TARDE DE PASEO
Este relato está dedicado a una usuaria de esta app, ella sabe quién es. Besos para ella.Aquella tarde salí de casa a dar un paseo por la ciudad, nada inusual en mi, sabes que me gusta dar largos paseos, entrar en el metro, o coger un autobús, y deleitarme con las vistas de las calles de Madrid, la ciudad en la que vivo.
Tengo que reconocer que ese día estaba un poco (o bastante) excitada, llevaba ya varios días sin tener sexo con mi marido y la verdad es que necesitaba imperiosamente sentir los besos de una mujer (llevaba mucho tiempo fantaseando con ello y me moría de ganas de tener sexo con una), sólo de pensar en ello mi coño empezaba a humedecerse.
Pues bien, me puse a andar sin rumbo por la calle, y al poco rato me vi a mi misma fijándome en las mujeres que me iba cruzando, ¡joder como me estaba poniendo yo sola!, así que decidí entrar en el metro. Ya en el andén me fijé en una mujer que estaba allí esperando. Era una mujer de mediana edad, más o menos como yo, un poco más alta, rubia, ojos color miel, e iba vestida de una forma que hacía que yo sola empezara a fantasear con ella, falda de tubo ajustada, medias negras, zapatos de tacón alto, y una blusa con un escote que no lograba esconder del todo su sujetador, del que dejaba entrever los bordes, de un encaje fino, se notaba una mujer con clase. La iba mirando a ratos, como desanudándola lentamente, y de repente ella me miró también, nuestras miradas se cruzaron, y me pareció ver una expresión de lascivia en ella, no pude evitar sonreírle, y ella me devolvió mi sonrisa con la suya. Tengo que confesar que en ese justo momento me puse a mil, tuve la tentación de llevar la mano hasta mi entrepierna, pero estaba en el andén y había mucha gente, así que me fui al baño, necesitaba masturbarme urgentemente pensando en esa mujer y en todo lo que le hubiera hecho si hubiéramos estado a solas. Entré en el baño, no había nadie, y me metí en uno de los cuartitos en los que están los inodoros y cerré la puerta y empecé a acariciar mis pechos por fuera de la ropa, mis pezones estaban duros, a punto de estallar, pidiendo a gritos salir del sujetador que los aprisionaba. Me desabroché los vaqueros y deslicé mi mano por dentro de ellos, directo a mi entrepierna. Metí la mano dentro de mi tanga y, Dios mío, estaba mojadisima, tenía el coño totalmente inundado de flujos, no pensaba que aquello me hubiera puesto tan cachonda, pero lo hizo, así que sin dudarlo me metí dos dedos en mi vagina y empecé a masturbarme, sacándolos de tanto en tanto para chuparlos y saborear mis propios flujos, deseando que fueran los de esa mujer que tanto me había turbado. No tardé mucho en sentir cómo un escalofrío recorría mi espalda, y empezaban las contracciones en mi coño, me estaba llegando un orgasmo, largo, delicioso, intenso. A los pocos segundos oí cómo se abría la puerta del baño, justo cuando estaba en el punto álgido de mi orgasmo, me tapé la boca para no emitir ningún sonido, pero no pude evitar que algún quejido se me escapara. No me preguntéis por qué, pero la vergüenza que sentí en ese momento por el temor a ser descubierta masturbándome sólo consiguió que aumentara mi excitación, tenia el coño encharcado de fluidos.
Me quedé muy quieta, en silencio, oyendo como unos zapatos de tacón recorrían la estancia, hasta que de repente se pararon, creía que muy cerca del cubículo en el que yo estaba, hasta que de repente vi como se abría mi puerta (joderrrrrrr, se me había olvidado poner el pestillo) y apareció la figura de la mujer con la que había estado fantaseando y que me acababa de dar un delicioso orgasmo.
Imaginaos, yo ahí sentada, con mi mano dentro de los vaqueros, con el pelo semi revuelto, y con cara de orgasmo recién disfrutado. No sabía dónde meterme, tenia miedo de su reacción, pero ese miedo se disipó totalmente cuando ella esbozó una sonrisa en su cara. “Vaya vaya vaya, tenemos aquí a una chica muy viciosa, y la muy putita acaba de disfrutar, y sin avisar, jajaja”.
Yo no daba crédito, parecía que mis fantasías iban a cumplirse, tenia a aquella mujer delante mía, la mujer que yo había deseado más hasta el momento, a mi disposición, y yo a la suya.
Sin preámbulo de ningún tipo arqueo su espalda para agacharse, acercó sus labios a los míos y empezó a darme un morreo largo, sensual, su lengua empezó a explorar mi boca, la mía la suya, mientras ahora era su mano la que se había metido en mis vaqueros y deslizaba suavemente uno de sus dedos por mi raja, en aquel momento sentí como si mi cuerpo se elevara a un nivel que desconocía.
“Estás muy mojada, putita, tendremos que poner remedio a eso, ¿no te parece?”
Acto seguido me puso en pie, e hizo ademán para que me levantara y me pusiera encima de la taza del water. Cuando me tuvo allí me bajó los vaqueros a los pies, dejando al descubierto mi tanga, el cual deslizó suavemente por mis piernas hasta abajo también, metió uno de sus dedos en mi raja, uffffffff, vaya escalofrío que sentí en ese momento, y se lo llevó a la boca, chupándolo y relamiéndose mientras me miraba a los ojos, para decirme luego “qué rica estás, mmmmmmm”, y nada más decirlo puso sus manos en mi culo y hundió su cara en mi coño, para empezar a lamerlo como si fuera u helado de su sabor preferido. Aquella mujer tenía una forma de comer coños que era increíble, hundía su lengua con la presión justa, le daba unos mordiscos suaves a mi clitoris que hacían que me volviera loca, mientras acariciaba mi culo amasándolo de una forma que yo no había sentido nunca. Inconscientemente yo había abierto un poco mis piernas, apoyándome en las paredes del cubículo para no caerme, cosa que ella aprovechó para meterme dos de sus dedos en mi vagina, y empezó a dedear mi punto g de una forma que, ufffff, me estaba volviendo loca de placer. “Dios mío, me estás matando, no pares, joderrrrrrrrr, me mataaaaaaaas”. Ella aprovechó el momento y subió la mano que le quedaba libre y empezó a amasar mis pechos. Primero uno, luego otro, me pellizcaba los pezones con fuerza, tengo que reconocer que me dolían, pero me daba igual, estaba en la gloria, el placer que sentía no recordaba haberlo sentido jamás. Hasta que pasados unos minutos, “cariño, joder, me voy a correr, sigue, no pares de comerme, por favor no pares, me corrooooooooooo”. Tuve una corrida espectacular, me retorcí como pude cor la posición, agarré su cabeza con fuerza y la apreté contra mi entrepierna, y le llené la cara con mis fluidos, que fueron abundantes, notaba como algunas gotas resbalaban por mis piernas. Entonces ella separó la cara de mi coño e hizo ademán para que bajara de la taza, y me volvió a besar en la boca. Lamí toda su cara mientras la besaba, besé todo lo que puso a mi disposición, tengo que reconocer que mis flujos sabían mejor mezclados con su salida y su perfume, y aproveché todo el tiempo que estuvimos besándonos para acariciarla y meter mi mano dentro de su falda, dándome cuenta de que ella estaba también muy mojada.
Quise devolverle el favor, pero me dijo “hoy no, hoy no te toca, putita, otro día, porque volveremos a vernos, ¿no?”
“Si, por supuesto, quiero verte, quiero follarte, quiero que me folles, quiero comerte entera”
A lo que ella replicó “lo harás, no te preocupes, toma mi teléfono y me llamas mañana, ¿vale?”
Me dio una tarjeta en la que estaba su teléfono, era abogada.
“Llámame mañana por la tarde y hablamos para quedar tú y yo”
Me dio un casto beso en los labios, recompuso su ropa y salió del baño, dejándole allí con el recuerdo de su perfume, el sabor de sus labios y dos deliciosos orgasmos que iba a recordar durante mucho tiempo, además de con la ilusión de hablar con ella al día siguiente y volver a verla.