Tú fantasía hecha realidad
Sólo vérsela frente a tí ya te tenía en éxtasis, esperabas el momento en el que la sintieras entrar, llevabas tiempo anhelándolo, esperando el momento en el que entrara en tí. Apartaste tu tanga negro, mientras le veías enhiesto sólo para tí. La tenía gruesa, anhelante, palpitante, la sentiste rozarte y poco a poco abrise paso, piel con piel, centímetro a centrímetro, quizás al milímetro incluso, pero no era suficiente.
Ansiabas tenerla entera dentro, ansiabas sentir cómo te llenaba, ansiabas sentir su explosión en tu interior, y eso fue lo que poco a poco fuiste sintiendo, cómo iba llenándote al completo, cómo tu excitación crecía con esa invasión, y cómo al final se corría, sentías sus palpitaciones y ese momento, el momento en el que soltaba todo junto a tu próstata, fue el momento en el que tu propio orgasmo llegó a su culmen.