Fuego en la piel
Habíamos intercambiado un par de fotos y unas conversaciones subidas de tono hasta que quedamos. A pesar de las mascarillas nos reconocimos enseguida y fuimos a tomar unos cafés allí mismo. Nos quitamos la mascarilla, me miraste y me diste un largo y suave beso en los labios.• me moría de ganas de hacer esto.
Yo sonreí divertida y con el calor de tus labios en los míos.
• roto el hielo- dijiste mientras pedíamos.
Pues sí, es verdad, cuando terminamos me preguntaste si me apetecía dar una vuelta en tu moto. Pero antes me apoyaste en ella metiendo la mano debajo de mi vestido y mis bragas y metiste un dedo, dos, tres, tu cara era de sorpresa agradable al notar que estaba empapada. Me cogiste de la cintura con fuerza mientras metías en tu boca los dedos que acababas de sacar decmi coño. Estaba tan cachonda que ni recordaba estar en el parking de un centro comercial. Ahí entendí que lo nuestro no era cuestión de atracción física, teníamos una química sexual que podía acabar con nosotros.
Llevo meses sin verte, he disfrutado del sabor de otros cuerpos pero ninguno como tú, que cada vez que te veía nos dábamos hasta electricidad estática. Ninguno recorría mi piel como tú ninguno me empotraba como tú pero poco a poco fui olvidando tu aroma , tu calor, tus jadeos, mis gritos y el día que me escribiste de nuevo me quedé clavada al leerte y muerta de miedo por volver a sentir todo lo que poco a poco iba olvidando. Pero me preguntaste si podías venir a mi casa a explicarme, estaba enfadada pero te dije que sí y antes de llegar al sofá estábamos besándonos, devorándonos de nuevo sin mediar palabra y follando como locos con todos nuestros poros abiertos y soltando feromonas. Después de un polvazo increíble, nos miramos exhaustos y sabiendo que todos nuestros encuentros serían así.
"Me da miedo esto " dijiste. Yo me di la vuelta buscando mi camiseta mientras pensaba "A mí también " sabía que cada vez que me lo pidieras nos veríamos y yo sería tu muñeca porque estaba enganchada a ti. Nuestros cuerpos y bocas eran fuego en la piel, cuando nos veíamos, nos entendíamos sin hablar, y eso, siempre da miedo, morbo y ganas de más.