EL CENTÍMETRO DEL MORBO
„409BAscensor de la derecha“
Como me gustaba leer esas palabras... No siempre era el mismo número pero... Las habitaciones eran tan parecidas, que casi me sentía como si volviera exactamente al mismo lugar cada vez...
Él llegaba antes, colgaba pulcramente su ropa en el armario, se daba una ducha y me mandaba una foto al móvil en toalla... "aquí te espero, la puerta está abierta ". Y yo, ya de camino, aceleraba el paso y volaba sonriente a meterme entre sus brazos y dejar que él se metiera entre mis piernas.
Era un tío guapo, con una bonita percha, elegante al moverse, inteligente, humano, con buena conversación y un gran sentido del humor...
Y un muy buen culo, de los que prometen unos buenos empujones...
Me atrajo desde el momento en que me senté con él en la cafetería donde habíamos quedado para conocernos, las ganas de besarlo aparecieron solo con ver el gesto de su cara, su sonrisa, el tono de su voz...
Ganas que fueron creciendo conforme la conversación fluía. Al observarlo mover los labios mientras hablaba, no podía dejar de pensar en el sabor y la textura que tendrían al rozarse con los mios... Y tras darme el gustazo de probarlo allí mismo, en aquella terraza escondida del centro de Cartagena, las ganas de besarlo inmediatamente se transformaron en necesidad de sentir su polla dura abriéndose paso en mi hinchado y húmedo coño hasta el puto fondo...
... Todavía hoy, siento mi sexo palpitar solo de recordar la sensación que esa primera penetración producía en mi cuerpo y que por fortuna, aunque no ese mismo día, pude disfrutar después muchas veces.
Llegué a la recepción del hotel, di las buenas tardes, tomé el ascensor de la derecha, entré a la habitación y antes casi de poder apoyar el bolso dejar caer el abrigo y sacarme las botas, sus brazos ya me rodeaban apretandome contra su cuerpo y haciendo que sintiera su miembro ya empalmado a través de la toalla mientras me besaba...
Solo bastaba ese gesto para que todo lo que no estuviera en aquella habitación, en aquel momento, se evaporara de mí mente como el humo y mi pensamiento racional quedara reducido al puro deseo animal de ser penetrada... Larga y profundamente penetrada por su carne caliente... Rellenada hasta el ultimo centímetro y aún un poco más... Hasta que el placer y el deseo me hicieran suplicar por su semen caliente golpeando en el fondo de mi coño hambriento...
• Pero que ricos me saben tus besos.... Diosssssss... - sentía su dureza apoyada contra mi vientre - Deja que te coma la polla por favor... - y lo veía sonreír como el gato que juega con el ratón.
• Luego... Ahora ven aquí.
Y entre besos me quitaba el vestido, me desabrochaba el sujetador, me tumbaba en la cama boca arriba, levantaba mis piernas juntas sobre uno de su hombros y dejaba mis panties por abajo de las nalgas, lo justo para dejar mi coño liberado de su encierro de tela al alcance de su polla. Me miraba juguetón mientras sujetaba mis tobillos con una mano y con la otra jugaba con su glande entre mis piernas, mojando con su líquido preseminal mis labios inferiores... Y antes de que pudiera darme cuenta, sin permiso, sin perdón y sin poder hacer nada para evitarlo, empujaba, abriendo con su barra de caliente carne, mi cálido coño hasta casi el fondo... Barriendo con una oleada tremenda de placer cualquier resistencia a que no me penetrara tan rápido... A quien íbamos a engañar... Los preliminares se quedaban tirados en el taxi que me había traído hasta casi la puerta del hotel. Las horas previas de mensajitos por Telegram me hacían arder de ganas por tenerlo dentro, remachandome el puto cervix a puro pollazo limpio...
• Jooodeerr.... Ay dios! Dame coño, dame... - Y las ganas locas de follar se apoderaban de mí cuerpo despertando de golpe hasta las últimas terminaciones nerviosas de cada rincón... - Dame joder! Dame! No me folles como un puto remilgado! - a lo que él respondía conteniendo sus embestidas aún un poco más y riéndose de mis comentarios... Porque sabía perfectamente que en muy poquito tiempo me iba a hacer cambiar totalmente de opinión.
Me encantaba aquel hombre, me lo hubiera comido vivo allí mismo, besado, lamido, mordido, arañado y follado hasta caer rendida sobre él. Pero tal como me tenía, debajo suyo, dominada por su fuerza y su tamaño y bien clavada a la cama por su enhiesto falo, no me quedaba otra que doblegarme a un cepo del que era incapaz de escapar. Doblegarme... Y deleitarme. Deleitarme en cederle totalmente el control de mi placer y dejar que los orgasmos, uno tras otro redujeran el nivel de mi intelecto a las necesidades de un ser totalmente obnubilado y adicionado a los manejos de su polla en mi agradecido coño.
• Oh! Diossss.... Asi! Así! Por favor... Matame de gusto joder... - casi le gritaba mientras de cuclillas sobre mi, con mis tobillos en su hombros me follaba como un puto bruto haciendo que retirara mis ultimas palabras... Mi coño latía con fuerza total y absolutamente relleno con cada envestida... La tensión deliciosa de notarlo abierto y bien perforado por aquel ariete caliente, goteante e incansable que tenía entre las piernas, hacia que mi pobre coñito no pudiera parar de correrse... Pequeños orgasmos encadenados uno tras otro con cada tanda de embestidas que arrasaban el interior de mi sexo y desembocan en una oleada de placer terrible que dejaba mis ojos en blanco y mi cuerpo temblando... Y ningún otro pensamiento en la mente más que llenarme de aquel hombre que me hacía perder el razocinio... Llenarme de él a través de los ojos, del tacto, del olfato... Llenarme del sabor de sus labios, de sus roncos gruñidos... Llenarme el coño hasta el puñetero fondo con la carne caliente de su polla.
Solo acertaba a pensar... "oh, por dios... Que no pare... Que no pare" y como si fuera capaz de atender a mi pensamiento, no paraba... Se tumbaba de lado perpendicular a mi cuerpo y aprovechando la curvatura de su miembro hacia la izquierda, me penetraba asegurándose de rozar bien la parte de mi interior más vulnerable al placer... Despacio... Sin prisa... Y sin parar un solo segundo... suave y deliciosamente obligaba a mi cuerpo a perder la tensión acumulada por el sexo eufórico, para después ir acumulando placer lentamente, hasta llegar a cotas insospechadas... Hasta desembocar en largos orgasmos que te dejaban completamente empapada en placer... Jadeante y desmadejada... Y entonces... Llegaba el morbo.. El puro morbo...
Ese ultimo centímetro de una polla totalmente excitada que en medio del delicioso ritmo se hundía sin aviso ni misericordia, de golpe y hasta el puto fondo, arrancando gritos de sorpresa, queja y placer a partes iguales... Ese ultimo centímetro que hacía a mi cuerpo retorcerse a cada puntazo presa del deseo enfebrecido... Deseo de sentirle... Aún más adentro... Aún más fuerte... Castigando aquel último rincón de mi cuerpo que conectaba con el ansia profunda por tenerle... Mis manos se agarraban sin mirar a cualquier cosa que tenian a su alcance, la espalda se arqueaba, los dientes se apretaba y mi coño se preparaba para recibir el chorro caliente de su leche extasiada por sentirlo llegar al orgasmo dentro de mi...
Y entonces sucedía... Lo veía abandonarse por unos segundos, perder el control que tan ferreamente mantenía para llevarme al límite y dejarse llevar... Cambiaba la presión de sus manos... La tensión en su cuerpo... El gesto de su cara... Lo sentía crecer.. Endurecerse un poco más y reventar de placer en mi interior dejándome completa y absolutamente empapada en él, jadeante... Extasiada, con el coño palpitante... y decididamente adicta a su semen... Todo para mí... Hasta la última gota... El placer que sentía era tan intenso, que al retirase, me quedaba retorciendome,, con las piernas cruzadas y agarrando mi coñito que seguía contrayendose como un loco...
Después de aquel momento lo miraba y las luces de peligro se encendían en mi cabeza... Me gustaba demasiado.. Pero la vida es corta para no disfrutarla... Así que me reía de mi misma mientras le daba al interruptor del off y le pedía juguetona un par de orgasmos más regalo de sus dedos.
Luego venían las risas... Los cuerpos desnudos y entrelazados bajo las sábanas mientras compartíamos confidencias... Y si el interruptor de la luz roja no hubiera estado apagado, en mi cabeza hubiera sonado una sirena antiaerea acompañando a un luminoso que decía "corre, sal de esa cama y CORRE..."