Follemos con Mario
Hace 13 años que Felicia y Manuel comparten más que la cama, y aunque su historia de amor es realmente bonita (¿Cuál no lo es mientras dura?), no quiero extenderme mucho y omitiré ésta (quizá alguno de los protagonista nos la cuente algún día). Me consta que el tiempo y la concentración es el mayor tesoro que tenéis todos y no quisiera ser yo el que os atraque a mano armada despojándoos de tan preciados enseres. Yo conocía a Felicia desde que éramos niños. En el colegio se sentaba en frente, por lo que yo me aprendía su espalda y su nuca cada día, cuando se dejaba ver bajo la coleta alta que su madre le hacía algunas mañanas.
Muchas veces el profesor de música me pillaba en pleno trance recorriendo con mis ojos el camino que iba desde el hueco bajo el nacimiento de su pelo hasta el lóbulo de su oreja derecha. Tardaba fácilmente 10 minutos en realizar este recorrido y os prometo que llegué a sentir la calidez y suavidad hasta tal punto que alguna vez Felicia se volvió a mirarme colorada tras llevar una mano a su nuca. Esas veces me sonreía, como si ella supiera lo que yo estaba haciendo.
Tras 20 años queriéndola sin darme cuenta, conocí a su futuro marido. Era un tipo guapo, aunque algo enclenque y no menos cuidadoso con su aspecto. Hacían muy buena pareja. A ella siempre le había gustado la música. Yo creo que, aunque no tenga base científica, por las experiencias que compartíamos en esa clase. Manuel, su marido, tocaba la guitarra en un grupo y yo rabié de envidia cuando me lo contó. Supe que no tenía nada que hacer con ella, que nunca se enamoraría de mí.
Mi nombre es Mario y tengo 39 años. Estoy enamorado de Felicia desde que tenía 7 años y por fin conseguí recorrer el camino desde su nuca hasta el lóbulo derecho de su oreja con mis labios un 26 de marzo del año 2022 mientras su marido acariciaba los pechos de Sofía, mi mujer.