Primer trío de Lola y Víctor

Primer trío de Lola y Víctor
-Tengo el chichi a cien. Estoy perraca. - Soltó Lola envuelta en las notas de aquel reguetón.
-Vámonos ya, que éste no aguanta-dijo Víctor, que los llevaba mirando a distancia.
-Sí, sí que aguanta-dejó ir Lola, mecida por un deseo condimentado en tres cubatas de Havana
Llevaban dos horas en aquel baile frenético, bajo las luces cambiantes de aquella disco de la costa. Jordi era el tercero en discordia en aquel trío que, por fin, Lola y Víctor estaban a punto de consumar.
Lola había navegado por las páginas de Joyclub descartando pretendientes que, muchas veces, la querían convencer de dejar a Víctor en casa para, símplemente, follar con ella. No era esa la idea. Lola fue descartando a los recalcitrantes menos atractivos hasta llegar a Jordi, caballero casi sesentón, pero de muy buen ver y con una labia que humedecía la siempre ansiosa almeja de la peluquera. Fue Víctor quien acabó de dar el visto bueno al maduro galán.
El ronroneo de la moto de Jordi se acompasó con la humedad creciente del chocho de Lola. Ella y Victor habían llegado antes a aquel hotel de S’Agaró y el conejo de la peluquera sufría ante la tardanza del donjuán sesentón. Victor pronto descubrió que no se había equivocado. Jordi era un hombre con clase
• Puedes tocar, si te apetece- permitió el profesor a Jordi.
Estaban sentados en unos sofás en el hall del hotel. Lola y su novio frente a Jordi. El vestido negro de la muy hembra, zorra como pocas, apenas tapaba el tanga que enmarcaba el coño de la peluquera. Víctor sobaba una de las piernas e invitaba a Jordi a hacer lo propio.
• Gracias, propuesta tentadora, pero primero os quiero conocer a los dos- sonrió el caballero.

Las cinco julandronas de la mesa de al lado miraban a Lola desde la envidia. Ellas solas, la bella peluquera acompañada de dos varones con sus respectivas pollas. Dos para los tres agujeritos de Lola, cero para los quince de las ansiosas. Y eso la muy hembra lo sabía muy bien. Provocadora como pocas, su mano derecha sobaba la pierna de Jordi, sin cortarse por las miradas indiscretas de las aspirantes a lobas. Ella era la reina de las lobas. Víctor, frente a Lola, no alcanzaba a ver si la garra acariciaba el muslo o el paquete del maduro galán, pero el falo del filólogo se endurecía ante la impudicia de la zorra de su novia. Jordi aguantó, quizás demasiado y dejó ir…
• Ya te dije, Lola, que quiero vivir la experiencia, pero puede que Víctor tenga que acabar por mí.
• Tú no conoces a Lola. Mis mamadas siempre las ponen duras- soltó ella mientras la zarpa toquetaba los huevos del caballero.
Acabaron de comerse las pizza, y bajo las miradas ávidas y los movimientos de cipote de los camareros, aquella sucinta minifalda salío flanqueda por dos pantalones.

Los dos chicos supieron de golpe lo que era una devoradora de hombres. A veinte metros de distancía, veían como aquella morena que enseñaba el culo morreaba a un señor elegante y a un hombre interesante, ora metía la lengua a uno, ora chupaba la boca del otro. Lola se había llevado a Jordi y Víctor al paseo marítimo. A aquella hora de la noche apenas había nadie, sólo aquellos dos amigos que veían como la hembra era capaz de dominar, disfrutar y paladear a dos machos. El recuerdo del culo de la bella mujer derramaría leches no programadas aquella noche, las de aquellos dos veinteañeros en los catres de sus casas. Lola era reina, era diosa, con la capacidad de ponerlas duras y hacerlas estallar más allá del tiempo y el espacio.

“ Llevo ya una botella de cava y el tipo no se ha quitado los pantalones. Lola le ha comido la boca antes de subir al coche. Y le ha metido la lengua en la garganta al pasar la puerta de nuestra habitación de hotel. Ahora veo como mi novia lo aprisiona entre sus piernas salpimentadas por stiletos. Yo tomando la tercera copa. El tipo sigue sin quitarse los pantalones. ¿ Qué le estará diciendo Lola ? Cada vez estoy más borracho, escribiendo esto también lo estoy, es mi segundo cubata de Havana mientras tecleo, y vuelvo a aquel cuarto de hotel de aquel mes de febrero, antes de la pandemia, y siento como el culo desnudo de mi zorra y su raja que nunca se relaja me la ponen dura, mientras mi sangre se turbia, mi cerebro baila y mi polla va por su cuenta. Pero Jordi no se quita los pantalones...Lola me llama con la mirada, creo que voy a tener que sacarme la zanahoria y dar de comer al conejo de mi amada. Me acerco con la polla enhiesta, Lola se abre de piernas y mi cipote de 19 se mete en su húmeda almeja. La meto, la saco, la meto, la saco..mientras que Lola rechupetea la boca del inútil galán, que no se quita los pantalones, que no se quita los pantalones, que no se quita los pantalones. Me corro en el chocho de mi cómplice mientras el incapaz no se quita los pantalones. No me acuerdo de más. Me adormezco mientras escribo y acabo el tercer cubata...que no se quita los pantalones.”
*****BRE Hombre
2.357 Publicación
Me ha gustado el detalle de mencionar que os conocisteis en *joyclub*
********z535 Hombre
215 Publicación
Directo y sin subterfugios.
Inscríbete y participa
¿Quieres participar en el debate?
Hazte miembro de forma gratuita para poder debatir con otras personas sobre temas morbosos o para formular tus propias preguntas.