Los saberes

**********nancd Hombre
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Los saberes
Abriendo mucho los ojos y olvidando pasar saliva, presa éste de una emoción reservada tan solo para describir los tormentos deparados a las almas. Mantiene, de curiosidad y miedo, cautivos los congregados. Rendidos ante la basta imaginería de fuego y trinches tan ricamente presentada. Y al terminar los pasajes dedicados a las tentaciones terrenales, va, oportunamente, a posar su mirada en mi persona.

De seguro estoy yo, la rosagante hija del molinero, en las confesiones de los virtuosos hombres.

Tendrá el cura ahora la estampa de mis carnes entre los dos toneleros de brazos descomunales en su conciencia. Ahí cuando fuí yo a la vez ínfima e infinita. Cabalgando sobre mi dolor como la hembra más hermbra. Y Ellos, fuerza y dureza tosca, no daban crédito a mi resistencia. Con los orificios tan llenos y forzados fui yo quién tuvo sus rígidos cuerpos secuestrados de placer y no al revés. Por eso se abrán espantado.

¡Por menos se condenó Sodoma! Exclama en su sermón.

¿Qué sabe de nada un cura a parte de latín?

¿Y de qué vale el latín si no para hacerte enjuto y visco? Como al joven ese, próximo a iniciar el noviciado. El que se ofreció no por cortesía a ayudarme con las haces y al que no por deferencia le ofrecí algo para mamar.
No estaba yo pura en esos días.
El muy flaco y muy blanco no conocía mujer. Salió de entre mis faldas con la cara de moras hasta la frente.

Tengo que sonreír.

Vigilantes, buscan en mi semblante una señal del pecado, pero mis ojos no se hacen menos azules, ni mis mejillas menos rojas o mi blanca sonrisa menos hiriente.

No en vano traigo pajas del establo entre los cabellos.

Un presuroso señor muy terrenal me ha regalado hoy temprano una comunión blanca entre las patas y no me ha dado tiempo para asearme. Traigo gusto a hierro y orines rancios en la boca. Boca esta con la cual he de recibir del padre que no es padre el cuerpo que es pan y la sangre que es vino del dios que es verdadero.

verdad que es asunto de los hombres de honor y palabra al igual que las letras.

Mi maestro es el bosque, las viejas y el comadreo de las lavanderas.

Durante el servicio la comadreja se cuela al gallinero. Las golondrinas anidan en las cumbreras. Los lobos emboscan a un ternero.

Ahí en la nave central, vivaz y pícara, con musgo y tierra en las rodillas, jazmines y lavanda en el corpiño y todos los síes tras los dientes... soy yo más testimonio de vida que los santos de madera y los grifos de piedra. Ha de ser por eso que mis risos aún bien guardados bajo la cofia y mis formas de mujer, aún cubiertas y abotonadas hasta el mentón comportan una afrenta para su dios.

Dentro de esta iglesia soy yo una catedral.

Y es que puede el cura pensar en Cristo cuando dice "et filii"
Pero ha de señalarse el vientre. Y el vientre soy yo.

Los hombres hablan de tropas napoleónicas marchando más allá del Mosela. Temen por la honra de sus mujeres. Esperan apurémos el horror a nuestros rostros.
**********nancd Hombre
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Se fue con una par de errores.
Los haces*
Y unos puntos y comas faltantes. Espero que apesar de eso lo puedan leer mis queridos.
*********ntom Hombre
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Creo que esto tu relato no sea siempre muy fácil para quien lo lee, por esto misterio que crea al principio...pero es muy interesante, más que por los elementos eróticos, sobre todo por todo esto ambiente de mentalidad religiosa retrocedida que nos parece muy muy antiguo, hasta que no se descubre (cuidados a el spoiler) que estámos ya en el 1808, gracias a un preciso evento historico. En esto la narración es muy bien construida. Y, por trágica ironía, lo que podía llevar a un progreso, habría llevado sangre y horrores.
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