Ella fue al atardecer al rio a bañarse.
Fue poco a poco despojándose de todo su ropaje y lo dejó en la orilla.
A su alrededor había otros hombres y mujeres aseándose. La mayoría de ellos y ellas eran labriegos que iban a quitarse el sudor de la ardua jornada en el campo.
Según se iba aligerando de ropa Ella recibía miradas furtivas tanto masculinas como femeninas de sus vecinos de baño.
Ella, era una mujer muy bella, de piel blanquecina, de anchas caderas y algo rellenita una vez totalmente desnuda atrajo todas las miradas.
Su color de su piel, casi blanca como la leche, contrastaba con la tez y cuerpos morenos curtidos por los rayos del sol de aquellos campesinos y campesinas.
Ella, se tumbó en posición horizontal en el agua con los brazos abiertos y moviendo brazos y piernas para no hundirse.
Una lavandera, que estaba más arriba, se despistó en una discusión acalorada con otra lavandera por un trozo de jabón, y la corriente del rio le arrebato una sabana que estaba aclarando. La sabana fue flotando rio abajo.
Esa misma sabana fue la que se enredo en el cuerpo de Ella.
Los campesinos al ver que no lograba desenredarse de la sabana, acudieron en su ayuda.
Al estar a su lado y contemplar tanta belleza los campesinos, tanto ellos como ellas, no pudieron resistirse a sus encantos.
Desprendía sensualidad por todos los poros de su cuerpo y tenía una mirada que los atrapaba.
Ella los miraba a todos, ellos y ellas la rodearon. Tocaron su cuerpo blanquecino para desenredar la sabana.
Uno de los campesinos vio su rostro y al comprobar que era la mujer más guapa que había visto en su vida sus instintos primarios le pedían a gritos que besara esos labios. Se aproximó a su cara y ella parecía adivinar sus intenciones porque fue al encuentro de los labios de aquel hombre que apoyo una de sus manos en uno de sus redondos pechos. Ella lo rodeó con uno de sus brazos y toco la nalga el hombre.
Una mujer estaba desenredando la sabana de su brazo, le tapaba un pecho que quedó al descubierto después de retirar la sabana.
Aquella mujer también quedó prendada ante la belleza de ese pecho a pesar de ser de otra mujer. Sin saber cómo empezó a tocarlo y a besarlo.
Una última mujer desenredó la sabana de una de sus piernas. Al hacerlo dejo su sexo al descubierto. La sorprendió que Ella no tuviese bello púbico y eso le llamó mucho la atención.
Se aproximo un poco mejor para ver ese sexo desprovisto de bello y descubrió la belleza de sus labios que le incitaban por alguna extraña razón a besarlos.
Como si de un encantamiento se tratase sus labios de la campesina fueron en busca de los labios de los genitales de Ella. Ella abrió un poco las piernas. Quería recibir las caricias de los labios de otra mujer.
Y todos juntos sucumbieron a una especie de trance y éxtasis sexual. Besos, toqueteos, caricias. Todos saboreando y degustando a aquella mujer de piel blanquecina.
En un momento de semi lucidez el campesino que la besaba le preguntó:
• Nos tienes embrujados con tu belleza. Pero, ¿tu quien eres?
• Venus - contestó Ella.