Atada
Tendida en la cama con las manos atadas al cabecero tiemblo, es una mezcla de frío, vergüenza, miedo, excitación.Estoy desnuda ante tus ojos, tan expuesta, tan inquieta.
Son tantas sensaciones diferentes, estoy excitada, asustada, nerviosa, ansiosa.
Te ríes con malicia por que me lees, sabes todo lo que recorre mi cabeza en este instante.
Hemos hablado mucho de ese momento, tu seguridad siempre me ha desarmado, me has roto todos los esquemas, contigo no sé por donde me muevo. Ojalá siempre fueran primeras veces.
Poder resetearnos y partir de cero con cada mano o boca que nos descubre.
Mis piernas están tan pegadas la una a la otra que hasta me hace gracia, me duelen los músculos de la tensión que siento, te haces desear, me mantienes en esta situación que me está matando de deseo.
Tu mano se estira hacía mis pies y con un dedo tocas mi empeine. Una descarga me recorre directa a mi clítoris y de ahí a mi cerebro. No puedo evitarlo, me revuelvo.
Noto mis pezones duros, excitados.
Apoyas toda la mano en mi pie y agarras fuerte mi tobillo, tu otra mano agarra mi otro tobillo y me miras fijamente. Me pides permiso sin palabras, me muerdo el labio, noto como tus manos ejercen una leve fuerza para abrírmelas, me resisto y al mismo tiempo lo deseo con todas mis fuerzas.
Cedo
Me entrego
Me olvido de todo
Abres mis piernas
Tus manos siguen lentamente su camino por mis piernas. No ascienden directamente hacia el centro de mi cuerpo. No. Vas recorriendo cada cm como si lo estuvieras grabando en tu memoria.
Creo que es uno de los momentos más eróticos que he sentido en toda mis vida. Mis manos atadas solo tienen una barra del cabecero para soltar toda la energía que siento.
Te pones de rodillas en la cama para que tus manos puedan seguir su ascenso. Sigues observándome para ver mis reacciones. Estoy tan entregada, tan mojada, tan excitada.
Cierro los ojos y me dices, “ ¡no! ábrelos, quiero que no tengas ningún sitio para esconderte, quiero ver en todo momento lo que sientes”.
Tu voz, susurrándome, no tengo defensas, me desarmas, No sé ni lo que siento. Mi cerebro ha colapsado. Solo siente placer.
Tus manos llegan al centro de mi cuerpo por el exterior de mis muslos, despacio, como para no asustarme, emprenden su camino hacia el interior y separas mas mis piernas, todo lo posible.
Poco a poco te agachas y tu lengua pasa rápido por mi clítoris. Un gemido sale de mis pulmones sin poder evitarlo. ¡Dios mío!. Jamás pensé que alguien pudiera hacerme sentir al borde de la inconsciencia.
Otra pasada y mi cuerpo entero de convulsiona, mientras de mi boca sale un “Sigue” sin casi ser consciente de lo que he dicho.
Pero no lo haces.
“Abre los ojos” dices sonriendo. No me había dado ni cuenta de que los tenía cerrados.
Estoy tan agitada que casi no puedo respirar, me siento mareada. Pero es placer, puro placer.
Apoyas tus manos a los lados de mi cuerpo y te acercas a mí y me besas, me besas húmedo, profundo, intenso, me embriagas, adoro tu lengua dentro de mí, no quiero que pares. Noto mi sexo húmedo.
Te separas lentamente de mi boca y hueles mi cuello, siento tu nariz absorbiendo mi olor, y te deslizas con tu nariz pegada a mi piel y tu boca atrapa mi pezón, haciendo que mi espalda se arquee.
Me excita el poder que tienes sobre mí. Soy enteramente tuya, en este instante nuestro.
Vuelves a mirarme fijamente y poco a poco te deslizas hacia el interior de mis piernas.
Tu larga melena me hace cosquillas en el abdomen justo cuando noto como me atrapas el clítoris con los labios y succionas. Paras y juegas con tu lengua una y otra vez y succionas.
No dejas de saborearme. No puedo seguir así. Mi cuerpo empieza a sentir que llega al límite.
Me estás matando de placer. Y no dejas de hacerlo. Sigues sin piedad. Mis manos queriendo arrancar la barra. Es demasiado para mi.
Siento que el orgasmo está cerca, mi cuerpo se revuelve en la cama. Solo existe tu lengua, tu boca, ese mechón que se desliza por mi cadera.
Nunca creí sentirme así con una mujer, me has invadido, te has apoderado de mi cuerpo y de mi mente. Y noto como el orgasmo me arrolla. Las contracciones, no te paran, no te acobardan y sigues implacable hasta que grito, hasta que me dejo entera. Hasta que me dejo ir del todo en tu boca.
No sé como he sido capaz de mantener la consciencia.
Noto como te separas de mí.
“Abre los ojos” me dices
Y los abro…
Y te miro…
Estás sonriendo satisfecha segura de tu poder sobre mí.
Te sonrío y te digo…
”Desátame, me toca”.