Unos likes
Muchos likes en mis fotos de Instagram me hacen entrar en un perfil a ver si tenemos algún amigx común y veo a un chico extranjero de gimnasio. No suelen gustarme este tipo de hombres pero reconozco que es un chico muy guapo y tiene algo que me atrae.
Tiene los ojos negros como una noche sin luna ni estrellas y veo en sus stories que tiene un precioso gato atigrado de ojos azules.
No puedo evitar darle un corazón a una de esas bonitas fotos de su gato.
Me voy a trabajar y ya he olvidado la anécdota cuando al salir encuentro un mensaje privado en Instagram
"¿Es que solo te gusta mi gato?"
Me hace gracia y pienso que es el típico cachas al que le ha jodido que me pare a ver a su gato en vez de a él.
Empezamos a hablar y la verdad, no me muestro simpática ni interesada en ningún momento, ni siquiera pienso que pueda vivir cerca, pero sí, lleva 3 años en un pueblo de Barcelona.
Empieza a convertirse en una rutina el hablar con él.
Me manda audios, a veces me cuesta entender ese acento extranjero, pero tiene una voz sexy y cada vez lo entiendo mejor.
Me dice lo mucho que le gusto y que le gustaría conocerme y comerme entera.
Sueña con morder mi culo.
Yo con jugar con nuestros cuerpos enredados en ese contraste de color, leche y caramelo.
Quiero besarle y perderme en la oscuridad de sus ojos, él en el color verde de los míos.
Es dulce y tierno.
Y a la vez es puro fuego.
Quiero arder con él y promete hacerlo, no puedo esperar.
Cada vez sabemos más el uno del otro.
Es un mes complicado para poder vernos.
No queremos perder la pasión con la que hablamos.
Yo le digo que todo puede cambiar al vernos.
Él muestra su seguridad y el deseo de sentirme entre sus brazos, de hacerme gemir pidiéndole más.
Y yo ya necesito ese más.
Necesito esas grandes manos sobre mí, recorriendo mi cuerpo.
Sentir su polla clavándose en mí mientras mis piernas lo rodean. Mientras mi pelvis coge el control y marca la cadencia de nuestros movimientos para estirar al máximo ese placer con él dentro de mí mientras nuestras manos y bocas siguen conociendo el cuerpo del otro,
escuchando lo que queremos y observando lo que nos hace temblar de placer.
Pasar la noche dormida sobre su pecho entre, entre sus brazos un próximo asalto.
Escuchar su voz, con ese acento extranjero tan marcado, diciéndome que por eso me decía que me echaba de menos en sus mensajes.
Yo siempre le contesto que no puede echar de menos lo que no conoce y se molesta
¿Para qué decirlo entonces? Me dice
¿Será así realmente? ¿Tendrá razón?
Reconozco que me da un poco de vértigo lo que me hace sentir aunque no se lo diga.
Puede no ser nada.
Puede ser todo.
Intento no tener expectativas, nunca son buenas...
pero cada vez que tengo un mensaje en Instagram, deseo que sea suyo.
Y suele serlo.
¿Habrá segunda parte cuando nos veamos?