Yago sabía que todo era favorable. Gloria esperaba que él aceptara la invitación de ir a su casa para acabar lo que habían empezado en la Facultad de Física.
El doctorando y la directora de tesis se animaban en sus discusiones sobre el tema de estudio de Yago. Hasta otros compañeros del departamento de Astrofísica dejaban de atender sus asuntos para escucharlos hablar sobre las supernovas, las nucleosíntesis o las enanas blancas.
Aquel día de julio sólo quedaban ellos dos en el laboratorio. Ella analizando datos en su ordenador, él trabajando con el simulador del supercomputador. Algo llamó la atención de Yago y Gloria corrió a observarlo. Apoyada en la mesa, su camisa escotada dejó ver su sujetador y él no pudo evitar mirar hacia allí.
Ella, celebrando que por fin se fijara en algo que llevaba tanto tiempo insinuando, apoyó su mano en la pierna de él, aparentando naturalidad. Sus bermudas marcaron un pequeño bulto y Gloria sonrió por su pequeña victoria.
-Yago, ¿tan mayor soy para ti? ¡No me haces caso!
-Sí te hago caso, Gloria. No dejo de tener en cuenta todo lo que me dices -respondió el sin querer malinterpretar su propuesta.
• No te hagas el tonto. Tengo un universo por explorar muy cerca de ti -dijo mientras subía un poco su falda y dejaba ver el liguero de sus medias- y tus ojos solo van a las estrellas más lejanas.
El sonrojo de Yago demostró que aquello le había afectado.
Ella le separó la mano del ratón y la llevó por debajo de su falda. Yago la miraba con sorpresa, mientras sus dedos acariciaban el tanga de Gloria, caliente y suave. Tras unos instantes de contacto, ella separó su tanga y le puso el dedo anular en su obertura, ya húmeda.
Gloria lo dejó solo acariciando su sexo, mientras ella empezó a jugar con sus pechos por debajo de la camisa. Llevaba mucho tiempo esperando esto y la calentura no se podía acumular más.
Yago le introdujo un dedo sin ninguna resistencia y cuando se disponía a meterse en la boca dos dedos para mojarlos y seguir penetrándola, entró al laboratorio un compañero de Gloria. No notó nada, era el típico profesor despistado que se le caen las hojas y constantemente se está subiendo la montura de las gafas, así que no se preocuparon.
Esto les ayudó a calmarse y citarse en casa de ella, aprovechando, según Gloria, que su marido hacía turno de noche en el trabajo.
Yago llegó nervioso y Gloria enseguida lo quiso calmar. Después de intercambiar frases de cortesía, lo sentó en el sofá y le bajó el pantalón, sonriendo al ver que no llevaba nada debajo.
-Me gusta tu cohete... ¿Me vas a llevar al espacio con él? -Le decía mientras le pasaba la lengua por todo su tronco, a la vez que lo masturbaba.
-El cohete quiere explorar el universo que has comentado esta mañana.
Gloria, que sólo llevaba una camisola y un tanga, se lo bajó de espaldas a él para que pudiera observar sus agujeros, como en el telescopio del laboratorio.
Se acercó al sofá y subió una pierna, mientras se abría los labios. Yago aguantaba su cohete y Gloria fue bajando hasta que la abertura de ella tocó con la punta de él.
-¿Preparado para la exploración espacial, piloto?
-¡Despegamos! -dijo Yago mientras subía su cadera e insertaba su pene dentro de Gloria.