La primera noche. 1

Salgo del trabajo y te veo esperándome apoyado en tu moto, con 2 cascos en la mano.  Voy hacia ti y te beso como si no estuviéramos en la puerta de mi trabajo, ni en medio de la calle, sólo tú y yo.
Nuestras lenguas se reconocen al instante.  Tal vez por la de veces que llevamos nombrando nuestros besos desde que nos los dimos al conocernos.
Me ayudas a ponerme el casco y a subir detrás de ti. Me aprieto a ti con ganas y te cojo desde allí sin poder dejar de tocar tu pectoral, y cogerme a tí como un koala a su árbol preferido.
El aire roza mi piel, en cada semáforo coges mi pierna, la acaricias y muero de deseo. 
Noto cómo mi coño no puede dejar de palpitar y no hago más que desearte y arder.
Te muerdo el cuello y sé lo cachondo que te pone, a pesar de que te encanta ser tú el que lleva la iniciativa en todo, pero yo no soy así y lo has ido aprendiendo a fuerza de mensajes desde que nos dimos los teléfonos hace un par de semanas.
La noche promete.
Llegamos y aparcas en el sótano donde también guardas tu coche.
En cuanto me quito el casco coges mis muñecas y me apoyas en una columna.
Besas y muerdes mis labios, mi cuello.  Intento, en vano, deshacerme de tus manos, pero tu fuerza es mucho más que mis ganas.
Me subo a ti y mis piernas se agarran a tu cintura y así, entre besos salvajes y movimientos bruscos llegamos a tu casa.
Por fin conozco a tu perro en persona y aunque mueve la cola contento, no le hacemos caso.
Me apoyas en una pared y nos miramos a los ojos, recuerdo esa primera mirada en que supe que me iba a dejar hacer de todo x ti.
Y aunque ese día no pasó nada supe que volveríamos a vernos y fue pronto desde luego.
Y ahora estoy en tu casa, en tus brazos y tu cabeza baja por mi cuerpo mientras me quitas la ropa y me acaricias, lames y muerdes.
Mis gemidos de placer te hacen seguir. Pero yo también te quiero desnudo, primero intentas detenerme pero sabes que yo también soy posesiva y aún no tienes claro qué te parece eso.
Yo sí lo sé, no eres el primer amante posesivo que tengo y siempre ha sido el mejor sexo.
En algo habrá que ceder a veces pero sin perder nuestra esencia.
Llegamos desnudos a tu habitación y me tiro a tu cama. Me quedo de espaldas y giro la cabeza para verte. Tu cuerpo me vuelve loca.
• ¿No tienes a mano tu disfraz de espartano?- te pregunto riendo.
Ríes y me miras lleno de deseo.
• Entre tú y yo hoy no quiero ropa- me dices pegado al oído.
Mi piel se eriza, mis pezones se ponen erectos y empiezo a lubricar solo con oír tu voz pegada a mí