Desconocidos
Entramos en la zona para parejas del local cogidos de la mano. Lo acababa de conocer pero ser pelirrojo y tener barba había subido el listón esa noche. Me llevó hacia una cama muy grande delante de una cristalera, ni pensé. Le lancé hacia la cama con un pequeño empujón y se dejó hacer. Me agaché y empecé a hacerle una mamada, podía oír sus gemidos, a los 5 minutos su polla estaba dura como una piedra y saqué un condón de mi sujetador. Se lo di y se lo puso.
Yo no llevaba bragas y mi minifalda era muy flexible. Así que subí sobre él y me empalé hasta el fondo soltando ambos un jadeo sonoro.
Lo miré a los ojos sonriendo y entonces alguien besó mi cuello. Me giré sin dejar de cabalgar y vi a una preciosa chica morena, no podía ver su cara, no dejaba de besarme por todo el cuerpo.
Se dio cuenta de que la miraba y levantó la cabeza, unos ojos negros me atravesaron, y casi salgo de mi trance con Raúl para ir a besar a esa desconocida.
Raúl lo estaba viendo todo, era fuerte, me cogió y me giró para seguir penetrándome mientras yo quedaba cara a cara con la morena.
Ella subió hasta mis pezones y después de dejarlos duros entre mordisquitos con el punto exacto de dureza y ternura. Yo seguía saltando sobre ka polla de Raúl y me tiré a los labios de la desconocida.
Fue un beso dulce, apasionado y violento a la vez. Me quedé un poco ida y Raúl salió de mi para dejar que me tumbada.
Yo tenía los ojos cerrados dejando que el placer que sentía invadiera toda célula de mi cuerpo. Cuando pude abrir los ojos vi que ambos recorrían mi piel entre caricias, lamentazos y besos.
Se besaron entre ellos y decidí empezar yo a explorar el cuerpo de ambos, iba de uno a otro como cuando de pequeña no sabía qué juguete coger el día de reyes. Ellos parecían encantados con todo.
La desconocida se tumbó y pude lamer sus labios y llegar a su clítoris, su cuerpo temblaba de placer. Cuando mi cara chorreaba de ella fui hasta su cara y puse mi coño sobre ella, y empezó a comerlo con ansia y ternura, apoyé los brazos para no caerme y miré hacia delante. Vi el reflejo de Raúl penetrándola mientras ella me devoraba y entonces empecé a ver unas caras que por un momento creí imaginarias.
Estábamos en la cristalera y había varias personas admirando nuestro baile de cuerpos, parecía una danza harmónica y ya pactada, entendí que fuera hipnótica para quien nos veía.
Aún me puse más cachonda y exploté sobre su cara, dejé que mi cuerpo soltara todo y me agaché a besarla para compartir con ella mi sabor. Estaba llena, pletórica.
Raúl estaba tumbado al lado de ella. Cuando me recuperé, me vestí y me fui a buscar otra copa y verlos desde la cristalera pero ya no estaban.
A veces pienso que fue un maravilloso sueño, pero mis piernas chorreando dejaban claro que no lo había sido. Tomé mi copa sola, relajada y con una sonrisa en los labios.