Sum Fantasía
Tu cara era de satisfacción tras haberme utilizado, tras haber utilizado a la puta sumisa que se había entregado a tí como le pediste. Le dijiste a tu marido que por fin habías encontrado a la zorrita que llevabas tiempo buscando, que esa tarde no estarías en casa y que ya le contarías.
Me puse el corpiño rojo y el tanga negro que me había mandado comprar y mis taconazos negros, así como mi antifaz.
Dejé la puerta entreabierta cuando me hiciste saber que subías y esperé arrodillada en el suelo del salón, esperando tu entrada y tus órdenes, con todos los juguetes que me pediste a mi alrededor.
Me sacié de tus jugos, como me ordenaste en cada momento, ansié desesperadamente tu boca, todos tus labios, me dejé llevar por tus ganas de una zorra como yo. Procuré dejarte satisfecha antes que llegaras al acto final.
Aparté mis tanga para facilitarte que pudieras penetrarme cuando me pusiste a cuatro patas. Recibí con placer cada embestida, sentí tus gemidos de placer al correrte una vez más con la vibración del juguete y finalmente cuando te fuiste, me quedé en el suelo del salón, con el antifaz puesto y el tanga empapado de mi lefa, aún chorreante, como la puta que me hiciste ser.