Fantasía: La cascada
Era verano y el calor apretaba, tras ver la foto en la cascada y hablar contigo de ella, la visitaba siempre que podía con la esperanza de encontrarte algún día en ella. No se las visitas infructuosas que había realizado. Eran bastantes, pero aunque cada día me llevaba la desilusión de no encontrarte, disfrutaba del entorno y de un buen baño como recompensa y tras la visita te enviaba siempre el mismo mensaje: Hoy tampoco estabas.
Pero aquel día cuando llegué, la poza no estaba sola, dentro reconocí tu cuerpo, contorneándose, posando ante la cámara de tu marido en la orilla. Como siempre habías recibido el mensaje de hoy iré, así que al verme sonreíste, yo también, te pusiste de espaldas con los brazos en la cabeza, mirando a la cascada, como en la foto.
Me desvestí rápidamente, pasé al lado de tu marido y sin decir nada me introduje en el agua, llegué a tu lado y mi mano recorrió tu espalda, hasta llegar a tus nalgas y te susurré al oído:
• ¿Vamos debajo de la cascada?
Me miraste, me sonreíste y comenzaste a caminar en dirección al chorro del fondo.