Acto prohibido
Esa figura maligna y pecadora, repleta de deseo y lujuria; mis ojos te recorren fulminantemente sin permiso alguno. Esa mirada picara y seria, eres asesina por naturaleza, adoratriz del ritmo y de la dulzura del movimiento. Caderas indomables de las cuales mis manos no son capaces de ponerle un alto.
Produces el pecado carnal en mi mente, pecado que solo desaparece con la soledad de mi excitación y el calor de mis manos.
Perdona la tristeza al terminar este verso, pero la imaginación te ha puesto a mi lado; y aprovechando tú intromisión en mi cuarto, dispongo a poner la botella en la mesa y levantar las copas en honor a tu belleza.