Encuentro en el museo

***or Hombre
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Encuentro en el museo
Aun no me la creo, estoy de visita en el museo del Louvre y no dejo de pensar en ti. Cada maldito cuadro que volteo a ver pierde su importancia al tenerte en mi mente, veo tus fotos en cada rincón, tus fotos de tu piel desnuda, de tu lencería negra, tu tan caliente traje de baño. Se vuelve incomodo caminar con esa leve sensación a excitación por las salas.

Seguía caminando por ese laberinto de salas y exposiciones cuando paso lo más insospechable, te vi.

Estabas parada, con un hermoso vestido blanco, que se pegaba a todo tu cuerpo, te caía ajustadamente hasta debajo de tus glúteos, podía ver toda la firmeza de tus morenas piernas, deliciosas a la vista. Se notaba que no traías bra, pues podía ver la silueta de tus pezones sobresaliendo del contorno de tus jugosos pechos. El escote no dejaba nada a la imaginación, al contrario, me invitaba a pervertirme con tu figura. Como siempre, tus labios gruesos y carnosos, rojos y atrevidos, acompañando la silueta de una sonrisa traviesa, tus labios que tanto me prenden. Te veías tan sexy, tan atrevida, me despertabas todos los antojos, solo de verte sentía como mi pene se apretaba al pantalón y como empezaba con un poco de lubricación.

Me quede pasmado sin moverme, solo fantaseando con tu cuerpo, fue cuando volteaste y me viste, sonreíste tan dulcemente que solo quedo morderme mis labios, para contener el deseo. Te acercaste a mi y me abrazaste eufóricamente, me aproveche de la situación y con mis brazos te aprete a mi cuerpo para sentir tu figura, y con poco de suerte, que tu sintieras la dureza de mi pene todo duro por desearte tanto.

Solo duro un instante el abrazo, suficiente para percibir tu aroma por todo el cuello y que salieran a flote mis ganas de besar todo tu cuerpo. Caminamos juntos por las salas, tu me platicabas sobre las pinturas, tu impresión sobre ellas, yo solo fantaseaba contigo.

Llegamos a las puertas del baño, me dijiste que tenias que continuar tu viaje, te acercaste a mi y me diste un beso. No pude contener toda mi lujuria y te tomé con fuerza con mis brazos, rodeando tu espalda, te aprete a mi cuerpo fuertemente para sentir tus pechos, para que sintieras mi pene erecto. Podía notar como tu cadera se movía para frotar tu cuerpo en mi entrepierna, sabía que sentías todo el esplendor de mi pene caliente.
Mientras mis manos recorrían toda tu espalda fueron levantando lentamente tu vestido, hasta que llegara a tu cintura; nos fuimos arrastrando lentamente hasta entrar a uno de los baños, no importa cual fue. Nos seguíamos besando y tocándonos, mis manos apretando tus pompas, aplicando fuerza hacia mi entrepierna. Tu tanga azul la estiraba, para que se metiera sobre tus nalgas, y se humedecieran en tu vagina caliente.

Te di la vuelta y te recargaste en el lavamanos, solo te sostenías con las manos; te abracé por la espalda, mi mano izquierda se divertía en tus pechos, todo sobre el vestido, acariciándote con fuerza, sintiendo la firmeza de tus pezones, mis dedos los apretaban, jugaban con ellos. Mi mano derecha llego a tu entrepierna, y rápidamente se humedecieron mis dedos, estabas húmeda y muy caliente, empecé a acariciarte sobre tu tanga, ya se notaba la mancha de la humedad, hacia círculos, daba pequeños apretones, tenia toda la intención de meterte los dedos. Mientras veía a través del espejo todo el placer que te estaba provocando.

Llego el momento, metí mi mano izquierda debajo de tu vestido, sentía toda la piel de tus pechos y tus pezones en mis manos, te los tocaba tan rico, con fuerza y con mucho movimiento. Uno de mis dedos de mi mano derecha se acerco al filo de tu tanga, acariciando tu piel, aplique fuerza para poder meter mi dedo entre la piel y la tanga, lentamente lo fui metiendo mas hasta llegué a sentir tus labios, tus labios húmedos. Era un solo dedo el que disfrutaba el calor de tu vagina, y eran mis ojos los que disfrutaban tus gestos de placer.

Me aventure mas y logre meter todos los dedos debajo de tu tanga; primero a acariciar todo el perímetro de tu vagina, tus labios; después, aplicando mas fuerza, localizar tu duro clítoris, para masajearlo con la punta de los dedos, pequeños masajes circulares. Fue allí cuando mi lengua empezó a recorrer tu cuello. Tenia que sujetarte con fuerza con el otro brazo, pues sentía como tus piernas perdían la fuerza.

Baje mis dedos un poco más, para concentrarme en tu vagina, aplicando fuerza para que se hundieran más, poco a poco, hasta metértelos, meterte dos dedos y sentir todo mojado. Empezar a sacar y meter mis dedos, dando velocidad de poco en poco. Puedo ver como te mojas, como escurre por tu pierna. Te sigo mordiendo el cuello y te escucho gemir, con mi otra mano descubro tus pechos para poder verlos en el reflejo, y así seguir tocándote y dedeándote, fuertemente y con velocidad, lo hago así hasta ver como te vienes, ver como lo disfrutas. Ver tu rostro sintiendo un delicioso orgasmo.

Es el momento donde lentamente te incorporas, te das la vuelta, te acomodas la tanga, te subes el vestido para que cubra tus pechos, aun se notan tus pezones duros, te bajas el vestido, y me das un ultimo beso, te das la vuelta y sales del baño, no sin antes decirme “te volveré a ver”.
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