Mediterráneo
Adentrarme en el Mediterráneo es una sensación totalmente diferente a lo que estoy acostumbrada. De donde vengo, el mar es furia, frío, fuerza…supongo que me gusta tanto porque me siento identificada en él.
Este mar sin embargo, se parece más a ti, cálido, suave, templado, sensual.
Sabía desde hace tiempo que esta iba a ser nuestra primera cita, el mar, a la luz de la luna.
Llevábamos horas bebiendo vino y charlando en la arena, ajenos al tiempo que transcurría, ajenos a la gente, cuando llegamos había vida a nuestro alrededor, ahora, tan solo unos cuantos disfrutábamos de este momento.
Necesitaba zambullirme en el mar, estaba embriagada en todos los aspectos, tú me atraías como la luna a las mareas, me sentía bien, cómoda, pero el vino me calentaba, tu mirada me calentaba.
Te quedas en la arena para verme ir…despacio me acerco al mar. La brisa templada era maravillosa, cada sensación en la piel, siempre me ha encantado lo que el mar produce en mi.
El agua me abrazaba cálida, aquí no costaba entrar, era cálido.
De cabeza entro en el agua y me acoge, me refresca, me excita, me abraza.
Salgo del agua y tu mirada ya no es la misma que hace unos minutos. Tus ojos recorren las gotas que bajan desde mi pelo por mi cuerpo, algunas quedan atascadas en mis lunares, otras desaparecen absorbidas por mi bikini, otras siguen bajando junto con tu mirada.
Llego hasta tus pies y sin hablar te entiendo.
Me siento encima de ti y noto tu erección debajo de mí.
Te revuelves…
Nos besamos, en un beso lleno de sal, de erotismo, de calidez.
Mis manos en tu espalda, las tuyas en mi cara, reteniéndome, saboreándome.
Me gusta tu lengua en mi boca, tu media sonrisa de placer.
Tus manos se deslizan por mi cuello, tus dedos capturando cada lunar, bajan despacio hasta sentir mi pezón frío, duro a través del bikini. Un exhalo gemido en tu boca al contacto. Me separo y te miro.
Tus manos abren el bikini para dejar mi pecho libre, y me rozas, y me excitas y me puedes.
Mi piel está erizada pero me encanta la sensación, besas mi cuello y me recorre una descarga que va directa a mi vientre. Y lo sabes.
Me abrazo a ti para sentirte, para empaparte, para morderte.
Me pides que me ponga de pie y te miro atónita. Pero no dudo. Bajas mi parte de abajo del bikini y subes lentamente tus manos por el interior de mis muslos. Mi respiración hundiría a cualquier nadadora. Miro a todos lados, la sensación no puede ser más excitante. Expuesta a la vista de todo mientras tú me recorres sin ninguna vergüenza.
Tu mano llega a mi clítoris y empieza a tocarlo lento, se mueve despacio, dejando que sienta cada sg, que poco a poco arda mi sangre, no tengo donde agarrarme, es una sensación muy excitante, sentir caer de placer. Tus dedos entran en mi vagina y tu mano se apoya en mi vientre como queriendo sentir tus dedos a través de la piel, y los mueves y me tocas donde muero, y gimo, y me da igual el mundo. Siento tus ojos clavados en mi cara. Me apoyo en tus hombros para no caer y no paras. Sigues moviéndote sin piedad, y agarro tu mano para atraparla ahí, pero no tienes intención de sacarla. Tu dedo pulgar se hace dueño de mi clítoris y vuelvo a sentir corriente por mi piel.
La brisa me acuna mientras tú me vuelves loca, siento cada movimiento, cómo el aire juega con mis pezones y no puedo más. Notas mis contracciones y lejos de parar te vuelves más feroz, me lees perfecto y me dejo y me invade un orgasmo que me marea, que pierdo el sentido y disfrutas viéndome. Y vuelvo. Te miro y no hacen falta palabras.
Bajas tu bañador y me dejo caer sobre tu erección, que ocupa el lugar de tus dedos encantada. Y nos movemos, abrazados. Yo agarrada a tus hombros, tú dirigiendo mis caderas.
Poco a poco haces los movimientos más fuertes, más veloces. Usas mi cuerpo para obtener lo que tú me has regalado. Y te lo ofrezco. Te pertenece. El placer me invade de nuevo, me encanta sentirte dentro de mí.
Buscas mi boca y te esquivo, y te muerdo y gimes alto. Me encanta excitarte de esta manera.
Sigues masturbándote con mi cuerpo y te noto, y lo noto y un gemido feroz sale de tus pulmones.
Te corres y me dejo ir contigo, sintiendo tu placer, nos mezclamos.
Recuperamos la respiración y me levanto.
Esta vez ya no me tapo para bañarme. Esta vez vienes conmigo.
Queda mucha luna por delante.