El enjambre
Era la primera vez que acudía a una fiesta privada, en una casa espectacular, con parejas swinger, chicos y chicas solas.Nada más entrar repartían una máscara sencilla que cubría poco.
Música, baile, charlas, risas. Unos labios, otros, más bebida... Cerraba los ojos de vez en cuando para dejarme transportar por la música cuando unas manos me cogieron desde detrás y ni me volví a ver quién era. Mis caderas se movían acompasadas a ese cuerpo y subí mi brazo hacia atrás para habituarse a ese cuerpo, ese olor que llevaba y me encanta. Me da la vuelta y me besa con ganas, mordiendo mis labios y poniéndome a mil con ellos. Acaricié su pelo y me cogió de la mano.
Cuando quise darme cuenta estaba en una cama gigante llena de cuerpos desnudos y gemidos de placer de todo tipo. Lo busqué y salió de entre mis piernas, mis gemidos también resonaba. Me sonrió y lamió haciendo que mi cuerpo temblaba. Me retorcía de placer cuando mi cabeza giró y vio a una mujer hermosa mirándome fijamente con una sonrisa e invitándome a algo. La besé dulce, nuestras lenguas encendían nuestros cuerpos, quería besar esos pechos, sentir cómo se erizado su piel, como crecían los pezones en mi boca.
De ahí seguí bajando y encontré otros cuerpos llamándome, otras manos acariciando . Esa red de cuerpos, ese enjambre me tenía absolutamente fascinada. Cuando entraron los primeros rayos de sol x la ventana, fuimos deshaciendo esa magnífica unión y yo era consciente de que había formado parte de un todo increíble.