DELIRIO EN LA NOCHE
I Cecilia siente como sus entrañas son arrancadas por las enormes fauces de una bestia. En un suspiro, su carne y sus vísceras se desprenden de su cuerpo que convulsiona incontrolado. Cecilia intenta gritar pero se ha quedado sin aliento. Siente pánico, desorientación, vulnerabilidad, y algo más que no consigue identificar. La bestia se lleva sus vísceras hacía la oscuridad. Cecilia observa su cuerpo, de pronto está intacto, ileso, nada lo ha dañado. Sigue sintiendo miedo, e incluso dolor, pero está bien. Ahora Cecilia es alzada en el aire por una fuerza desconocida, sus muñecas son apresadas por grilletes metálicos, y su cuerpo forma una cruz con los brazos extendidos.
II
Max atraviesa la noche en su coche por la carretera secundaría. Sabe que es la mejor ruta para pasar desapercibido y llegar a su destino sin llamar la atención. Lleva su maletín en el maletero, el deposito lleno, y está completamente sobrio. Por un momento sujeta el retrovisor interior con su mano derecha y mira sus ojos reflejados en él. Su mirada es la de un hombre que se siente vivo. No se echará atrás.
La luna brilla tras algunas tímidas nubes, y las estrellas observan como testigos silenciosos el coche que avanza solo en mitad de la noche.
III
Cecilia es sujetada fuertemente por el cuello por una enorme mano invisible, o quizás sea una garra en vez de una mano. Su ropa interior es arrancada de golpe de su pelvis y de sus pechos. Cecilia esta completamente desnuda ahora. Siente algo detrás de ella, no por contacto, ni por sonido, pero ella sabe que está ahí. Repasa todas sus emociones: miedo, vulnerabilidad, algo de alivio por conservar cuerpo entero, y otra sensación que empieza a intuir con más claridad, pero aún no la suficiente. Un aliento surca suavemente el costado de su oreja derecha.
IV
Max aparca el coche al otro lado de la calle, frente a la casa. Observa y escucha la noche, no se ve a nadie por la zona y todo está en calma. Algo en su nuca se eriza. Sale del coche, se pone su chaqueta negra, abre el maletero, coje su maletín, y cruza la calle en dirección a la casa. Se acerca a la puerta trasera, levanta el felpudo y ahí está la llave, justo como esperaba. Max mira su reloj momentos antes de abrir la cerradura de la puerta. Entra en la casa y todo está oscuro. Cierra la puerta tras él.
V
Cecilia escucha un susurro en su oido, los grilletes de sus muñecas no le permiten girarse para mirar de dónde proviene. Una voz acompañada de un aliento cálido cruza la cuenca de su oreja y roza su cuello. Son palabras difíciles de reproducir, pero Cecilia sabe perfectamente entender los mensajes. Son palabras que amenazan, pero al mismo tiempo tranquilizan, son palabras de autoridad, pero también traen dulzura y cariño. El corazón de Cecilia late con fuerza, su boca se entre abre y un hilo de saliva se derrama lentamente hacia el vacío. Los ojos de Cecilia miran al infinito y la presencia tras ella no cesa en sus palabras. Ahora siente una emoción que se está alzando por encima de las otras, por encima del miedo y de la incertidumbre, ahora lo ve claro, es pura excitación. La enorme garra que rodea su cuello comienza a apretar con fuerza, cada vez entra menos oxígeno en sus pulmones. De pronto, algo la invade bruscamente. Una fuerza atraviesa sus entrañas y parte su cuerpo en dos.
VI
El techo de la habitación es una estampa de franjas venecianas provocadas por la luz de la farola que hay en la calle y las persianas entre abiertas de la ventana. Cecilia despierta sudando en un torbellino de sabanas. Está empapada, suspira y mira al techo. Las formas dibujadas en él la tranquilizan.Cecilia se incorpora y bebe un poco de agua. Cuando deja el vaso en la mesilla se queda completamente inmóvil. Hay otra sombra en su habitación, pero no viene de la farola de la calle si no del pasillo de su propia casa. Cecilia se gira lentamente y ahí está, justo en el marco de la puerta, la silueta de un hombre con un maletín observándola en silencio. Cecilia mira el reloj electrónico de su mesilla, son las 03:00, no se puede ser más puntual. Él ha traído su maletín, y ambos saben lo que va a pasar a continuación. Cecilia se incorpora y se echa el pelo hacia atrás, su cuerpo semi desnudo erguido es una escultura llena de cuervas y sudor. Ambas siluetas se miran inmóviles. Max va a hacerle a Cecilia absolutamente todo lo que a ella le vuelve loca, los dos lo saben. Cecilia siempre se hace la misma pregunta “¿Si el amo le hace a la sumisa todo lo que la sumisa quiere, quién ordena y quién obedece en realidad?” Solo es otro delirio más en mitad de la noche, pero al menos ahora está despierta.