El idioma universal
Era mi primera salida nocturna desde que llegué a Malmoe, con mi flamante beca Erasmus. Pasaba de quedar con los españoles del grupo,
ya habria tiempo de ello, además siempre había disfrutado siendo autónomo para
divertirme.
Fui a un pueblo costero, a unos 20 km y en un pub estilo irlandés, la vi como destacaba
entre todas, por supuesto rubias, fiel reflejo del estereotipo que tenemos de las suecas.
Un joven alicantino, con un fisico trabajado despues de maratonianas sesiones
de gimnasio aderezadas con un bronceado reciente de veraneo en Playa San Juan,
parecía un animal exótico, en esas latitudes. Lo que no sabían en que era animal.
Su cuerpo se contorneaba al ritmo del Born in The USA de Springsteen. Rápidamente se
inicio el juego de miradas, me acerqué y ella se aproximó más. Pronto tenía su aliento
de smint menta en mi boca. Era alta y delgada, eso le hacía destacar más con su busto natural imponente.
Mi ardor guerrero iba subiendo, mi sable ya se notaba bajo mis vaqueros raídos. Ella se percató
sonriendo, era una rareza, porque no sabía hablar ingles y yo por supuesto, nada de sueco.
La gente de alrededor ya nos empezaba a sobrar, salimos riendo, sería el alcohol, o quizas que encontrasemos
cada uno de nosotros una aguja en un pajar.
Fuimos a su Volvo, menudo pesado cacharro. Atropelladamente nos desnudamos a 2 grados a esa hora. Su cuerpo tan blanco, bajo la luz de la luna llena la hacía más apetecible,
parecía salida del rodaje de Crepusculo. Nunca había visto unos pezones tan rosados y diferentes a los que estaba acostumbrado a magrear.
Tan pronto me desnudé, ella la cogio entre sus manos como si fuese el Santo
Grial. Desde los testiculos, repasaba todo el tallo con su humeda lengua y pronto se entretuvo en el glande.
Empezabamos a sudar en esa fría noche, llegaba hasta el fondo, sin temor a ahogarse, le pedí que cambiase de posición
yo también quería probarla, separé sus labios inferiores, y empecé a jugar primero con mis dedos, luego con la lengua,
bordeandolo, y luego introduciendola para disfrutar su sabor. Sabor diferente a los coños alicantinos, muy acida,no sé si sería por ella
o porque llevabamos encima varios vodzcas con limón. Fluia sin parar y en su idioma supongo que me pedía follarla con todas mis fuerzas.
Dejé la suavidad y ternura de lado y arremetí sin parar empujando hasta que sus jadeos se convertieron en gritos de placer, con un ritmo
rápido, enérgico, lubricados como nunca, lo que hacía que se me saliese cada dos por tres. Se puso a cabalgar encima mío para sentirla lo máximo
corriendonos los dos al mismo tiempo como si nuestros cuerpos estuviesen en sintonía desde mucho tiempo antes.
Después de aquello me di cuenta que el ingles no era el idioma universal, no hace falta ningún idioma cuando el deseo pone a dos cuerpos frente a frente.