Cuenta atrás

-Estas preciosa- dijo arridollado a su lado mirando su cara.
Manuela no pudo abrir los ojos hasta que apartó con uno de sus dedos los restos de semen que habian caido sobre sus ojos. Rió. Recordó aquella historia que le contó aquel tipo extraño con voz de tráquea cancerosa con el quedó hacía unos años para dar un paseo y "ver si hay feeling": Una de sus amantes le pedía el condon despues de usarlo ("dame mi flash") y se bebia el líquido placenteramente.
No hubo feeling. Manuela, cuya única cátedra de la que podía presumir era en miedo a los rechazos, le dio largas hasta que éste se cansó. Y recordó cuando, para convencerla, resaltó su posicion social y laboral.
En el baño se lavó la cara. Justo antes de que Alfredo la regara, ella lamía su culo. Siempre le parecía sorprendente lo que esto solía gustar a los hombres y a ella no menos. Dejarlo bien mojado con su lengua, meter un poco la puntita y seguir ensalivando, la lengua bien fuera y húmeda, como si estuvieran mirando lo cerda que era. Como aquellas conversaciones con su vasco guapo. ¡Qué guapo era el endemoniado! ¡Y que mente más pervertida! A Manuela solo le faltó follarle como él quería.
Cuando Alfredo metía los dedos buscando el punto g desde atrás a la vez que lamía, ella ya estaba preparada para su beso negro. Preparada y ansiosa. La primera vez que se lo hacia a él.
Antes, en medio de ese dolor que le hacia estremecerse cuando Alfredo la penetraba abriendo su culo, ella habia dicho "espera, me duele". Pero dejó que el miembro entrara contundente después de sentir el aliento en su oído susurrandole: "shhhh, ya verás como después te gusta, puta". Ese pequeño sacrificio la cubría de un placer que nunca pudo explicar de una forma políticamente correcta. Ella entregaba su cuerpo a la espera de su alma... Cuando esto ocurría, absorvía las minúsculas partículas de latidos al compás del Carmina Burana y se vaporizada en microgotas que penetraban en cada uno de los poros de Alfredo.
En el borde de la cama se habian dado mil besos... Y mil palabras se fabricaron y se echaron al aire... Mil te quieros mudos impregnaron un pentagrama imaginario antes de que sonara la famosa cantata:
"La Suerte en la salud
y en la virtud
está contra mí,
me empuja
y me lastra,
siempre esclavizado.
En esta hora,
sin tardanza,
toca las cuerdas vibrantes,
porque la Suerte
derriba al fuerte,
llorad todos conmigo."

Y Manuela en la puerta del hotel, esperándole.
Y Manuela en su oficina sin pensarle.
Y Manuela despierta.
Y Manuela dando el pecho, pariendo, follando con otros, llorando, cayendose de la bici, preguntadose por que.
Manuela dando su primer beso, suspendiendo su primer examen, masturbándose por primera vez, corriendo hasta la escuela, saltando a la goma, besando a su madre, desgarrando a su madre, inmersa en su liquido amniótico, haciendo meiosis, empezando a existir....