Juego
Sentir mi cuerpo imperfecto, expuesto ante ti, ante tus deseos, me pone nerviosa, me excita.Elegida la ropa interior, encaje fino, negro, como si fuera una cortesana ofreciéndome a ti, entregada a tus antojos.
Me revuelvo en la cama. Pese a que mi piel está fría, mi sangre bulle a una temperatura que contrasta por completo.
Las piernas juntas, la respiración agitada… Y tú, a los pies de la cama prolongando mi nerviosismo…Y disfrutándolo.
Sabes que te entrego todo mi placer, mi cuerpo, mi tiempo. Puedes hacer conmigo lo que necesites, los dos sabemos hasta donde podemos llegar, estoy tranquila, aunque la excitación no me deja estar quieta.
Quiero sentir tus manos, tu boca, quiero dejarme llevar, cerrar los ojos y sentir.
Rodeas la cama y con suavidad me pides que suba las muñecas hasta colocarlas pegadas al cabecero de la cama, juntas. Coges la cinta que está a los pies de la cama y me atas las dos, primero una a la otra y después a la cama.
Deseaba con todas mis fuerzas vivir esto, sentirme así, expuesta, a tu merced... Sabiendo que me cuidarás al mismo tiempo que me llevarás al límite.
Recorres con un dedo mi mano, bajando despacio por mi brazo hasta mi cuello...Mi respiración se desboca.
Tu mano hace un alto en mi cuello donde me sujetas con fuerza para acercar tu boca a la mía. Cuando siento tu aliento, mi boca se abre invitándote a penetrarla y sonríes. Saberte con el poder de mi placer te encanta y a mí me encanta que lo disfrutes...
Me dejas con las ganas y te retiras. Tu mano sigue su recorrido hacia mi sujetador y te pido en un hilo de voz que me beses, pero no haces caso alguno a mi suplica.
Me pellizcas el pezón y un gemido se escapa por mi boca. Vas a jugar con ganas… ¡Dios!... ¡Y me encanta!
Tu mano firme baja por mi abdomen y recorre la braga de encaje. Cierro los ojos dejándome, sintiendo cada segundo. Mis piernas se cierran con fuerza por la tensión. No puedo evitarlo.
Levantas la mano y dices, con esa voz que me encanta, suave pero firme:
• ¡Ábrelas!...
No haces nada más. No me tocas, no me hablas, no te mueves. Te miró y veo cara de poder. No me resisto.
Poco a poco las abro. Esa sensación de entrega puede conmigo. Acercas tu boca al hueso de mi pubis… Y sin tocarme dejas que tu aliento baje por el interior de mis piernas. Siento tu calidez en mi clítoris a través del encaje. Me siento húmeda, excitada.
• ¡Si cierras las piernas te azotaré!,
Y cada exhalación de cada palabra va directa del clítoris a mi cerebro. Me revuelvo deseándote.
Te incorporas y te colocas de nuevo a mis pies. Examinas los juguetes con los que cuentas y al ver uno de ellos sonríes. ¡No sé si quiero saberlo!
Coges tu preferido y me lo enseñas descarado. Quieres tenerme ansiosa todo el tiempo.
Mi piel se eriza por la expectación. Sé lo que viene. Quiero lo que viene.
Tus manos se colocan en mis tobillos y ascienden por el exterior de mis piernas hasta mis bragas. Agarran la tela y las bajas sin contemplaciones. Cierro las piernas al sentir mi desnudo.
Te ríes
• ¡Estabas avisada!, dices feroz.
Coges mi pierna izquierda y me haces girar dejándome de lado. Coges un azotador y sin mediar palabra me das el primer golpe. No sé lo que siento. Es tan contradictorio que no puedo decidirlo. Pasas tu mano por la zona despacio y en cuanto acabas la caricia siento un nuevo golpe.
Me devuelves a la posición inicial y me abres las piernas.
• ¡La próxima vez serán el doble! Y en ese momento sé que te voy a desafiar.
Vuelves a tu juego, acercas tu mano al interior de mis piernas y, sin que pueda pensar, me introduces tus dedos muy despacio para saber si estoy preparada para lo que quieres que te dé. Los mueves seguro, sabiendo que es el sitio exacto… Mi espalda se arquea y gimo de placer.
Paras de golpe y me das a lamer los dedos. Los absorbo para darte el gusto. Te relames.
Acercas de nuevo tu boca a la mía, pero esta vez saboreas mi lengua buscando el sabor que acabas de dejarme. Me deshago con tu beso, apasionado, cuando siento como me introduces un vibrador y lo enciendes. Mi gemido se pierde en tu boca y te encanta ahogarlo.
No me dejas respirar mientras me penetras. Mi cuerpo se deshace, casi no puedo con tanta excitación.
Paras de nuevo de golpe.
Una bocanada de aire me invade y mi respiración quiere ralentizarse, pero no tienes intención de darme una pausa.
Tu boca para en mi sujetador, siento tu boca rozando mis pezones y desapareces de nuevo. Si no estuviera atada me arrancaría el sujetador, necesito tu boca.
Vuelves a los pies de la cama y coges otro juguete más. Introduces de nuevo el vibrador al mismo tiempo que el pequeño ataca mi clítoris. Me revuelvo. Mi cuerpo exige correrse, exige liberarse… No puedo más. Mi respiración es tan agitada… Es tanto lo que siento que empiezo a marearme. Quiero más, lo quiero todo.
Paras de nuevo y me dejas anhelando morir de placer y lo sabes. Tus dedos se colocan en mi clítoris y empiezan un movimiento que me eriza y en ese momento de juego, soy consciente y cierro las piernas. Me miras. Los dos lo sabemos. Me gusta y quiero más.
• ¡Te gusta jugar! ¡eh! Me dices.
• Me habías contado que en una ocasión te habías corrido mientras te golpeabas el clítoris ¿verdad? Veámoslo.
No me puedo creer que te hayas acordado, no puede ser...Te bajas el pantalón, bajas los calzoncillos y por primera vez me muestras tu erección. Te colocas de rodillas entre mis piernas obligándome a tenerlas abiertas.
Sacas el cinturón de tu pantalón y con el recorres todo mi cuerpo, desde la cara hasta el cuello; momento que elijes para darme en el clítoris. Tenso las piernas, pero me tienes bloqueada. Vuelves a repetir. Y vuelves a golpear. Una y otra vez hasta que ya no distingo el placer del dolor. Y lo noto, noto que me voy a correr, noto que mi vagina, mi clítoris se contrae y me voy a correr y paras.
Te suplico que sigas y en ese momento metes tu polla dentro de mí y me follas. Fuerte, sin piedad, rápido...Dándome todo lo que necesito… Poniéndome al límite.
• ¡Ahora puedes correrte!
Y en cuanto lo dices, una descarga recorre todo mi cuerpo y noto como me empapo, lo notas. Sales de mí para que pueda liberarme y vuelves a embestirme, una y otra vez. Tuya, a tu merced.
Lo deseaba tanto que me dejo ir entera. Paras de follarme y coges de nuevo el vibrador. Lo colocas en mi clítoris, no puedo creerlo… Más, quiero más... ¡Lo quiero todo!
No puedo zafarme, no puedo más… Me agarro al cabecero y grito… Un orgasmo me invade, me arrolla… Grito sin importar nada, solo lo que me das, lo que me regalas.
Y ahí, sí, me besas. Me besas intentando atrapar en tu boca todo mi placer, mis gemidos, mi deseo. Y te devuelvo el beso para que seas parte del orgasmo que me llena.
Paras. Te alejas. Respiro. Me das de beber… Me viertes agua por el cuerpo mientras tus manos la hacen llegar a cada rincón, incluido el interior de mis piernas. Se agradece como baja la temperatura de mi cuerpo…
Pero no me sueltas. No has acabado conmigo...