El mazo
“ADVERTENCIA. El siguiente cuento puede llegar a tener contenido ofensivo para algunos de los lectores, les pido discreción al leerlo, y todos sus comentarios son bienvenidos”“Este cuento lo escribí en el 2009, la inspiración salió al conocer un caso de un “amigo” que ofendió y maltrato a su novia en público. En su momento me sentí mal por la muestra de machismo y torpeza de no tener el valor de intervenir”
Ven, detente en la puerta por un momento, respira profundo y exhala lentamente.
Acércate un poco, ven no tengas miedo, no seas tímida. Veo que te sonrojas ¿te sientes nerviosa? Conmigo no tienes que estarlo.
Eso, acércate un poco más, unos cuantos pasos es suficiente.
Dime, ¿Qué ves a tu alrededor? Observa bien y mira con detenimiento. Hay mucho que puedas usar, pero solo algo te puede cautivar en realidad.
¿Te gusta el mazo?, ¡si!, me doy cuenta por la forma en que lo miras tan detenidamente, tus ojos no me engañan, me revelan todo sobre ti ¡¡¡¿ESTAS SONRIENDO?!!! ¡No puedo creer la hermosa sonrisa que tienes! Jejeje otra vez te hice sonrojar. Ve, con confianza, toma el mazo. ¿Es hermoso no? El mango es de caoba, con un espléndido barniz tan brillante como el oro, siente sus curvas, mira tú reflejo en él, resbala tus dedos sobre el exquisito contorno de la madera fina, siente ese tremendo peso sobre tus manos, déjate cautivar por el poderío de su fuerza, conviértete en una diosa del trueno y déjate sucumbir ante el vicio de la venganza.
Tranquila, no disfrutes de más que aún falta lo mejor. Ahora acércate a mí, mas, ¿aun me temes? sí, así. Un poco más.
Mmm puedo percibir ese excitante olor que desprende tu cuerpo, cada una de tus prendas, es como un elixir de vida, como un manjar de temporada. Esa sonrisa, ese aroma, esa figura de Afrodita de Millos, esos tremendos ojos de aceituna verde, todos esos hermosos detalles y más conjugan mi noche de debut y despedida.
Me gusta cómo me agasajas el cuerpo y jugueteas con mi cabello, Como me gustaría ser reciproco en las caricias y gestos íntimos, pero como podrás ver, las ataduras me lo impiden. Nunca imagine los últimos momentos de… ¡NO, DEJA LAS ATADURAS ASI PORFAVOR!
Te agradezco el gesto, pero por algo estamos aquí esta noche, y prefiero terminar con el trabajo sin contratiempos y según lo acordado. No te lo tomes a mal, no sabes el trabajo que me cuesta no incurrir en el pecado del placer carnal con tus senos y entrepierna. Al fin y acabo sería una forma placentera de despedirme de esta vida.
Bueno, basta de pláticas y caricias, llego el momento en el que tienes que colocarme la venda en los ojos, procura que me cubra bien para que las sombras invadan mi entorno. Colócate atrás de mi cabeza, justo en la cabecera y cerca de la repisa.
Llego la hora mujer, levanta ese mazo, tan arriba como tus fuerzas te lo peritan, estruja tus delicadas manos sobre el mango, muérdete el labio y deja rodar esa lágrima. Ahora déjate vencer por el peso de la herramienta acecina y deslízala con gran velocidad a mi rostro, de tal forma que todo el poder del peso y fuerza se descargue en mi mandíbula.
¿Escuchaste eso? Es el crujido de los huesos al romperse, observa toda esa sangre, no es fácil distinguir de donde brota. Mira ese rojo en las sábanas blancas, mira como escurre hasta el suelo y se crean pequeños charcos…
Aun no has terminado, repite la operación hasta que dé el último suspiro, hasta que no quede nada más que una plasta de sesos, piel y pedazos de cráneo. Eso, una vez más. Otra más, más, más.
¡Espera ahí! Creo que ya he dejado de respirar, checa mi pulso, acercarte a mi mano izquierda. ¿Sientes algo? ¿Aún tengo vida?
Lo supuse, ya estoy muerto.
No es necesario un adiós ni dejar una lagrima de despedida, simplemente retrocede unos pasos, da media vuelta y deja caer el mazo
Retírate hacia la puerta y abandona el umbral de tu venganza.
Solo te pido una última cosa, al salir apaga la luz y cierra la puerta, que quiero estar a solas con la parca.