Lola y el francés
C'est une femme rondeSensuelle et gironde
Elle est bien trop gourmande
Pour refuser l'offrande
Des plaisirs de la chair
Et de la bonne chère
“ Femme ronde”, Georges Moustaki
_ ¡ Vaya par de huevazos que tienes, nene ! - aulló Lola, sacándose de la boca los testículos de aquel francés. Se los estaba comiendo golosamente, primero lamió el izquierdo, luego chupó el derecho, para seguir metiéndose los dos en la boca, con parsimonia, pero con la avidez de la hembra que ansía devorar cojones, pollas, machos…
Con hambre de hombre, Lola se pensaba promiscua. Para ella los tíos se usaban y se tiraban. Hacía poco que se había separado de su marido, un hombre gélido de sentimientos, frío en el sexo. Lola no aguantaba más…
Ahora quemaba las discotecas junto a su amiga Petra. Guapa como pocas, gorda como tantas, con su metro sesenta y sus 80 quilos, Lola tenía más éxito que la rubia y estilizada Petra. Se había convertido en una loba de discoteca, y cada fin de semana no volvía a casa sin que su chocho y su boca hubiesen devorado una polla con los huevos bien puestos.
Aquel sábado Lola se pintó los labios de un rojo profundo, y encorsetó su orondo cuerpo en un minivestido que dejaba al aire sus voluptuosas piernas y sus rollizos brazos. El vestido apenas le tapaba un culazo y un chocho que no añoraban las bragas que no los ceñían. Unas medias tupidas custodiaban los orificios de una auténtica loba nocturna.
Llegaron a aquel restaurante de un pueblo de la costa. Petra entró la primera, acorazada en sus ojos azules y un legging que enfundaba y remarcaba piernas, trasero y vulva. Las dos mujeres sonrieron cuando los ojos de unos cuantos poseedores de penes las repasaron sin disimulo y con apetito voraz.
-Me quiero comer una pizza de queso francés y chuparle la “ pizza “ a algún gabacho- dijo Lola. Los ojos azules de Petra pestañearon y sus labios se movieron para articular:- “ Tía, doy por hecho que esta noche se cumplirá lo que quieras ”
Engulleron las pizzas, regadas con un par de coronitas por almeja, mientras se dejaban desear por los hombres de las mesas contiguas, que las estudiaban cada vez más erectos.
Mientras Petra se movía de arriba a abajo, Lola lo hacía de abajo a arriba. Lionel clavaba sus ojos en la carnal mujer. El chaval había llegado esa misma tarde de Lyon, solo, con ganas de follar con una rolliza y guapa española. Era el tipo de hombre que ponía a Lola: grande y fuerte. Sus pasiones eran las gordas, para él las auténticas hembras, y el rugby. Lionel había entrado en la discoteca con ansias de meter su verga en cualquiera de los agujeros de una bella y oronda mujer. Con sus cuatro palabras castellanas, se acercó a Lola:
• Hola, ejes una chica très guapa.
Lola lo miró, sonrió y susurró en el oído del francés:
-Cúrratelo, nene.
Lola estaba en sazón. Sus calientes 35 años casaban con los 25 fogosos de Lionel. El culo de la española frotaba con ardor el nabo del francés. No tardo el feliz gabacho en mostrar las llaves de una habitación de hotel a la ardiente hembra.
• Vamos, nene, que tengo un charco en el chichi.
Lionel no entendió las palabras, pero su pene pegó un respingo al sentir una lengua experta que se introducía en su boca.
La cama que los acogió en el hotel oyó el aullido de Lola al ver el par de cojones de Lionel. Después de repasar con su boca y lengua todos los recovecos del sexo del francés, la joven mujer anhelaba la visita de un miembro masculino en su ardiente vagina. Experta en correrías de fin de semana, la loba ibérica se colocó un condón en las fauces y, con un savoir faire único, fue engullendo y cubriendo la seta, el nabo y acabó en los huevos del joven galo. Con el pene enfundado, la golosa mujer se disponía a disfrutar segura y libre de la segunda “ pizza “ de la noche. La dura salchicha de Lionel era devorada por el bollo de Lola. Entraba y salía de aquella concha empapada.
• Ah,ah,ah...sigue, nene, sigue,sigue... fóllame hasta el fondo-ululaba la muy hembra.
-Oui, oui, oui...je viens...je viens!!!!
La corrida de Lionel fue descomunal. Satisfecha y feliz, la gorda y guapa Lola, pensó en la premonición de su amiga Petra: “Tía, doy por hecho que esta noche se cumplirá lo que quieras” Y así fue.