Follar la mente
Nos conocimos en Joyce, yo no llevaba mucho tiempo en la app y tú menos aún. Ambos éramos asiduos del foro y aunque había visto tu perfil y tus fotos me decían que no me gustabas, me encantaba encontrarte por el foro e intercambiar opiniones. Me dijiste que yo te atraía sexualmente y además, no vivíamos lejos, yo quería conocerte, poder hablar y debatir en persona, pero te dije también que no me atraías físicamente.
Me esperabas en la salida del metro, estaba nerviosa, y en cuanto te vi en persona mi estómago dio un vuelco. Nos saludamos como pudimos con las mascarillas y fuimos a tomar algo.
Hablamos de todos los temas y sentía una complicidad que no había sentido en ninguna otra cita.
De repente me besaste, y yo te devolví el beso con toda la pasión que me invadía en ese momento.
En nada llegamos a tu casa y fuimos quitándonos la ropa, tocándonos, investigando nuestros cuerpos, besándonos y mordiéndonos hasta llegar a tu habitación.
Mi mente era tuya, y lo era desde mucho antes de aquella cita. Me dejé llevar y follamos como 2 fieras enjauladas que por fin pueden tocarse.
Al terminar ambos miramos hacia el techo jadeando y entonces hablaste de forma entrecortada.
• ¿Qué ha pasado? Dijiste que no te gustaba.
Me daba miedo responder, sabía que no había sido un polvo sin más. Me habías follado la mente tantas otras veces, que en esta la pasión había sido brutal y no era lo que yo quería.
Pero me hice la despistada, que se me daba muy bien.
• A veces cuando conoces a alguien en persona, las opinones cambian.
Te apoyaste en un brazo y me miraste.
• Jamás imaginé que acabarías en mi cama, me encanta verte aquí. Déjame grabarte en mi retina.
Me reí y volvimos a besarnos mientras nos acariciábamos preparando nuestros cuerpos para un nuevo asalto. Quería comerte entero. Y tú no dejabas de morder mi culo.