Caperucita con piel de lobo
Esta no es una experiencia reciente. Pero algunos acontecimientos últimos me la han traído a la mente.Eramos un par de náufragos. Supervivientes de relaciones que nos habían desfigurado el alma, habíamos construido cada uno nuestra vida perfecta, aquella que cualquiera envidiaría... Brillante, cómoda y aparentemente exitosa salvo por un pequeño detalle... En el fondo, no eran nuestras vidas. No eran más que un bello decorado de cartón por el que transitabamos como autómatas. Ambos lo sospechábamos, pero al conocernos tuvimos la certeza.
Cada segundo furtivo que compartíamos nos hacía sentir intensamente vivos... Seducción... Risas... Locuras descabelladas y terriblemente morbosas.
Y horas y horas de orgasmos... De sexo visceral e infatigable, de sábanas retorcidas y cuerpos empujados al extremo, de largas conversaciones diarias en las que sin darnos cuenta nos fuimos desnudando durante más de un año...
Y un día, sin saber ni cómo, subida a horcajadas sobre ti... Simplemente sucedió. Me dejaste verte.
Estabas desnudo, en pleno éxtasis... Cálido y deslumbrante como un sol. Ni una sola puerta cerrada, ni un solo muro alzado... Y toda tu sensibilidad de artista desplegada más allá de ti mismo. Jamás olvidaré esa mezcla de deseo y abandono, de entrega absoluta más allá del límite razonable para dos amantes... Sabía que después vendría lo inevitable, pero me basto verme reflejada en tus ojos para ser consciente de que ni quería, ni podía no entregarme a ti... Porque ya era demasiado tarde, yo misma brillaba tan radiante para ti como lo hacías tu... Tan desnuda... Tan expuesta... E igual de deseosa y abandonada...
Y así... Sin pensarlo, buscarlo, ni casi quererlo... Por un breve y fugaz momento no follamos... hicimos el amor poniendo toda el alma en ello.