¿Quién es quien?

****eb Hombre
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¿Quién es quien?
Después del 15 de Julio mi ciudad se suele quedar casi vacía, y a media tarde es un placer salir a dar una vuelta por las terrazas para tomar algo fresco y picar algo.
Puedes aparcar con bastante facilidad, te atienden bien en los sitios y, según cae la noche, es todavía más agradable.
En esa época, el centro se llena de turistas que vienen, algunos más despistados, otros en busca de comida típica, y otros, que vienen a descubrir la ciudad y sus gentes.
En la mesa del al lado tenía a una pareja. Los notaba un poco perdidos. Miraban su guía, charlaban entre ellos, hasta que la chica me interpeló.
– Perdone caballero, ¿conoce usted la zona?
La verdad conocía muy bien la ciudad, la vivía y la disfrutaba. La chica tenía una sonrisa muy agradable y un acento que me encantó desde la primera sílaba. Me resultó muy sencillo ser encantador.

Estuvimos hablando de mesa a mesa durante un buen rato, de la ciudad, de los museos, de los bares, de los lugares cercanos dónde ir, o dónde no ir.
Era una pareja muy agradable y divertida. Ella se llamaba Sofía, tenía un cuerpo muy sensual, una mirada profunda y una sonrisa encantadora. Martín su esposo era también muy agradable, simpático y parecían muy buena gente.
Al cabo de un rato acabamos en la misma mesa, nos pedimos unos gin tonics y seguimos charlando como si nos conociésemos de toda la vida.
La verdad Sofía me tenía atontado, no podía dejar de recorrer su cuerpo con la mirada. Me sentía un poco incómodo, Martín me caía muy bien, pero su mujer me atraía muchísimo.
La minifalda que llevaba le quedaba mucho mejor que bien, y el top hacia justicia a sus pechos. Me temo que a estas alturas Sofía se había dado cuenta de mis miradas.
Estaba pasando una tarde increíble con esta pareja, muchas risas y disfrutando de las vistas.
Sofía se levantó un momento para supongo ir al lavabo, momento que Martín aprovechó para preguntarme:
– Alfonso, ¿Qué te parece mi mujer?
Ups, No sabía qué decir. Era la típica pregunta trampa, dijeras lo que dijeras, no acertarías.
– Alfonso, no soy celoso. Me gusta que la encuentres atractiva.
¿Eso que quería decir? Estaba completamente desconcertado, tomé aire y…
– Martín me has dejado fuera de lugar, si te puedo ser sincero, me parece muy atractiva y sensual.
-Tú a ella también – me dijo- guiñándome un ojo.
Sin dejar que decayera el momento le contesté:
– Y que propones, ¿un trío?
– No en absoluto, ella no tiene que saber que te lo he dicho, rompería la magia.
Ahora sí que no entendía nada.
– Sé que quiere provocarte, tú síguela e improvisa. Yo estaré de tu lado.
Me volvió a guiñar el ojo y se calló viendo que Sofía se acercaba.
¡Qué caminar más sensual tenia!
Tal y como dijo Martín, a Sofía, no le molestaban en absoluto mis miradas, todo lo contrario; de hecho me las devolvía.
Ella jugaba, moviendo sus piernas, cruzándolas y descruzándolas; acariciando sus cabellos. Su mirada desprendía vida y erotismo.
El tono de la conversación fue cambiando gradualmente. Los tres lo conducíamos, sin prisa y sin pausa, hacia temas eróticos y sensuales. Primero fueron las playas, y claro está, nudistas. Era una manera de enseñar las cartas, de confirmarnos bastante abiertos de mente y tener pocos tapujos.
Poco a poco empezamos hablar de si íbamos a otro sitio, y allí fue donde empezamos a hablar de tipos de locales, de camas balinesas, de bares liberales, de locales de striptease, el ambiente estaba cada vez más caldeado.
Tal y como me había dicho Martín, estaba a mi lado apoyando mis comentarios y Sofía sintiéndose muy cómoda con la situación dejaba volar sus palabras, convirtiéndose en nuestra diosa.
A estas alturas yo tenía unas ganas terribles de besarla, acariciarla y desnudarla, delante de Martín, sin él, o con él.
Aunque claro, estábamos en medio de una plaza, sentados en una terraza, y eso nos hubiera llevado directamente al calabozo, o a salir en las noticias.
Mi mente seguía trabajando en cómo llevarlo a cabo, pero la noche era joven y nos quedaba mucho tiempo por delante.
Decidimos levantarnos de la terraza e ir a tomar algo a un club sexy de table dancing, que es lo que nos pedía el cuerpo. Yo conocía uno que estaba en las afueras, y al que había ido alguna vez y no era el típico cutre. Este era muy chic, las chicas muy guapas, el ambiente liberal y además, no sólo iban hombres. También lo hice para coger mi coche y así estar un poco más al mando de la situación.
Martín se sentó a mi lado y Sofía detrás. Mi coche es un 4 x 4 grande, y al sentarse ella entre los dos asientos y con la minifalda que llevaba, tenía una visión fantástica de su intimidad. Gradúe bien el retrovisor para mejorar la vista, Sofía se dio cuenta y me guiño un ojo.
– ¿Tardaremos mucho en llegar?- dijo Sofía.
– Unos 15 minutos, más o menos. Ahora tomamos la autovía y ya es casi todo recto.
Martín me iba haciendo preguntas sobre la ciudad, la zona por la que estábamos pasando y yo contestaba con ojo puesto en la carretera y otro entre la entrepierna de Sofía y su mirada.
A la segunda pregunta de Martín me di cuenta que Sofía hacia movimientos extraños. Se estaba quitando su tanga sin ningún pudor y segundos más tarde abría sus piernas para ahora si enseñarme sus intimidades.
Me sonreía con una mirada perversa que me estaba poniendo muchísimo, mi erección era ya considerable.
Abría y cerraba las piernas jugando con sus contoneos de cuerpo. ¡Dios!, la noche prometía, no sabía cómo acabaría, pero prometía.
Nos quedaban 10 minutos y así no me podía bajar del coche, ¿o sí?
Entre mi calentura y la conversación de Martín cuando me quise dar cuenta, habíamos llegado.
Llegamos al parking del local y nos bajamos del coche. Sofía se puso en medio de los dos cogiéndonos por la cintura, pude notar como metía algo en mi bolsillo trasero, sería su tanga quizás.
– ¡Qué bien nos lo vamos a pasar chicos!- dijo Sofía mientras nos tocaba el culo a los dos.
Martín y yo miramos hacia ella y nos sonreímos.
El local les encantó y el ambiente más. Nos dieron una mesa en primera fila, justo delante del escenario. La chica estaba empezando su show, no podíamos haber llegado en mejor momento. Nos pedimos unas copas para los tres, Sofía se sentó entre los dos y no perdía detalle de la actuación, comentando lo mucho que le había gustado la elección del sitio.
El hecho de saber que Sofía estaba sin braguitas, me ponía más caliente qué ver como se contorneaba la chica del escenario, mientras su ropa caía al ritmo de la música.
Sus sensuales movimientos más mis pensamientos más impuros me tenían en ascuas. ¿Cómo acabaría todo esto? No sé, pero estaba disfrutando muchísimo de este inesperado encuentro.
El pase terminó y estábamos envueltos en una nube de erotismo, nerviosismo y tensión. Nos reíamos y bebíamos aunque los tres queríamos pasar a la acción pero, ¿Quién rompía la baraja y daba el primer paso? ¿Les invito a mi casa? ¿Me invitan a su hotel?
Estábamos comentando que hacíamos, si veíamos otro pase, y ponernos aún más clientes si cabe todavía, cuando una joven se sentó junto a Martín.
– Buenas noches, me llamo Marina. A la vez que se presentaba le daba dos besos a Martín, ignorándonos a Sofía y a mí.
– ¿Cómo te llamas guapo?- le preguntó.
– Martín. Encantado.
– He visto que tus amigos están muy ocupados y he pensado que lo mismo querías compañía.
La joven pensaba que Sofía y yo éramos pareja, y que Martín era el añadido. A ninguno nos resultó extraño y de hecho Martín le siguió el juego.
– Muchas gracias Marina, un placer, ¿quieres tomar algo?
– Si me encantaría, si quieres podemos sentarnos en un reservado los dos solos.
¡Huy!. Esto parecía más bien una oferta comercial que un ligue, pero Martín siguió.
– Marina, Marina, ¿qué me propones?
– Tenemos unos reservados muy cómodos y con la copa, podría hacerte un show privado para ti, ¿qué te parece?
Martín miro a Sofía.
– Me parece una muy buena idea. Lo único que luego no tendré forma de relajarme, y estaré peor que antes de empezar. Le dijo sonriendo.
– Cariño, no te preocupes, que alguna solución encontraremos.
– Bueno chicos, nos vemos luego y si no me mandáis un mensaje al móvil. ¡Disfrutad vosotros también!
Ufff, No daba crédito, Martín se iba con la stripper y yo me quedaba con Sofía. Más claro, agua.
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