CON PILAR, CERCA DEL MAR

CON PILAR, CERCA DEL MAR
Me desperezo en la cama del cuarto de invitados de ese dúplex en el campo de golf de Mijas Costa. Es la casa de los tíos de Ana, la chica con la que salía en aquel verano de vacaciones tras mi primer año en la universidad. Tengo 20 años.

Estoy tumbado desnudo en la cama. Hace calor. La luz del espléndido sol de agosto se filtra por la persiana del ventanal. Mi pollón de 23 centímetros reposa largo, gordo, pesado sobre mi barriga pasándome por encima del ombligo. Mis huevos gordos cuelgan entre mis piernas separadas.

Rememoro el polvo de anoche con Ana que ahora está en la fábrica de hielo de sus tíos, donde tiene un contrato de prácticas para sus estudios de ingeniería industrial.

Mientras mi mano acaricia los 23 centímetros de carne dura que reposan sobre mi barriga oigo la voz de Pilar, la tía de Ana, que se filtra a través de la ventana. Está hablando con otra mujer.

Me levanto de la cama y con mi pollón apuntando desafiante entre mis piernas me acerco a la ventana y subo levemente la persiana. Inclinándome miro hacia abajo y veo en la pequeña piscina de la urbanización a Pilar dentro del agua conversando con otra mujer, una vecina.

Al fondo, en el horizonte tras el campo de golf asoma la línea de mar verde azulado.

Pilar está recostada con sus brazos sobre una de las esquinas de la piscina. Del agua asoman sus tetas grandes y rotundas, muy bronceadas como el resto de su cuerpo. Mirándola mi mano recorre los 23 centímetros de mi pollón mientras la otra masajea mis huevos.

La otra mujer se despide de Pilar y ésta mira hacia arriba, hacia mi ventana y levanta un brazo saludándome al verme asomado a ella.

Yo subo completamente la persiana y abro la ventana. Asomándome le respondo el saludo.

“Buenos días, Raúl” dice Pilar “Baja a darte un baño”

Yo me pongo una camiseta y unas finas bermudas de color gris oscuro y salgo del dormitorio camino de la puerta. Bajo en el ascensor y salgo a la piscina.

“Métete en el agua, que está ideal” me dice Pilar con ese acento malagueño adquirido (ella nació en Ponferrada, donde conoció a Rafa (el tío de Ana). Pero llevan 20 años viviendo en Fuengirola y se le ha pegado totalmente el acento de Málaga. Parece que haya nacido allí.

“Es que no tengo bañador, como nosotros vamos a la playa de Cabopino…” respondo yo. Cabopino es como se conoce a la playa de Artola, al lado de Marbella. Una playa mitad nudista mitad textil a la que vamos Ana y yo todos los días.

“Bueno, pero te puedes poner uno de Rafa” responde Pilar.

“No, gracias, casi que no, sería como ponerme los calzoncillos de otro” le digo a Pilar.

“Es verdad” responde ella riéndose. “Además, te iban a quedar muy pequeños con eso tan grande que tienes, que ya me lo ha contado Ana” ríe pilar señalando con su mano el bulto indisimulable bajo las finas bermudas de los 22 centímetros de gruesa polla que se deslizan a lo largo de mi muslo izquierdo.

Aquí ya fui consciente de que entrábamos en una fase interesante. Más que nada porque era una situación que había vivido muchas veces desde los tiempos del colegio.
Una mujer haciendo referencia, divertida, entre risas, al tamaño de mi pene. Esto ya lo conocía yo muy bien. Sabía lo que significaba.

Significaba que ella quería ver mi polla. Así de simple. Obviamente ninguna chica te dice de buenas a primeras “quiero ver tu polla”. Pero lo insinúan, lo dejan caer diciéndote que han oído rumores, que alguien les ha contado…. Lo grande que es.
Y la experiencia, como digo, lo es todo. Y mi experiencia ya de años con situaciones así me ha enseñado que hay que coger el momento en el acto. Hay que actuar.

Y actuar es lo que hice yo tras las palabras de Pilar. Me baje de un tirón mis finas y amplias bermudas grises sin nada debajo y mi pollón gordo de 22 centímetros en reposo quedó colgando, balanceándose por el brusco movimiento entre mis piernas.

“Quiiiiillo, qué barbaridad de polla Dios mío!!!!” dijo Pilar desde la piscina con voz baja y expresión de asombro en su cara y en sus ojos fijos en los 22 centímetros de polla gruesa que golpeaban rítmicamente mis muslos mientras yo hacía oscilar mi cadera de un lado a otro.

Rafa y Pilar eran un matrimonio adinerado. La factoría de hielo de Rafa abastecía a casi toda la costa malagueña y valenciana. Pilar tenía un pequeño negocio de peluquería en Fuengirola y Benalmádena. Era una mujer atractiva que tenía 48 años entonces. Sobre 1.70m de estatura, era más alta que Ana que medía 1.55m. Tenía el pelo media melena teñido de color púrpura, que junto con su cara redondeada y sus grandes tetas aumentadas con silicona le daban un aspecto de Pin Up MILF que me estaba poniendo el pollón bien duro por momentos.

Pilar sale de piscina subiendo la escalerilla y se queda de pie ante mí, que sigo con mis bermudas bajadas hasta las rodillas. Agarra con sus dos manos mi pollón de largo y gordo y ya medio duro.

“Joder qué bastinazo tienes, quillo” dice ella con voz bajita mirando fijamente como sus manos se deslizan arriba y abajo a lo largo de mi verga que ya muestra desafiante sus 23 centímetros de carne gruesa, dura, pesada.

Pilar se aproxima a mí sin soltar mi polla, su cabeza está a la altura de mi pecho. Yo le acaricio su húmeda melena púrpura mientras mi otra mano se desliza sobre su culo por debajo de su bañador. A la altura de mis costillas siento la presión de esas dos enormes tetas gordas y duras como piedras por efecto de la silicona. Sus pezones están totalmente tiesos, los noto acariciar mi piel.

Mi mano se desliza entre los labios de su coño, totalmente abierto y húmedo por el agua. Le meto dos dedos buscando el contacto con su clítoris.

Pilar levanta su cara y yo me inclino hacia ella. Nos besamos en la boca mientras mis dedos ya masajean su clítoris abultado mientras ella no deja de mover sus dos manos recorriendo de abajo a arriba los casi 24 centímetros de mi verga totalmente dura.
Sacudiendo las piernas me desprendo de las bermudas que quedan tiradas sobre el césped de la piscina. Empezamos a caminar hacia la puerta. Yo totalmente desnudo de cintura para abajo con mi pollón en las manos amorosas de Pilar que camina a mi lado con paso decidido.

Es un riesgo: puede haber alguien en el portal que nos vea. Hay suerte. Está despejado. Nos metemos en el ascensor. En el trayecto hasta el segundo piso le da tiempo a Pilar de ponerse en cuclillas y meterse mi capullo gordo en su boca.
Salimos del ascensor y entramos en el dúplex.

A mano derecha está la puerta abierta del dormitorio donde dormimos Ana y yo. Entramos apresuradamente. No hay nadie en casa. Rafa y Ana están trabajando en la fábrica del hielo y Verónica, la hija de Pilar de 18 años de edad, no está en casa.
Me hecho sobre la cama todavía sin hacer. Mi pollón de 23 centímetros se posa sobre mi abdomen pasándome del ombligo.

“Quillo, la tienes enorme, que maravilla de polla, vaya bastinazo que tienes!” dice Pilar poniéndose sobre la cama a cuatro patas con su cabeza a la altura de mi polla.
Yo me agarro el pollón con mi mano desde detrás de los huevos y lo levanto con fuerza dándole unos buenos pollazos a Pilar en la cara. Ella cierra los ojos y frunce la frente mientras mi pollón la golpea sin piedad para que sienta los 23 centímetros de carne caliente, palpitante, larga, gorda y pesada.

Agarro a Pilar por el pelo y le levanto la cabeza para que su cara quede mirándome a los ojos. Llevo mi pollón a su boca. Mi glande se posa en sus labios. Ella abre la boca y yo comienzo a empujar mi verga dentro sin dejar de agarrármela con mi mano desde detrás de los huevos. Los imponentes 23 centímetros de mi humanidad se ven en su plenitud surgiendo desde mi pubis presionado por mi mano hasta llegar a la boca de Pilar muy abierta que ya tiene todo el capullo dentro.

Yo empujo con mi mano la cabeza de Pilar para que trague más y mas polla. Pilar mama mi rabo. Se apoya con una mano sobre la cama, la otra mano la tiene en su coño. Sus grandes tetas siliconadas cuelgan y se bambolean al ritmo que mi pollón entra y sale de su boquita.

Solo se oye el sonido ensalivado de la boca de Pilar tragando mi pollón largo y gordo.

De repente se oye ruido en el pasillo. Es la puerta de entrada que se está abriendo. Y nosotros dos estamos desnudos en la cama con la puerta del dormitorio abierta.

Apresuradamente Pilar se saca mi polla de la boca y no sin dificultad a toda prisa se viste con unos leggins elásticos de Ana que están sobre una silla.

Vestida con los leggins y con esas dos enormes tetas al aire sale al pasillo y yo oigo como saluda a Verónica y escucho también la voz de otra chica respondiendo al saludo.
Caminan por el pasillo pasando ante la puerta ya cerrada de nuestro dormitorio. Oigo que hablan aunque no escucho lo que dicen.

Yo estoy echado en la cama boca arriba, con mi pollón empapado de la saliva de Pilar reposando palpitante sobre mi barriga.

Quizás nos vamos a quedar con las ganas ante la llegada de Verónica y de su amiga?
“Voy a echarme un rato en el dormitorio, si queréis algo llamadme” oigo decir a Pilar desde el pasillo. En ese momento supe que para nada se había terminado el polvo. Si les dijo que iba a acostarse en el dormitorio eso significaba que todavía teníamos que terminar lo que habíamos empezado.

Casi sin pensarlo abrí el cajón de la mesita de noche y saqué del blíster una pastilla de Cialis de 20 miligramos y me la tomé de un trago bebiendo los restos de agua que quedaban en el vaso que reposaba sobre la mesita de noche.

Se abre la puerta del dormitorio y asoma Pilar que me hace un gesto para que me levante.

Me pongo en pie de un salto. Mi pollón se agita y balancea entre mis piernas mientras camino totalmente desnudo y descalzo, sigiloso, junto a Pilar rumbo a su dormitorio de matrimonio.

Entramos y Pilar echa el pestillo de la puerta mientras yo de cuclillas detrás de ella le bajo de un tirón los loggins azules quedando su espléndido culo en forma de corazón ante mi cara.

Le separo las piernas y con mis dos manos agarrándolas le abro las nalgas. Su ano y su coño abierto quedan a mi vista. Pilar se apoya con sus brazos sobre la puerta cerrada.

Mi lengua se dirige a su ano y comienza a lamerlo todo alrededor en círculos concéntricos terminando en el centro y empujando para intentar que la punta de mi lengua se deslice dentro.

Pilar jadea, suspira de placer y deseo.

Mi lengua pasa entonces a su coñito. Yo sepulto toda mi cara entre sus nalgas mientras mi lengua martillea ya despiadadamente su clítoris hinchado. Mis manos agarran firmes sus nalgas manteniéndolas bien abiertas y separadas todo el rato. Mi pollón largo, gordo se balancea palpitando entre mis piernas arrodilladas.

Me pongo de pie y agarrando a Pilar por la espalda y los muslos la levanto de un tirón y camino con ella entre mis brazos hacia la amplia cama de matrimonio. La arrojo de un golpe sobre las sábanas de seda negra y levantándole las piernas me lanzo a devorar su coño, arrodillado ante ella. Tiro de sus piernas hacia arriba y su espalda se eleva. Suelto sus piernas y mis brazos empujan su espalda más hacia arriba. Ella apoya sus piernas encima de mis hombros y yo sigo devorando su coño totalmente empapado y abierto.

Pilar me observa con la espalda totalmente elevada y esas dos tetazas enormes apoyándose sobre su cara. Mi lengua se trabaja sin piedad su hinchado clítoris. Lo meto en mi boca, lo succiono sin dejar de martillearlo con mi lengua. Pilar jadea, masajeando sus grandes y gordas tetas. Empuja una de sus tetas desde abajo hasta meterse el pezón erecto en su boca. Lame y chupa sus enormes tetas siliconadas mientras mi lengua se mueve a toda velocidad sobre su clítoris dentro de mi boca haciendo que tenga el primer orgasmo. El sabor salado de su líquido expulsado al correrse inunda mi boca.

Me tumbo sobre la cama boca arriba. Pilar se pone sobre mí a cuatro patas y agarra mi pollón que reposa sobre mi barriga. Sin dejar de mirarme a los ojos se lo acerca a su coño y bajando su culo empieza a introducírselo dentro poco a poco, resoplando de placer.

“Joder, como me abres, me llenas toda …..” dice Pilar sin dejar de mirarme a los ojos.
Yo agarro con fuerza esas dos tetas enormes. Las siento duras, pesadas entre mis dedos. Ese tacto duro, antinatural de esas enormes tetas siliconadas. Empiezo a separarlas y a juntarlas con mis manos haciendo que esas dos grandes tetazas choquen entre sí con fuerza mientras Pilar mueve su culo con fuerza haciendo que mi verga se introduzca ya casi entera dentro de su coño.

Yo flexiono mis piernas y apoyándome en la cama empiezo a subir y bajar mi culo bombeando mi pollón dentro de Pilar. Tras unos segundos de descoordinación acompasamos nuestros movimientos. Mientras Pilar baja su culo yo elevo el mío bombeando mis 23 centímetros hasta el mismo útero de Pilar. Y no exagero. En mi capullo siento el contacto del DIU que ella lleva puesto.

“Me llenas toda, joder, me vas a reventar el coño con ese pollazo!” dice Pilar jadeando como una perra en celo, apenas sin aliento.

Más y más embestidas de mi pollón en su coño. Sus tetazas enormes se agitan ante mi cara. Yo llevo mi boca a sus pezones tiesos, los chupo, muerdo esas tetas enormes y duras mientras las agarro con mi manos desde detrás. Ella se inclina más sobre mí. Sus tetas enormes empujan sobre mi cara. Mi boca traga y traga toda la teta que pueden. Muerden la teta de al lado, succionan pezón. Mi culo sube y baja a la vez que el de Pilar. Mi pollón no deja de golpear despiadadamente el DIU uterino de ella. Mis huevos se balancean y golpean mis piernas al ritmo que bombeo mi verga en su coño.
“joder, joder, me voy a correr!” digo yo sintiendo aproximarse el orgasmo que empieza a surgir al fondo de mi espina dorsal.

“Dentro no, dentro no!” me responde Pilar incorporándose. Mi pollón a punto de estallar cae de un golpe, pesado y largo sobre mi abdomen empapado de sudor. Pilar se echa sobre la cama boca arriba. Yo me pongo sobre ella, con mis piernas abiertas, arrodillado a la altura de sus enormes tetas que se deslizan hacia los lados de su cuerpo.

Agarrando mi pollón con mi mano le doy unos buenos pollazos sobre esas dos tetazas duras a la vez que empiezo a disparar gruesos chorros de semen espeso sobre sus tetas, impactando en su cara y sobre su pelo. Sin soltar mi pollón palpitando mientras dispara cañonazos de esperma lo aproximo a su boca abierta. Los últimos disparos de leche se introducen en su boca.

Meto mi polla totalmente dura en su boca empapada de mi leche y ella chupa mi glande, su lengua recorre mi polla limpiándola de semen mientras traga el que se ha introducido en su boca.

Yo recupero la respiración mientras mi corazón late acelerado. Mi polla entra y sale, todavía totalmente dura por efecto del Cialis, dentro de su boca.

Pilar mama y mama polla. Traga los restos de semen.

Yo llevo mi mano a sus tetas empapadas de mi esperma, lo recojo entre mis dedos y me lo llevo a la boca sin dejar de mirar a Pilar a los ojos y me lo trago. Veo la excitación y el morbo en su mirada clavada en mis ojos.

De un golpe la agarro por las piernas y la volteo sobre la cama, quedando boca abajo y su espléndido culo a mi vista y disposición.

Le flexiono las piernas y pongo su culo en pompa. Le vuelvo a separar las nalgas y mi lengua empapada en mi semen comienza a lamer su culo con fuerza, empujando y empujando hasta que consigue abrirse paso en ese ano que compruebo que está dilatado por la experiencia de muchas penetraciones anales con su marido o quizá con alguien más me imagino.

Bien lubricado por mi semen y mi saliva ese culito ya está a punto. Agarrando mis 23 gruesos centímetros de hombría con mi mano por detrás de mis huevos empujo el capullo que vence la resistencia inicial y se va introduciendo poco a poco en ese culo.
Pilar tiene su cara enterrada entre las sábanas y jadea.

“Despacio, despacio” suplica ante las embestidas de mi pollón que ya se introduce dentro de su ano hasta la mitad.

Le doy unos golpes fuertes con mi mano en esas nalgas abiertas y separadas ante mí. Observo mi polla larga gorda y húmeda entrar y salir de ese culo totalmente abierto. El triangulito que forman sus nalgas al unirse por encima del ano se muestra visible ante mi con un color blanquecino que contrasta con el bronceado de la piel que lo rodea.
Agarro por debajo de las tetas a Pilar y sentando mi culo sobre mis pantorrillas la levanto quedando su tronco vertical y paralelo al mío mientras moviendo mi culo no dejo de bombear mi pollón dentro de su ano. La sujeto erguida con mis manos agarrando sus enormes y duras tetas mientras le lamo y le beso el cuello y la cara desde detrás.

Pilar tiene los ojos cerrados, la boca abierta, jadea, respira a toda velocidad. Mueve su culo arriba y abajo a la vez que yo bombeo mi verga dura como la piedra cada vez dentro de su culo. Mi mano vuelve a masajear su clítoris salido e hinchado. Es tan grande y gordo que lo rodeo con la punta de mi índice y mi pulgar y lo masajeo en círculos. Los gemidos de Pilar son cada vez más fuertes y el somier de la cama de matrimonio cruje bajo el movimiento de nuestros cuerpos que se agitan mientras empalo más y más fuerte el culo de Pilar con mi pollón.

Hasta es posible que Verónica y su amiga nos estén escuchando. Pero ni yo ni Pilar podemos pensar en eso estando ya ambo al borde de un segundo orgasmo. Estamos empapados en sudor, ese dormitorio de matrimonio huele a sexo intenso, a macho y hembra entregados a la pasión más desatada.

Mis huevos se contraen de repente queriendo introducirse dentro de mi cuerpo mientras una oleada de placer bestial me recorre toda la espalda a la vez que siento mi esperma salir disparado a chorros que recorren los 23 centímetros de mi verga totalmente introducida en el culo de Pilar.

Pilar jadea, dice algo que no entiendo mientras se corre entre gemidos lastimosos de placer tan intenso que se confunde con el dolor.

Yo me siento morir de placer mientras de mi verga clavada en el culo de Pilar salen las últimas gotas de leche espesa y caliente. Me recuesto sobre la espalda de Pilar empapada de sudor mientras estrujo con mis manos sus enormes tetas duras de silicona. Jadeamos ambos tratando de recuperarnos, en silencio, de los espasmos de ese segundo orgasmo que hemos compartido casi a la vez.

Ahora la duda es si salgo sigiloso del dormitorio o si esperamos a que Verónica y su amiga se marchen de casa.

Nuestros cuerpos empapados de sudor reposan abrazados sobre las sábanas de seda negra mojadas en sudor y esperma de esa cama de matrimonio de Pilar y Rafa. Y los 23 centímetros de mi polla siguen ahí, insolentes y desafiantes bajo el efecto de la pastilla de Cialis.

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