Fantasía: Por fin eres mi sumisa
Aún no se porqué accediste a quedar conmigo, ni tampoco porqué accediste a mis peticiones cual sumisa, bueno puede que no lo sepas ni tú a estas alturas. Llegaste a la terraza del bar tal como te pedí, traje de falda corta y chaqueta ejecutiva, con un botón abrochado y nada debajo. zapatos de tacón y una sonrisa. Tu marido en casa quedó mordiéndose las uñas, y pensando si cumplirías tu parte de vuestro trato.
Tras una charla animada y un morbo creciente, me dijiste que estabas preparada para lo que te dijera, que te fiabas de mí.
Craso error el tuyo, nada más llegar a la puerta de la habitación te puse un antifaz, entramos, pudiste notar el olor de las velas perfumadas, las manos que te desabrochaban la blusa dejando tus encantos al aire, y un buen azote en el culo.
Sentiste mi mano agarrándote del pelo, mi beso, después otro beso, de otros labios y un momento después, cómo yo te obligaba a ponerte a 4 patas. Sentías mi dureza entre tus nalgas, y un aroma nuevo, no nuevo, pero sí en ese lugar, a esa distancia, apenas 2 segundos después mi mano aún agarrando tu pelo te llevaba hasta los labios, esos otros labios que anhelabas probar, esos labios distintos, húmedos, tiernos, suaves, que albergaban entre ellos el punto del placer de tu nueva compañera de juegos.
Esa a la que aún no habías visto y que tras arrancarle varios gritos de placer te devolvió el favor, esa a la que aún sin ver oliste, sentiste, probaste, llevaste al éxtasis y ella a tí, esa con la que fundiste tu piel, antes que agotada, te quitásemos el antifaz, y ella puesta sobre tí a 4 patas, se abrió para recibirme, para sentir mis embestidas y que tú las sintieras a través suyo.
Las embestidas y mi orgasmo, que sientieras mi leche resbalar sobre tus labios, cayendo de los suyos y cómo ella bajaba después a limpiártelo.
Y así fue como cumpliste con la promesa a tu marido, salías con un hombre para tener sexo, pero sin tener sexo con un hombre.