EL blues de Venus (Capítulo 1, Parte 2)

*****ras Hombre
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Autor de un tema 
EL blues de Venus (Capítulo 1, Parte 2)
It's three o'clock in the mornin’
and I can’t even close my eyes
B.B. King - Three o’clock blues

Ella era diferente, más allá de su hermosura, que era mágica; y de su extraño secreto. Tenía los ojos oscuros y profundos, con la profundidad de quien ha mirado al infinito, de cerca y de lejos, buscando una gota de agua dulce en el océano. Y estaba triste, con un halo melancólico, romántico, que cubría cada uno de sus movimientos. Miraba triste, sonreía con un deje de cansancio, como si fuera un sinsentido obligatorio. Fumaba triste. Cuando nos acostábamos se entregaba con una furia calculada a la que yo era totalmente ajeno, como si cubrirme (cubrirnos) de escarcha le permitiera ir dejando atrás algo que, sin embargo, siempre volvía a regenerarse en su interior. Una parte quedaba siempre fuera, distante; y aunque era complaciente y generosa, el placer parecía secundario. Daba la impresión de que buscaba llenarse (¿de mí?¿De cualquiera?) para no dejar espacio a nada ni nadie más.

A pesar de que estaba hecha de silencios, aquella vez fue diferente. La oscuridad que aleteaba bajo su corteza ártica se había removido más de la cuenta y se escapaba por entre las fisuras. Hosca, inquieta y abstraída, apuraba los cigarrillos hasta el filtro y aplastaba las brasas hasta desmenuzarlas por completo. Recuerdo la angustia con la que llegó a mí, totalmente ausente y sin dirigirme la palabra. Estaba huyendo y no había tiempo que perder. Sin opción y sin detenerse.

Su lengua era un filo de saliva abriendo la piel y deslizándose directamente sobre las terminaciones nerviosas. Calambres de hielo que estallaban en el centro de mi erección para ir a clavarse detrás y por encima de los ojos. Cada roce y cada gota que dejaba caer sobre la piel de mis ingles resultaba a la vez insoportable e irrenunciable. Sabía que no lo hacía para disfrutar ni - desde luego - para que yo disfrutara. Y aún así su frío iba creciendo. Tuve que taparme la cara con la almohada para ahogar los gritos y gemidos incontrolables que Ella no oía. Tampoco sentía mi mano intentando (en vano) apartar su cabeza, ni la vibración de mi cuerpo dentro de su boca, ni mi éxtasis, ni todos los golpes contra el colchón que tuve que dar para intentar sacudirme la extrema saturación sensorial que me provocaba su ritmo continuado. Estuviera donde estuviera, perdida en lo más recóndito de otro tiempo lejano e inaccesible, no estaba allí conmigo.

Destellos en la noche. De plata pulida y almíbar polar agitándose sobre mi. Los ojos perdidos en la distancia, casi opacados, completamente transportada. Se había abierto paso a manotazos y monosílabos (“no” decía; y quería decir no me toques, no me cojas, no te incorpores) y, cuando mi cuerpo fue capaz de reaccionar de nuevo, me hundió dentro de sí con auténtica desesperación. Sujetándome para mantener el equilibrio y acuclillada para ganar empuje, era un espectáculo sobrecogedor. Un asedio sin compasión y sin misericordia. Vertida y desbordada (pisé mercurio cuando por fin pude levantarme), me (nos) embestía y se penetraba como una tormenta se desata sobre el mar, todo pánico y descontrol. Fóllame. Fóllame o desespera y muere.

Un glaciar quebrándose y deshaciéndose en la boca, abrasando mi cuello. No había esperado ni pretendido aguantar. En otra ocasión hubiera disfrutado algo de su cuerpo, me hubiera dejado mecer por el sonido de su garganta, del chapoteo inevitable, de las respiraciones (sus susurros y mis aullidos, sus jadeos y mis escalofríos). Pero no aquella noche de tempestad y conjuro. Siguió moviéndose incluso cuando ya era imposible permanecer dentro de ella (la sangre retrocediendo, un segundo orgasmo ignorado) y entonces avanzó de rodillas, reptando sobre mi pecho, para encajarse sobre mi boca. Fue morder nieve. Una nieve que fluía y fluía semi derretida, obligándome a sorber y lamer; a succionar y tragar. Una nieve salada y levemente amarga (yo la había probado antes y sabía que la nieve pura no tenía gusto). Se estiraba con una mano para facilitar el acople. Intenté acariciarla, intenté separarnos, pero no fui capaz de imponer mi fuerza sobre la suya. Me apartaba las manos y me oprimía las sienes y mejillas con las piernas mientras seguía meciéndose. Entonces, todo el Universo se quedó en suspenso lo que dura un latido y Ella gritó un nombre (que no era el suyo ni el mío) y se quedó inmóvil, desmadejada, derramándose a horcajadas sobre mi rostro.


La encontré sentada en el sofá, arrebujada dentro de su bata de raso tan amplia. No se la había abrochado. La penumbra perfilaba la línea de los muebles, haciendo que parecieran irreales. Fumaba con la cabeza apoyada en el respaldo, mirando sin ver a través de los agujeros de la persiana. Vacié los ceniceros y me senté a su lado en el sofá, dejando mi paquete de tabaco recién desprecintado sobre la mesa, abierto. El reloj marcaba las 3:00 de la madrugada (la mala hora, la hora del blues).

• Cuéntame tu historia.

Yo puse los cigarrillos. Dios puso la noche; y la noche puso la música. El color de óxido de la luz de las farolas nos hacía estar dentro del encuadre de una de esas fotografías antiguas, el filtro sepia desgastado. Y mientras fumábamos sin mirarnos, Ella me contó su historia.
Joder! Eres el puto amo! ...
Joder! Tú no puedes ser un hombre!! Que me perdonen...
*****anz Hombre
81 Publicación
Bueeeenoooo, esto está muy bien!!!!👏👏👏👏👏Tú ni caso a @*********verde , que los hombres (algunos) también repartís caramelos como ella, claro que sí!!! 👍👍👍
*****ras Hombre
42 Publicación
Autor de un tema 
Lo malo es que ahora me queda la duda, @*********verde Si no puedo ser un hombre, ¿qué soy o qué puedo ser? A estas alturas y con crisis existenciales... *ggg* Muchas gracias por el apoyo, @*****anz me alegro de que te haya gustado *g*
*****obo Mujer
1.760 Publicación
Moderador de grupo 
*bravo* excelente *bravo*
Cita de *********verde:

Joder! Tú no puedes ser un hombre!! Que me perdonen...
Mil perdones por el comentario.
@*****ras , evidentemente eres una persona.
💚💚💚
*********ntom Hombre
923 Publicación
Excepional..!!! Si pensamos que los eventos aquí narrados no son muchísimos (Ella es triste, Ella va a encontrar El, ellos follan, fuman y Ella empeza a relatar), la diferencia está en la verdaderamente excepcional manera de relatar que tienes, capaz de evocar, con estilo rebuscado y jamás banal, las imagenes más alusivas y sensuales.
Esperamos ahora la tercera parte con el relato de Ella (y que esta novela se quede por mucho mucho tiempo con nosotros).
*****ema Mujer
1.720 Publicación
Cita de *********ntom:
Excepional..!!! Si pensamos que los eventos aquí narrados no son muchísimos (Ella es triste, Ella va a encontrar El, ellos follan, fuman y Ella empeza a relatar), la diferencia está en la verdaderamente excepcional manera de relatar que tienes, capaz de evocar, con estilo rebuscado y jamás banal, las imagenes más alusivas y sensuales.
Esperamos ahora la tercera parte con el relato de Ella (y que esta novela se quede por mucho mucho tiempo con nosotros).


ok es una historia de encuentro sexual cómo podría ser cualquiera. Pero los recursos literarios de éste hombre divino que es @*****ras y de eso hablaba @*********verde en su comentario, quiero entender por lo de no ser hombre, son únicos en el sentido q los hace de tal forma suyos que los retuerce a un son acompasado con ese mundo inhóspito que nos quiere ir mostrando con suma delicadeza. Somos privilegiados de tener en este espacio esas dotes literarias. Y ahora escucho la historia de ella.
*******a74 Pareja
63 Publicación
Tienes una forma de relatar tan precisa y preciosa... Espero tu libro con ansias😉.
*****ras Hombre
42 Publicación
Autor de un tema 
Me sigue abrumando leer vuestros comentarios *herz* Recordad que es un blues (el mismo viejo blues de siempre) y las historias de los blues son muy sencillas y simples, lo que importa es cómo las contamos (el blues es fácil de tocar pero difícil de sentir, que diría Hendrix) y el respeto a la estructura. Ya tenemos la llamada, vamos a por la respuesta e intentaremos acabar con un turnaround que merezca la pena.
Gracias por leer y si alguien escucha las canciones que me lo diga, que las música es importante *g* *knutsch* *knutsch* *knutsch*
*********zaria Hombre
913 Publicación
He hecho los deberes y me he dado el gustazo. He buscado en mi portátil a B.B.King y me he acomodado en mi sillón con la mesura necesaria para descorchar
esta avalancha que me lleva de viaje.
Siempre he pensado que el blues es la banda sonora de los hombres invisibles,
el callejón de los varones olvidados.
Aunque bajo este aguacero de sensaciones, al leer no haya donde esconderse.
Ayer por aquí hubo una encuesta que preguntaba algo así como que para quién escribías. Dude en la respuesta pero después de darle vueltas pienso que a nivel personal uno escribe para, de alguna forma dar salida a lo que lleva dentro y por qué no también para ofrecer una tregua puntual a
los peatones anónimos y poner un poco de luz en su camino.
Buen trabajo trovador, que la metáfora y
el poder de las palabras te acompañen siempre. 👏👏👏😉
Muy muy bonito ….se me quedaron pegados los ojos.

Cita de *****ras:
EL blues de Venus (Capítulo 1, Parte 2)
It's three o'clock in the mornin’
and I can’t even close my eyes
B.B. King - Three o’clock blues

Ella era diferente, más allá de su hermosura, que era mágica; y de su extraño secreto. Tenía los ojos oscuros y profundos, con la profundidad de quien ha mirado al infinito, de cerca y de lejos, buscando una gota de agua dulce en el océano. Y estaba triste, con un halo melancólico, romántico, que cubría cada uno de sus movimientos. Miraba triste, sonreía con un deje de cansancio, como si fuera un sinsentido obligatorio. Fumaba triste. Cuando nos acostábamos se entregaba con una furia calculada a la que yo era totalmente ajeno, como si cubrirme (cubrirnos) de escarcha le permitiera ir dejando atrás algo que, sin embargo, siempre volvía a regenerarse en su interior. Una parte quedaba siempre fuera, distante; y aunque era complaciente y generosa, el placer parecía secundario. Daba la impresión de que buscaba llenarse (¿de mí?¿De cualquiera?) para no dejar espacio a nada ni nadie más.

A pesar de que estaba hecha de silencios, aquella vez fue diferente. La oscuridad que aleteaba bajo su corteza ártica se había removido más de la cuenta y se escapaba por entre las fisuras. Hosca, inquieta y abstraída, apuraba los cigarrillos hasta el filtro y aplastaba las brasas hasta desmenuzarlas por completo. Recuerdo la angustia con la que llegó a mí, totalmente ausente y sin dirigirme la palabra. Estaba huyendo y no había tiempo que perder. Sin opción y sin detenerse.

Su lengua era un filo de saliva abriendo la piel y deslizándose directamente sobre las terminaciones nerviosas. Calambres de hielo que estallaban en el centro de mi erección para ir a clavarse detrás y por encima de los ojos. Cada roce y cada gota que dejaba caer sobre la piel de mis ingles resultaba a la vez insoportable e irrenunciable. Sabía que no lo hacía para disfrutar ni - desde luego - para que yo disfrutara. Y aún así su frío iba creciendo. Tuve que taparme la cara con la almohada para ahogar los gritos y gemidos incontrolables que Ella no oía. Tampoco sentía mi mano intentando (en vano) apartar su cabeza, ni la vibración de mi cuerpo dentro de su boca, ni mi éxtasis, ni todos los golpes contra el colchón que tuve que dar para intentar sacudirme la extrema saturación sensorial que me provocaba su ritmo continuado. Estuviera donde estuviera, perdida en lo más recóndito de otro tiempo lejano e inaccesible, no estaba allí conmigo.

Destellos en la noche. De plata pulida y almíbar polar agitándose sobre mi. Los ojos perdidos en la distancia, casi opacados, completamente transportada. Se había abierto paso a manotazos y monosílabos (“no” decía; y quería decir no me toques, no me cojas, no te incorpores) y, cuando mi cuerpo fue capaz de reaccionar de nuevo, me hundió dentro de sí con auténtica desesperación. Sujetándome para mantener el equilibrio y acuclillada para ganar empuje, era un espectáculo sobrecogedor. Un asedio sin compasión y sin misericordia. Vertida y desbordada (pisé mercurio cuando por fin pude levantarme), me (nos) embestía y se penetraba como una tormenta se desata sobre el mar, todo pánico y descontrol. Fóllame. Fóllame o desespera y muere.

Un glaciar quebrándose y deshaciéndose en la boca, abrasando mi cuello. No había esperado ni pretendido aguantar. En otra ocasión hubiera disfrutado algo de su cuerpo, me hubiera dejado mecer por el sonido de su garganta, del chapoteo inevitable, de las respiraciones (sus susurros y mis aullidos, sus jadeos y mis escalofríos). Pero no aquella noche de tempestad y conjuro. Siguió moviéndose incluso cuando ya era imposible permanecer dentro de ella (la sangre retrocediendo, un segundo orgasmo ignorado) y entonces avanzó de rodillas, reptando sobre mi pecho, para encajarse sobre mi boca. Fue morder nieve. Una nieve que fluía y fluía semi derretida, obligándome a sorber y lamer; a succionar y tragar. Una nieve salada y levemente amarga (yo la había probado antes y sabía que la nieve pura no tenía gusto). Se estiraba con una mano para facilitar el acople. Intenté acariciarla, intenté separarnos, pero no fui capaz de imponer mi fuerza sobre la suya. Me apartaba las manos y me oprimía las sienes y mejillas con las piernas mientras seguía meciéndose. Entonces, todo el Universo se quedó en suspenso lo que dura un latido y Ella gritó un nombre (que no era el suyo ni el mío) y se quedó inmóvil, desmadejada, derramándose a horcajadas sobre mi rostro.


La encontré sentada en el sofá, arrebujada dentro de su bata de raso tan amplia. No se la había abrochado. La penumbra perfilaba la línea de los muebles, haciendo que parecieran irreales. Fumaba con la cabeza apoyada en el respaldo, mirando sin ver a través de los agujeros de la persiana. Vacié los ceniceros y me senté a su lado en el sofá, dejando mi paquete de tabaco recién desprecintado sobre la mesa, abierto. El reloj marcaba las 3:00 de la madrugada (la mala hora, la hora del blues).

• Cuéntame tu historia.

Yo puse los cigarrillos. Dios puso la noche; y la noche puso la música. El color de óxido de la luz de las farolas nos hacía estar dentro del encuadre de una de esas fotografías antiguas, el filtro sepia desgastado. Y mientras fumábamos sin mirarnos, Ella me contó su historia.

Impresionante. Que envidia!!
Cita de *******E77:
Impresionante. Que envidia!!
Menos envidia y más publicar, que tú eres otro puto amo escribiendo, pero no lo sueltas.
Mi más sincera enhorabuena @*****ras
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