No hay dos sin tres. Antes de que
tú llegarás yo ya estaba. Antes de
que tú linaje coexistiera yo ya era.
Fue tu abuela la que me sacó de
"Galerías Piquér" hace casi un siglo.
Nueve decadas y un lustro de
discordancias, de desacatos y amaños
bajo la intimidad de estás cuatro
paredes de fobias y filias.
Tres generaciones de mujeres que
me confiaron sus secretos,
sus contradicciones, sus miedos y el
paño de su resignación como un
desierto de nieve colgando de
mis cercos.
Distintas épocas, perspectivas
equidistantes con el mismo punto
de partida y un futuro tan prometedor
como incierto. No tengo memoría
pero recuerdo las reservas y enigmas que sofocaron las mejillas de tus progenitoras.
El ahora es hoy y se celebra con el aval
que secunda la ingravidez de tus
diecinueve primaveras. La defunción
de la infancia que se deslizó entre los
dedos, una adolescencia pretenciosa
copada de algazaras y oquedades.
Mírate en mí y da la bienvenida
a la mujer que se certifica en
su verdad desnuda, incitando
el aletear del deseo.
Soy inerte pero no inmune al reflejo
exquisito de las dos caras de la moneda
que cohabitan en tu integridad y que
golpean mi silencio.
El sistole y el diástole, la cara y la cruz,
la antítesis que guardas bajo llave.
En todas tus ecuaciones te espero.
Alumbrando silencios, custodiando conflictos carnales que llegaron para quedarse.
¿Nocturnidad y alevosía?.
Las quiero todas y en todas
seré confidente y parte recurrente
de las sentencias que te nombren
cuando vengan a buscarte.