REHABILITACION SEXUAL
Después de mi hospitalización, y según los consejos de una amiga nos disponíamos a rehabilitar mi parte sexual después del daño cerebral. Nos tumbamos en la cama, desnudos. Me daba miedo, y me tranquilizó. Me dijo: ¿recuerdas la primera vez que viniste a mi despacho?, y yo, que lo recordaba perfectamente dije: no, cuéntamelo.
El acariciaba mi cuerpo con los dedos, suavemente, mientras me contaba:
• “Tu y yo nos liamos un sábado, en la fiesta egipcia en mi casa. Te dejaste un pañuelo. El lunes me llevé ese pañuelo al despacho, conseguí tu teléfono y te mande un mensaje para que vinieras a buscarlo . Y viniste”.
Sus dedos me daban escalofríos por el cuerpo. Tocaba mi tripa y se deslizaba por el costado, rozando mis pechos, pero sin llegar a tocar el pezon. Yo recordaba aquella fiesta. Había terminado durmiendo con el, y en la mañana nos habíamos despedido con un sensual beso sin hablar ni recordar mucho de lo ocurrido. Una amiga me paso un link el domingo por la noche. Era de su blog donde narraba la fiesta. Estaba lleno de mensajes escondidos para mi. Referencias a mi disfraz, a nuestra noche juntos. Juegos de palabras que dejaban ver todo lo que me deseaba. Decidí ir a por el pañuelo al despacho. Inteligentemente había dejado caer que no estaba su jefe y estaba solo en toda la oficina. Metí en una bolsa una minifalda y un top muy sexi y fui al despacho a por mi pañuelo. En el ascensor me cambie de ropa. No contaba con un ascensor de cristal, es posible que me viera algún vecino, pero no me importo.
Y el continuaba contándome y sus dedos rozaban mis pezones.
• “llegaste con tu minifalda y top escotado mostrándome tus piernas y pechos y me excitaste mogollón. Te enseñe primero mi despacho. De pie, delante de mi mesa deslice la mano por tu culo, debajo de la minifalda, y tu me tocaste, pudiendo notar lo dura que la tenia, y dijiste: siempre he querido chuparsela a un abogado por debajo de la mesa. Y dicho y hecho. Me senté en la silla y tu empezaste a chuparla. Acariciabas mis piernas a la vez, y cuando estaba a punto paraste suavemente y me dijiste que si podíamos ver mas salas de la oficina”.
En este punto de la historia mis pezones estaban duros como piedras, y tu jugabas con ellos. Empece a jadear.
• “te lleve a la sala de reuniones. Una mesa alargada en forma de U. Te sentaste encima de la mesa y me pediste que te follara allí. Saque un condon del bolsillo y tu me lo ponías mientras yo acariciaba tus muslos. Ahí fue cuando te dije “ tienes unas piernas como las de Roberto Carlos, el futbolista del Madrid”, y tu me respondiste, que romántico, y nos reímos, pero nada podía parar el deseo que sentíamos en aquel momento.”.
Sus caricias habían descendido a mis muslos, y rozaban la entrepierna, sin llegar a tocar mi coño. Mis jadeos eran mas fuertes cada vez.
-“entonces agarré tus piernas y te la metí. Estabas empapada”.
A la vez que esta frase introdujo sus dedos en mi vagina, y yo agarre la bolsa de papel, que tenia cerca de mi mano derecha para respirar dentro de ella, como me habían recomendado para paliar la ansiedad que sufría con el sexo en mi nueva situación. La bolsa se hinchaba y deshinchaba con mi respiración, pero yo estaba bien. Mi respiración se calmó y retire la bolsa de mi boca. El siguió.
-“follamos un rato así, pero me paraste, te diste la vuelta, te recostaste sobre la mesa con las piernas en el suelo, de espaldas a mi y continuamos en esa postura”
Entonces se puso encima de mi y me la introdujo dentro mientras besaba mi cuello. Volví a coger la bolsa, pero la solté y empece a besarle. Las lagrimas corrían por mi rostro aunque no podía dejar de jadear. Había vuelto mi deseo y era capaz de follar de nuevo.