The finisher
Esa cita en Santa Pola, me parecía un buen pasatiempo para soltar las piernas, algo cargadas después de más de tres meses cumpliendo a rajatabla mi calendario de entrenamientos con la mirada puesta en la Maratón de Valencia.Esa prueba de 10 km nocturnos me venía de perlas, lo que no imaginaba nunca es como terminaria.
En la línea de salida te vi con ese corto pantalón Asics rosa palo, que cubrían tus tonificadas como generosas nalgas. Tu top ajustado reflejaba tu paridad entre deporte y moda, así como destacaba el vuelo tu coleta rubia que bailaba desde tus primeras zancadas.
Me puse a tu lado y te percataste. Pensabas que era otro nuevo plasta embrujado por tu silueta, pero sonreiste y eso me puso a 100, tu ritmo llevadero me permitió bromear, hasta que te distes cuenta de que también deseabas otro tipo de deporte.
Déjamos la carrera y entramos en un portal de un edificio de apartamentos playero solitario ya que estábamos fuera de temporada estival.
Sin mediar palabra te quitaste el top y mostraste unos bellos y pequeños pechos naturales. Sabía que no habría vuelta atrás. Nos desnudamos en ese cuarto de contadores y me arrodillé para adorar al coño que se presentaba ante mi. Había disfrutado de docenas pero ese tuyo tan perfectamente depilado, junto al aroma del sudor que desprendía era alimento de dioses.
Tu piernas temblaban a cada movimiento circular de mi lengua que se recreaba hasta pedir paso a su interior. Deseaba que te corrieses por primera vez antes de desplegar mi fuego de artillería.
Suplicabas mi polla, que te negaba hasta que te avalanzaste rogando tu ración de ella. Lamias con prisas cuando nadie nos esperaba, tranquila te decía es toda tuya, pero no podías bajar el ritmo que en carrera sería una gran marca.
Estábamos empapados en sudor, te abrace mordiendo los lóbulos de tus orejas, viendo que te daba más placer
Follabamos a distinto ritmo tu querías rápido y yo disfrutar de cada uno de los segundos lentamente.
Finamente te penetré. Cuanta humedad y calor sentí en tu interior, nos hundiamos en un océano de placer del que no quería escapar. Empujaba cada vez más rápido jugando con tus gemidos como si fuera un compositor de música.
Pedías más más y llegar al fondo, tu fuego me abrasaba y sentía que pronto entraría en erupción, me iba a correr y no podía impedirlo, sería el final de algo que parecía un sueño.
Terminamos ese sueño besándonos, pero sin ni siquiera darnos los teléfonos.
A partir de esa noche te eché de menos, y te busqué en cada línea de salida.