexo expuesto, untando así su brocha en el fruto de su frenesí “Fóllame ya, no me hagas sufrir”. Se abre para recibirle y sus brazos se tensan sobre la carrocería al certero golpe de sus caderas entrando en su ninfa. Se queda absorta clavada en la visión de la hembra poderosa que le devuelve la mirada sonriendo con malicia. El maravilloso vaivén comienza y celebra haber acertado en el pronóstico sobre lo bien que se mueve. Sus estocadas son profundas y ascendentes y la curvatura de su falo hace que se le nuble el sentido con sensaciones nunca vividas "Carlos es siempre tan predecible…" Intenta alejar de su pensamiento a su egoísta, aburriso y cínico marido. "Mira ahora la gorda frígida, cómo goza con un hombre de verdad". No le gustó sentirse así, con su cabeza perdida en sentimientos vengativos cuando se le estaban abriendo las puertas a otra realidad en la que ella era una amazona sexy y llena de vigor.
— Quiero tenerte así por siempre…
— ¿de espaldas y sometida?
— No. Seductora, sensual y desinhibida.
Por primera vez siente que el halago que le dedica un hombre es real. Jamás se había permitido creerlos, y al mismo tiempo les había dado todo el poder para destruirla con sus desprecios. Sus palabras, sus actos y las miradas que él le dedica alcanzan su mente, haciendo que se excite mucho más. Siente la humedad que emana de su sexo deslizarse por sus muslos y cómo chapotea cada vez que él embiste contra su culo.
— Sigue, vas a hacer que me corra… “y aullaré como una loba, Lobo”— ¡Auuuuuuu!